Palabras de hojalata

Es pasión. La clase de pasión que te desborda, que te hace volar, que te lanza al un precipicio, pero para caer en un mar de pura sensación, porque solo sientes, olvidándote de dónde estás, pero jamás de con quién.

Los silencios están infravalorados y quien diga lo contrario es que no ha conocido a Nicolás, porque él es el silencio, esa nota diferente que hace especial la partitura.

Dicen que el amor lo pintan ciego y con alas: ciego, para no ver los obstáculos y con alas, para saltarlos. Lo que nadie cuenta es que a veces hacemos trampas, nos quitamos la venda y nos tropezamos porque nos morimos de miedo ante los obstáculos.

Las pérdidas que sufrimos sin elegirlas nos arrancan parte de nuestra alma, de golpe, sin esperarlo, y ese dolor es el peor de todos, por que solo hay una opción: aceptarlo y seguir adelante.

Le dijo a tu padre que sabía perfectamente que no era merecedor de ti, pero que tu padre tampoco, y que nunca nadie iba a amarte tanto como te amaba él, ni siquiera tu padre, y que solo por eso aceptaba haberte perdido, porque, y cito textualmente: cuando se ama de verdad, se deja partir a la persona amada, y que si regresabas a él, haría lo imposible para merecerte, aunque tuviera que cortarse la lengua para no avergonzarte.

-Nunca debí habértelo peido. Y no te lo voy a pedir otra vez, ni ahora ni nunca, porque te amo y no me importa nada más que estar contigo.
-¿Puedes... repetir lo que... has dicho?

Tú nunca me quitas tiempo, Ania, porque contigo el tiempo no existe.

-No fui justa contigo. Nunca lo he sido, en realidad. No éramos niños, sino adultos, y nunca nos comportamos como tal, también por mi culpa. ¿Qué hombre de treinta y dos años acepta una relación en secreto con una chica de veintiséis, porque a ella le da pánico desobedecer a su padre?
-Uno que se muere por esa chica y es capaz de aceptar cualquier cosa con tal de tenerla a su lado…

¿Es posible sentir vacío y, al mismo tiempo, que te desborde un dolor insoportable?

La vida no son solo las ventanas que vamos abriendo, sino también las puertas que se nos cierran, porque, si no fuera por esas puertas, no podríamos abrir esas ventanas.