«si uno quería saberse realmente libre, tenía que hacer algo para cambiar aquel mundo de mierda que laceraba la dignidad de las personas» Pág. 53
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«si uno quería saberse realmente libre, tenía que hacer algo para cambiar aquel mundo de mierda que laceraba la dignidad de las personas» Pág. 53
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La parte más importante del entrenamiento, sin embargo, estará en el trabajo con la personalidad. Vas a aprender, ante todo, que ya nunca volverás a ser la persona que fuiste antes de llegar a esta base. Te vamos a limpiar por dentro.
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Y es que la muerte tiene esa capacidad: resulta tan definitiva e irreversible que apenas deja márgenes para otros temores. Incluso un hombre como el que esa tarde tenía frente a mí (conocedor de todo sobre la muerte, según me había dicho) se detenía ante ella, se removía ante su presencia, aun cuando se tratara de la muerte de un perro.
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Aun así, si fuera mentira, de todas maneras lo convertiremos en verdad. Y eso es lo que importa: lo que la gente cree.
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El hombre que se había enclaustrado tras aquellas paredes estaba convencido de que su vida había sido marcada por una cruz indeleble y debía de saber que, llegado el momento, ni el acero, ni las piedras, ni las vigilancias podrían salvarlo, porque era un condenado por la historia.
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Cuando se trata de asuntos indecentes la historia no soporta testigos
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Como agua para chocolate