Ventajas de viajar en tren

No hay por donde coger este libro, es una "ida de olla" total. No me ha gustado nada, demasiado escatológico y la forma de escribir de Orejudo, en ocasiones, hace que su lectura sea complicada. Lo único bueno que podría decir de este libro es que puedes sufrir con él en sus escasas 140 páginas y poder terminarlo en una tarde. Nada recomendable

La prosa de Ventajas de viajar en tren, del escritor madrleño Antonio Orejudo, es una prosa riquísima en sus giros linguísticos, pero sobre todo en el andamiaje de sus historias. Unas historias hábilmente entrelazadas en forma de novela. Historias inuistadas y hasta cierto punto escandalosas, pero deliciosas. La idea de narrar sobre seres profundamente patológicos y a la vez profundamente humanos y paradójicamente extraordinarios es tan atinada como el lanzamiento de la flecha por el arco de un budista zen sobre el blanco, donde el blanco importa menos que le vuelo de la flecha. Es altamente recomendable su lectura. un placer para el lector sibarita.

3'75 estrellas.
Leí el título de este libro y me causó curiosidad. Y como es corto y lo cogí para distraerme de novelas largas. Y no me esperaba tanto humor ni tanta locura. Me ha gustado más la primera mitad del libro que la segunda, cuando los dos personajes principales están en el tren, es más entretenida y más graciosa. Aún así el libro me ha gustado bastante. Es un humor absurdo con el que no me esperaba topar pero con el que he disfrutado. Unas historias locas con la que he llegado a pensar 'cómo el autor ha llegado a escribir esto'. Un libro muy rápido de leer y para mi, entretenido!

Muñecas Rusas, maravillosas Muñecas Rusas, con cada relato que leía solo podía pensar en aquellas famosas Matrioskas, esa extraña creación donde puedes sacar y meter una en otra acorde a su tamaño, pero a la vez puedes jugar con las posibles combinaciones, disfrutar el proceso y hacer volar tu imaginación, pues bien,de la misma forma, Antonio Orejudo nos invita a jugar con esta novela.

«Ventajas de viajar en tren» está dotada de un atractivo morboso, en una única historia se interrelacionan un psiquiatra, la esposa de un individuo con trastornos mentales y los relatos de personas cuyas mentes entraron en un mundo ficticio donde sus neurotransmisores se reconfiguraron y convierten su mundo real en un mundo sujeto a la distorsión y la manipulación siguiendo una estructura moral inexistente. Están locos y la locura es el condimento de la narración. Lo absurdo, lo irónico y lo cómico se combinan con lo extraño, lo ajeno, lo incómodo y ofrecen al lector historias para llorar, escandalizarse, asquearse, sufrir una que otra arcada y al mismo tiempo, historias para reír y hacerlo a carcajadas con las situaciones que se presentan y las vicisitudes que sufren los personajes en la novela. 

Solo una advertencia, entra con precaución porque el banquete que aquí se ofrece no es para todos los paladares y la sazón que está tiene podría destruir tu estomago (y tu vida), pero si por el contrario quieres tomar el riesgo, siéntate en la mesa de Antonio Orejudo y permite que tus papilas gustativas se saturen de su pluma violenta, llena de angustia, de sorpresa y de giros inesperados, pero (asquerosamente) satisfactorios y deléitate con una historia contada como deben ser contadas las historias: con una extraordinaria (arriesgada) maestría.  

Esta no es una novela al uso, de hecho, no solo el argumento es raro. Cada capítulo podría tratarse a su vez de un relato corto, con lo que cada uno tiene su propio sentido sin los demás, pero a la vez, juntos forman una historia a la que solo de accede a su sentido al final de la misma.

El argumento, una mujer que viaja sola en tren y a la que su compañero de asiento le comienza a contar una historia, no es tampoco al uso. La historia es extravagante a más no poder, rara hasta límites insospechados. Suceden cosas sin sentido, a veces incluso desagradables, y esto en sí mismo llama mucho la atención durante su lectura. No estamos acostumbrados a que se describan este tipo de cosas en un libro normal, y esto lo hace también original.

