Muchas cosas se vuelven hermosas cuando las miras despacio.
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Muchas cosas se vuelven hermosas cuando las miras despacio.
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No sé por qué, pero tengo la impresión de que si le miro a los ojos, lo olvidaré todo: su nota, su costumbre de no cerrar los ojos al besarme, la indiferencia con la que me dejó tirada ayer en la fiesta. Y la verdad es que no quiero olvidar nada.
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Tal vez tú puedas permitirte el lujo de esperar. Tal vez para ti haya un mañana. Tal vez para ti haya mil mañanas, o tres mil, o diez mil, y te quede tanto tiempo que puedas bañarte en él, entretenerte, dejar que se te escurra entre los dedos. Tanto tiempo que puedas desperdiciarlo. Pero para otras personas solo queda un hoy. ¿Y sabes qué? Es imposible saber a cuál de los dos grupos perteneces.
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Cuando eres niña solo sueñas con ser mayor, y cuando ya eres mayor te gustaría volver a ser niña.
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A veces, lo que me da miedo es lo que dejo atrás.
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Supongo que todas las despedidas son como lanzarse al vacío. Lo peor es decidirse. Luego, cuando ya estás en el aire, no te queda más opción que dejarte ir.
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El secreto más terrible, el del pasado que intentamos olvidar.
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Me estremezco al darme cuenta de lo fácil que es equivocarse con las personas, de lo sencillo que es quedarse con una parte insignificante de ellas y confundir esa parte con el todo, de lo poco que cuesta mezclar las causas con las consecuencias y al revés.
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Muchas cosas se vuelven hermosas cuando las miras despacio.
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La esperanza nos mantiene vivos.
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¿Qué criaturas mágicas podemos encontrar en Gringotts, el banco de magos?