Agujero

Dice Oyamada en una entrevista para Vogue que Agujero, el libro con el que ganó el premio Akutagawa en 2014, surge de una experiencia y un sueño. La experiencia, pisar una cigarra con la bicicleta mientras daba una vuelta. El sueño, un misterioso mamífero negro cavando un hoyo en la tierra. Y yo pienso que un libro así no podría haber nacido de otra manera que no fuera esta, a caballo entre lo onírico, lo fantástico y el mundo real.

Agujero se compone de una novela corta y dos relatos conectados entre sí. En ellos Oyamada toca temas como el acoso laboral o lo complicado de conseguir un contrato indefinido; aborda cómo la inestabilidad en el trabajo afecta a las relaciones, a la maternidad; habla de la contaminación, de la familia como institución cuanto menos cuestionable, del malestar que aparece cuando no nos sentimos productivos, de lo drenante del trabajo doméstico. Todo esto a través de una narración del día a día que, de vez en cuando, da pie a un hecho insólito, mágico, que le da a la historia un sello absolutamente personal.

Este libro es una de esas rara avis de las que no se sabe muy bien cómo hablar porque lo tiene todo. Es uno de esos libros en los que poco importa el argumento: da igual el punto desde el que parta, Hiroko Oyamada siempre encuentra el camino de vuelta a su terreno, el terreno de lo social y de la denuncia, pero también de lo mágico, que coexiste de manera casi natural con nuestro mundo, consiguiendo que ambos, lo real (si acaso se puede llamar así) y lo extraordinario, se fusionen como si solo fueran uno (como si quizá siempre lo hayan sido).