Los hombres de Texas no hablan de amor

La premisa de esta novela me tenía muy emocionada, porque me fascinan las novelas románticas de vaqueros. No porque a estos siempre los describan como hombres musculosos y dolorosamente atractivos, sino porque me gusta ver el choque de mentalidades entre la pareja principal. Los vaqueros viven en y del campo, pasan su tiempo llenos de barro, cuidando de los animales y haciendo tareas que muchas personas de ciudad se negarían a hacer en rotundo. Tienen un estilo de vida que me resulta muy interesante y por lo general atesoran valores como la honestidad, el respeto y la familia. Cuando empecé este libro, pensaba que iba a encontrarme con un rancho como eje principal, situado en un pueblo pequeño pero acogedor en el se va a bailar a pubs y a dar paseos a caballo por el campo. La pareja sería protagonista de escenas divertidas donde la naturaleza juega un papel importante, y poco a poco iríamos profundizando en los personajes, sus problemas y su relación. Ya lo sé, todo esto es muy cliché. Sin embargo, ¿no están para eso las novelas de vaqueros? ¿Para explotar, cada autor a su modo, por supuesto, todo aquello que representan los vaqueros? Sintiéndolo mucho, tras leer esta novela me dio la sensación de que Jasper bien podría haber sido un chico de pueblo sin más, porque me ha faltado ese toque hogareño y atrayente característico de las historias de vaqueros. No me malinterpretéis, gran parte de la acción tiene lugar en la finca de los Blanchard, hay baños en el lago y algún que otro paseo a caballo, pero para mí no ha sido suficiente.

Con respecto a los personajes, no sabría deciros si me han gustado o no, porque en algunas escenas actúan de manera infantil y contradictoria. Sam es una chica con agallas, curiosa y atrevida, que sabe muy bien qué quiere hacer con su vida y eso me encanta, pero luego termina en una relación amorosa de lo más conformista y aburrida y perdonando a personas que traicionaron su confianza por completo. Jasper es más consistente como personaje, más maduro de alguna forma, aunque su cambio repentino de actitud al comienzo de la novela no me pareció creíble. Pasa de ser un joven vaquero ligón, de esos que siempre llevan sombrero, a un muchacho que está seguro de que quiere pasar el resto de su vida con Sam. He aquí mi segundo motivo para no haber conectado con los personajes: el instalove. Cuando conocemos por primera vez a Sam y Jasper, ella es una estudiante universitaria y él un vaquero desenfadado. Ella se va a Texas para realizar una investigación y, casi sin darse cuenta, se pasa todo el verano entre besos y abrazos con Jasper. Estrictamente hablando, en varios meses es más que comprensible que los dos se enamoren, no sería instalove, el problema es que apenas hay escenas de ellos durante ese verano romántico. Han tenido mil y una aventuras juntos, al parecer, pero el lector no ha sido partícipe. No exagero cuando os digo que todo esto sucede en aproximandamente 50 páginas. Seguidamente, Sam se marcha a la ciudad y allí comienza su carrera como editora, hasta que años más tarde Jasper vuelve a entrar en su vida. Los dos han cambiado, han vivido experiencias duras, pero esa química entre ellos no ha desaparecido. Es aquí cuando el lector llega a ver cómo Sam y Jasper, después de dejar el orgullo y el rencor a un lado, se enamoran de verdad. Hay diálogos relevantes, momentos especiales entre ellos y además la historia paralela del abuelo de Jasper me pareció muy tierna.

Me sorprendió gratamente que Olivia Ardey utilizara un narrador omnisciente, ya que con el paso del tiempo la primera persona típica de la novela juvenil puede llegar a cansar. Aun así, en algunas escenas el tono cambia radicalmente y llegó a sacarme de la lectura. En una página la prosa es reflexiva y cuidada, se enfoca en los sentimientos de los personajes, y en otra compara a la pareja con bestias salvajes fornicando; palabras textuales. La novela concluye de una manera muy bonita, cerrando esos capítulos iniciales en los que se nos relata brevemente la infancia de Sam y dejando al lector con buen sabor de boca con esa especie de retrospectiva. En definitiva, creo que la historia tenía mucho potencial y que podría haberme encantado, pero no ha podido ser en esta ocasión.
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