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Crítica de Antoched


Antoched
16 April 2020
Se siente raro terminar trilogías, sobre todo si son como yo que pateo sagas hasta el olvido. Pero me propuse leer Delirium de una buena vez y para sorpresa de muchos ya la terminé.
Requiem fue un viaje extraño, Pandemonium me encantó, me hizo emocionar, sufrir y me dejó manija al final. Así que tenía curiosidad y miedo a la vez por ver qué nos traía doña Oliver esta vez.

En primer lugar quiero señalar que admiro el trabajo que hizo la autora construyendo su mundo distópico, incluso cuando no lo delineó del todo y muchas cosas nos quedan sin revelar. Pero se la jugó tratando de mostrarnos diferentes perspectivas y caras de esta "America Deliria Free". En el primer libro nos introdujo en la historia desde la perspectiva de Lena, una joven temerosa de la enfermedad, que sigue las reglas y no ve las horas de ser curada. Pero esa Lena no contaba con Alex, con sus antecedentes familiares y con el hecho de que el amor no es algo externo a nosotros que le podemos rehuir al poner un puñado de reglas y segregar a los jóvenes. El primer libro nos dio un inicio distópico bastante tranquilo marcado por un romance de verano que despierta el cambio y la rebelión en nuestra protagonista.

En el segundo libro nos mezcla capítulos de pasado y presente de las experiencias de Lena en lo "Salvaje", su unión a los Inválidos y su entrada en la Resistencia. Pandemonium nos muestra la otra cara de esta América, la que está infectada, la que es libre y se resiste a las normas y a la cura. Acá conocemos a toda esta gente que se encuentra fuera del sistema, los que los zombis consideran salvajes, animales, contaminados y descartables. Tenemos Inválidos, carroñeros y subterráneos, estos tres grupos engloban a la cara oculta y negada de esta sociedad.

Y en Requiem tenemos lo mejor de los dos mundos, sí, así como en Hannah Montana. Doña Oliver decide contarnos esta última aventura desde la perspectiva de Lena y de Hana. La Resistencia y la cura en sus máximos exponentes, o quizás no tanto. Me gustó leer la historia desde los ojos de Hana, la cura la cambió pero no del todo, se cuestiona muchas cosas y siente que no le funcionó tan bien como debería. Hana siente cosas todavía, sueña y rompe las reglas, incluso cuando se supone que debería ser un ejemplo a seguir ya que muy pronto se convertirá en la primera dama de Portland.

Y Lena se encuentra dividida y conflictuada entre el pasado, el presente y el futuro. Entre la Lena del primer libro, la Lena del segundo y la Lena que es ahora. La gran pregunta es qué va a decidir esta muchacha, qué le deparará el destino al final. Qué sorpresas le esperan aún.

Sobre la historia en general... sentí que hubo varios altibajos emocionales, pasan cosas interesantes y otras no tanto. Sí me gustó el paralelismo opuesto que podemos notar en los capítulos de cada una de ellas. Como a veces parece que estas dos chicas están conectadas o en un capítulo sucede algo que nos da una pista de lo que vendrá del otro lado. Temí y ansié el reencuentro de estas amigas, y aunque fue todo medio impersonal me gustó cómo se dio y cómo dejaron las cosas aunque esperara otro desenlace para ellas. Me alegré al descubrir que Hana buscó resarcir sus culpas y pecados, sigo bancándola a pesar de todo.
Y sobre el destino de Lena, como que sentí que se aisló bastante de los demás y se cuestionaba sus decisiones. al final eligió el futuro que quería para ella y al que se lo merecía. Y, al igual que Hana, al final buscó resarcir sus culpas y volvió a su hogar para no ser igual a su madre y fallarle a quién más quería en su familia.

El clímax de la historia me tenía con los pelos de punta y me temía sobre todo el final. Desde hace años venía topándome con opiniones dispares sobre el final de esta trilogía. Soy muy fan de la autora y estoy bastante familiarizada con los finales que le gusta mandar, pero de todas formas me temía lo peor. Y lo cierto es que sé por qué tanta mala sangre, es un final abierto y casi inconcluso. Pero aunque me esperaba otra cosa, leí los últimos dos capítulos emocionada y esas líneas finales me emocionaron aún más. Pueden quejarse todo lo que quieran, pero aprecien lo que hizo la autora. Nos dejó un mensaje hermoso, inspirador y totalmente metafórico. Un final que fue más allá de quién gana y quién pierde, qué pasa con la sociedad, con quién se queda Lena... fue un final que abre un hueco, sienta las bases, planta la semilla sobre lo que puede pasar, sobre lo que somos capaces y podemos lograr cuando peleamos por la libertad. Aprécienlo!
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