Felipe

Debo confesar que Olivares me puso muy nervioso al principio y apunto estuve de acusarlo a la Santa inquisición.

El hecho de presentarnos a un Felipe virginal hasta el matrimonio es pura ciencia ficción, más estando Isabel Osorio tan cerca de su lecho, poco le faltó al autor decirnos que los niños vienen de París.

Tampoco estoy muy conforme con el tiempo y forma de la separación de Juan de Austria y su madre Bárbara.

La biografía novelada toma cuerpo tras la muerte de Carlos V y el segundo de los Felipes cobra mayor protagonismo.

Un Felipe más dulce que tarta de fresa, menos cruel y menos incapaz de lo que realmente fue.

Olivares pasa de puntillas por los herederos del imperio, Fernando y Maximiliano, por no decir que los ignora.
Hasta aquí los reproches.

El autor resuelve una biografía convulsa, llena de cambios, personajes, ambiciones intrigas, bodas y funerales, de forma amena, comprensible llevando de la mano al lector a una época de la historia tan bella como rocosa, y esto no es nada fácil.

Pero...¿he dicho bodas? Sí, Felipe II fue ante todo, un excelente viudo negro, cuatro esposas enterró.

No corrió mejor suerte su descendencia, pocos fueron los hijos que le sobrevivieron, más que "el prudente" yo lo hubiera llamado "el cenizo" no hay cosa que tocara, que no fuera a peor.

Volviendo al libro, con una sencillez aplastante el historiador y guionista gana confianza según avanza y el texto lo agradece, convirtiendo lo que anunciaba desastre en una obra de conceptos generales, sí, pero que permite una visión amplia del segundo Austria dueño del mundo.

Personajes hay para todos los gustos, yo me quedo con muchos, Juan de Austria, la princesa de Éboli (Mendoza de pura casta) y el duque de Alba.

Y como aprender historia bajo el entrenamiento no es cuestión baladí, puedo decir que el barco de Olivares llegó a buen puerto, aunque con un Felipillo algo mareado.

Para conocer bien a un personaje histórico lo mejor es leer dos autores enfrentados, normalmente justo en el centro, esta la verdad.
Lo disfruté como un enano.