Los Dioses Mienten

La historia que narra es aparentemente sencilla; Natsuru, su protagonista, es un chaval de once años que vive por y para el fútbol, por lo que no tiene tiempo para relaciones con chicas. Pero antes de las vacaciones de verano el entrenador de su equipo enferma y es sustituido por otro que básicamente no le dora la píldora, así que Natsuru deja de sentirse agusto en el equipo y por ese motivo decide no ir al campamento de fútbol ese verano. Pero claro, por no explicarle esta situación a su madre se queda sin sitio donde poder estar durante el tiempo que dura el campamento. La suerte está de su parte y ese mismo día se encuentra con Suzumura, una chica de su clase que una vez le sorprendió por su madurez, y le dice que puede quedarse en su casa con ella y su hermano.

Y es sobre ese verano que comparten sobre lo que trata más especialmente este manga, de la vida que llevan los tres durante esos días, que tiene mucho de la diversión de los chavales de esa edad pero también sorprende por parecerse mucho a la vida que podría llevar cualquier pareja japonesa con un hijo. Natsuru se encarga de entretener al pequeño mientras Suzumura se encarga de las tareas de la casa, velando siempre por no gastar más de lo que pueden permitirse. Porque, a todo esto, ¿por qué Suzumura vive sola con su hermano? Este será el descubrimiento que hará Natsuru ese mismo verano y que cambiará las vidas de los tres irremisiblemente (no digo nada más para no hacer spoilers).

En definitiva, se trata de un relato que, a pesar del trasfondo que tiene, es bastante ligero y fresco, puesto que la visión de lo que sucede no tiene el dramatismo que podría tener si la contase un adulto. El manga se centra en la amistad de los dos protagonistas y la evolución del descubrimiento de Natsuru, narrado todo ello de un modo ágil y entretenido. El dibujo es también bastante bonito, por lo que, aunque no sea un manga que deje huella, sí que se disfruta con su lectura.