veintiseisletras27 November 2018
Prologar es como abrir el apetito. El prólogo no es comestible, pero tiene que hacer apetecible el manjar que se avecina, ir adelantando su aroma irresistible, su color y buqué exquisitos, su seductora presentación en plato que incentive al lector a devorar la obra que tiene entre sus manos.
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