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Crítica de Paloma


Paloma
02 November 2019
“Los animales asombrados, pasaron su mirada del cerdo al hombre, y del hombre al cerdo; y, nuevamente, del cerdo al hombre; pero ya era imposible distinguir quién era uno y quién era otro”
.
Cada vez me convenzo más que la política educativa actual –por lo menos en mi país y en algunos otros del hemisferio– ha dejado fuera materias de literatura, de forma deliberada. Estoy segura que si desde pequeños o jóvenes fuera obligatoria la lectura de un texto como Rebelión en la Granja, desarrollaríamos una conciencia más crítica sobre nuestras autoridades y sobre el siempre presente fantasma de los totalitarismos.

Si nuestra educación promoviera más la lectura, sabríamos que no hay soluciones fáciles para llegar a una sociedad justa e igualitaria.

Tendríamos miedo y criticaríamos cualquier tipo de censura.

Reconoceríamos cuando nuestra libertad está en riesgo.

Y, sobre todo, conoceríamos bien que no hay mesías ni hombres ni líderes todopoderosos, justos y cuyo único interés sea el bien de los demás.

George Orwell escribió este texto para denunciar los horrores resultado de la perversión del régimen soviético, haciendo una especie de parodia: Rebelión en la Granja trata sobre la rebelión de los animales, quienes hartos de los malos tratos de los humanos y encabezados por un grupo de cerdos, sacan al dueño de la propiedad y empiezan a gobernarse buscando mejores tratos e igualdad. al principio todo parece idílico –no hay castigos, se trabaja en jornadas razonables y ningún animal es abusado. El propósito es que eventualmente todos los animales de Inglaterra se den cuenta de su poder y decidan liberarse del yugo humano.

Los líderes de este movimiento son los cerdos –Napoleón, Snowball y Squealer y son ellos quienes dirigen la granja, introduciendo una serie de reglas y mandamientos pero también tratando de educar a los demás animales. En un principio, la granja empieza a prosperar. Pero pronto, como en realidad suele pasar en los sistemas de gobierno, este grupo comienza a sentirse superior al resto de los animales y empieza a volverse cada vez más autoritario, justificando cualquier acción primero como en beneficio del grupo pero después simplemente “porque así lo dice el líder”, y éste es todopoderoso, incuestionable y sabio. Asimismo, el grupo en el poder comienza a dividirse y aquel que difiere, es pronto calumniado y debe huir.

En lo personal, me resulta impresionante la capacidad de Orwell de haber producido una obra literaria extraordinaria, al tiempo que es también –pues lo es – un medio de denuncia. Si bien la novela es una crítica a los totalitarismos (no sólo al soviético pues igual podría pensarse en el nazismo, o en cualquier sistema político contemporáneo) es también un retrato, una parodia, de las debilidades del ser humano, de su flaqueza y de esa ambición y deseo de poder que muchas veces se quiere ignorar. Nunca debiera olvidarse que el ser humano es muy frecuentemente ambicioso, egocéntrico y sediento de poder y siempre que exista la oportunidad de destacar y tener más, la mayoría de las veces la tomara. El reto de cualquier sociedad posiblemente consiste en cómo crear los mecanismos que den un balance a este deseo natural del hombre y el bien común. Y lo que las sociedades tendemos a olvidar es que es un proceso, con altas y bajas, con resultados no siempre felices pero que, al final, no hay una fórmula mágica para lograrlo, y sobre todo, no va ser otro hombre o mujer quien garantice esa igualdad. Esto es una quimera. Y por tanto, debiéramos siempre ser cuidadosos de cualquier persona o líder que prometa lo contrario.

Otro de los aspectos que trata el libro es la eliminación de la memoria histórica, y en lo personal fue de lo que más me impactó porque es algo que está sucediendo en México. No en la escala en que lo retrata esta novela, pero resulta increíble, por no decir espeluznante, que todos los totalitarismos se parecen en algo –siempre intentan deslegitimar lo que hubo antes, tachándolo de malo, de corrupto, de equivocado. Pero esta actitud llega al grado que los mismos líderes llegan a desdecirse y negar cosas o acciones que ellos mismos proclamaron –en el caso de la novela cuando primero Napoleón se niega a construir un molino, luego cuando empieza a violar todos los mandamientos de los animales, y cuando al final, termina siendo amigo de los seres humanos que tanto despreció.
Este libro tiene setenta años y hoy más que nunca es un texto que debiera ser imprescindible porque es un retrato fiel a muchos de los problemas que hoy enfrentamos, y las amenazas que vivimos de manera diaria: la injusticia y la pobreza que son caldo de cultivo para la inconformidad social y que es totalmente justa pero que con frecuencia es utilizada por personas para engañar y destruir al otro.

Como bien decía Orwell en otra de sus novelas más famosas, 1984 como sociedad, es importante recordarnos que la mayoría de los políticos y gobiernos, buscan el poder por el poder. Nadie está ahí por motivos puramente filantrópicos o porque el único beneficio que desee sea el del país o el de la gente. Eso es una falacia. al mismo tiempo, no implica que debamos desesperar, sino al contrario –eso nos obliga, como miembros de una sociedad, a ser más críticos de nuestros líderes y a exigir más, sabiendo que si no lo hacemos, esa ansia de poder descarrillará mucho más las cosas y la injusticia reaparecerá.
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