La inisisa está formada por sombras tan oscuras que parecen absorber toda la luz de la habitación, hasta el resplandor de la daga que está en mi mano. Sus garras, oscuros tentáculos de tinta negra, chocan contra las baldosas mientras se recuesta sobre sus enormes ancas. Pecado convertido en vida, respirando carne gracias a la magia oscura
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