Además, los temas que se tratan durante la historia no son muy normales: que uno de los protagonistas sea un basurero manco, que una editora intente introducir mensajes publicitarios entre las páginas de las novelas que edita, un hombre que de la noche a la mañana se pone a mirar en su propia mierda a ver qué encuentra… Podría seguir con un sinfín de detalles escabrosos que no se suelen ver en novelas.

Por todo ello, es un libro muy original, que cuenta con muchos detalles que no encajan con la visión generalizada de lo que es una novela, pero que en su conjunto al final no queda otra que admitir que realmente lo es.

Ahora que se ha llevado al cine, es hora de revisitar Ventajas de viajar en tren (Tusquets), esa novela tan singular de Antonio Orejudo (Madrid, 1963). Aunque cabría preguntarse qué obra de Orejudo no es singular, viendo cómo en Fabulosas narraciones por historias también desarrolla su magistral saber narrativo para sorprender al lector.
En esta, una mujer regresa a Madrid en tren de un hospital psiquiátrico del norte de España, donde ha ingresado a su marido. En el vagón la acompaña un hombre que dice ser un psiquiatra de la clínica y que la abordará sin contemplaciones para hablarle de sus conocimientos clínicos y le mostrará una curiosa carpeta roja donde lleva guardados escritos de sus pacientes.
En una parada, el presunto psiquiatra se bajará para comprar un refresco y el tren se irá sin él, obligando a la mujer y a la carpeta roja a emprender una bonita relación que implicará que ella lea estos textos y, por tanto, que se nos confiesen al lector las intimidades de aquellos pacientes que confiaron su subconsciente a un papel.
El monólogo sobre psiquiatría de las primeras páginas, interesante y relativamente fácil de entender, sobre la esquizofrenia y enfermedades mentales dará paso a una introspección mayor de las personas. A partir de entonces, la novela, narrada en tercer persona, profundiza en la mentalidad humana, en el atavismo propio de la especie y en sus más primitivos sentimientos y pensamientos y se expone un muestrario de lo mejor de cada casa con toques de humor.
El lector encuentra, así, varias historias engarzadas en unas pocas páginas, las anécdotas o vidas confluyen con aparente orden, pero requiriendo la atención del espectador para no perderse. Con un estilo muy personal, estas historias rocambolescas son protagonistas del juego narrativo que hace Orejudo. Hay partes en las que escribe párrafos sin comas ni puntos y los diálogos van precedidos por un “digo” cuando habla el personaje en primera persona y un “dice” cuando lo hace el otro interlocutor.
Con estos juegos delibesianas, el narrador nos relata la historia en profundidad de la protagonista y de por qué ha terminado ingresando a su marido en aquella clínica. Todo ello con mucho humor y una crítica social ácida donde también se habla, aunque subrepticiamente, de amor.
En las últimas veinte páginas, la novela se convierte en una espiral hipnótica que confunde al lector y juega con su psique. Una red de nombres y personajes que se enmaraña hasta llegar a un final aún más electrizante y sorprendente. La mente del lector explotará ante una situación tan pintoresca, pero narrativamente bien controlada. Esa es una de las ventajas de leer a Orejudo.

Cuando la novela es un fraude:
“Ventajas de viajar en tren” es una novela, o un conjunto de relatos, según lo perciba el lector, que, por su narración, comienza a ser atractiva desde la primera página. La forma en que la historia es narrada pronostica una lectura apetecible, ligera, extravagante y sorprendente. Y no defrauda en ese aspecto. Algunos comparan el enredado de historias que aquí se relatan con una Matrioska, y no es para menos, pues el lector descubrirá que está leyendo una historia, dentro de otra historia, que a su vez, vive dentro de otra historia... Durante su lectura no he hecho otra cosa más que reír, si bien no es un libro de chistes, la absurdez de las situaciones o incluso la frivolidad con la que el autor trata algunos asuntos bastante serios, puede resultar tronchante.
Frívola, así definiría esta lectura. En primera instancia me recordó demasiado a ese humor absurdo, o aquellas comedias de culto del cine español, aunque conforme avanzaba y aparecían nuevas temáticas, la frivolidad me pareció el término más adecuado para definir esta lectura.
Sin embargo, y a pesar de todos los puntos positivos que expongo, que sí, que son puntos a favor oiga!, Orejudo nos engaña pues esta novela es un fraude. Un extraordinario y sublime fraude.
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