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ISBN : 8493937916
232 páginas
Editorial: Nevsky Prospects (16/02/2012)

Calificación promedio : 3.3/5 (sobre 5 calificaciones)
Resumen:
Con un argumento principal y una estructura que antecede a cualquier zombie movie moderna, en la mejor línea de la tradición anglosajona del relato alegórico, cuento fantástico, o clásica ghost story netamente britanica, Una ciudad asediada es la obra clave de la producción de la autora que más destaca, por su aportación única y singular, al cuento de fantasmas victoriano.
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Críticas, Reseñas y Opiniones (4) Añadir una crítica
Inquilinas_Netherfield
 30 October 2019
El año pasado hice un especial de Halloween reseñando cuatro clásicos que, por diversas circunstancias, pudieran encuadrarse en estas fechas, y este año he decidido repetir experiencia. Siempre escojo alguna obra que sea conocida pero, por lo demás, suelen ser libros que pasan bastante más desapercibidos porque de eso se trata, de darlos a conocer. Intentaré que sean reseñas lo más breves posibles (spoiler... en esta no lo he conseguido...) tanto por vosotros, que no se os haga pesada la semana, como por mí, porque me ha pillado en una época en la que por falta de tiempo realmente tengo que hacer un esfuerzo extra muy grande para traer tanta entrada al blog. al tajo.

Hoy, como habréis visto, os traigo Una ciudad asediada. Margaret Oliphant es de esas autoras victorianas con las que me he propuesto ponerme muy pesada en el blog, aunque muy a mi pesar está claro que no interesa demasiado a las editoriales españolas. A principios de año ya reseñé Lady Mary, una novela corta que ya tenía como protagonista a una fantasma y que bien podría leerse también por estas fechas. Para esta semana tenía en la estantería otras dos historias de esta autora que podían ajustarse al tema y me decidí por Una ciudad asediada y, aunque la historia no ha ido por donde yo pensaba que iría (la sinopsis tiene mucha culpa... la alusión al antecedente zombi despista bastante), me ha gustado muchísimo igualmente.

Estamos en Francia, en un pequeño pueblo amurallado de la Alta Borgoña llamado Semur. La historia comienza con las afirmaciones de algunos de sus habitantes donde dicen que su Dios es el dinero, que el otro Dios no les da de comer ni les sirve para gran cosa, y ante este credo impío no deja de escucharse la frase "si los muertos se alzaran de sus tumbas...". Y de pronto la oscuridad se cierne sobre Semur, el caluroso verano se torna en un frío y una negrura que ni siquiera han visto en invierno, no hay luz ni de día ni de noche y los que vienen de fuera y cruzan las murallas dicen que fuera todo es normal, que estas tinieblas solo afectan a Semur... entonces se empieza a sentir una multitud rodeando las murallas, una multitud invisible que sin embargo roba el aliento y aprieta como miles de seres humanos congregados en poco espacio, y empiezan a aparecer advertencias clavadas en la puerta de la catedral en las que los muertos ordenan a los vivos que abandonen la ciudad, pues ya no son dignos de vivir en ella. Una mañana ese ejército espectral e invisible traspasa las murallas y, educadamente pero con firmeza, empuja a cada uno de los habitantes de Semur fuera del pueblo y, cuando no queda nadie en él (casi nadie), cierra las murallas y toma posesión de lugar. Los seres vivos quedan fuera, desconcertados bajo un sol veraniego resplandeciente, sin saber todavía muy bien qué ha pasado ni lo que se espera de ellos; las almas de los muertos quedan dentro, rodeados de una nebulosidad negra y opaca, y no piensan volver a abrir las puertas de la ciudad hasta que los seres vivos de afuera comprendan lo que se espera de ellos.

Lo primero que hay que dejar claro sobre esta obra es que es una historia de fantasmas, pero no es una historia de terror. Oliphant tenía una visión del Más Allá muy particular e incluso criticaba el susto fácil y el abuso del horror angustioso, así que en sus escritos huía de eso. Sí que tenemos un suspense con un tono gótico muy acusado en las primeras setenta páginas, hasta que se produce la expulsión de los habitantes de la ciudad. La ciudad se ve envuelta en tinieblas, se siente una poderosa presencia extraterrenal que abruma, los habitantes pierden su libre albedrío hasta que se ven fuera de las murallas, y ni esas personas ni los lectores tenemos ni idea de qué quieren esos fantasmas, sus intenciones, si les van a hacer daño o por qué han decidido tomar la ciudad. A partir de esa expulsión el tono cambia, o más bien se retira la cortina y Oliphant descubre su pretensión inicial, y por eso nos encontramos ante una fábula que, sin resultar moralista ni pretender adoctrinar, se adentra en el terreno del "si sigues haciendo esto, te puede pasar esto". ¿Os suena a un tal Dickens y su Canción de Navidad? Sí pero no... sí, se adentra en esa línea, pero no van por ahí los tiros: la historia de Oiphant enfrenta conceptos mucho más espirituales y mucho más propios de la sociedad victoriana en que vivía.

Pero repito, que nadie extraiga de lo que digo que este es un cuento con moraleja porque nada más lejos de la realidad. Más bien al contrario, el poso que deja el libro no es ni mucho menos esperanzador porque los seres humanos tenemos muy mala memoria y tendemos a repetir nuestros errores una y otra vez. La visión de Oliphant es que la vida terrenal transcurre paralelamente a la espiritual, que las almas de los muertos conviven con nosotros y saben de nuestras flaquezas, que los vivos somos incapaces de ver más allá de nuestras narices y que los muertos se desesperan porque son incapaces de transmitir su mensaje de manera que los vivos lo entiendan. La narración está impregnada de desilusión y frustración por ambas partes, los expulsados y los invasores, por esa incapacidad de comunicarse, y porque el final que desean unos y otros es totalmente diferente y, por tanto, imposible de alcanzar de tal modo que todos queden satisfechos.

Oliphant usa varios narradores para contar la historia, y aunque la voz cantante la lleva el alcalde de Semur, Martin Dupin (no creyente y, por tanto, alejado en su narración de diatribas religiosas), también conoceremos cómo transcurren esos días para las mujeres y los niños (que emigran en bloque a la casa de verano del propio Dupin) o para Lecamus, el único ser vivo que queda dentro del pueblo cuando se cierran las puertas y que ejercerá de emisario de las almas invasoras. La narración es característica de la autora: muy rica, a veces incluso florida, pero nada pedante ni rimbombante. Oliphant necesitaba escribir para vivir y alimentar a su familia y su obra es muy, muy numerosa, pero eso no se traduce en absoluto en prosa facilona o vulgar ni en una historia frívola o liviana. Más bien al contrario; las descripciones son precisas, muy sensoriales y sugerentes (en ocasiones, cuando empiezan a repicar esas campanas ocultas por la negrura, o cuando sienten esas ráfagas de aire cada vez que un espíritu pasa junto a ellos, te pone los pelos de punta), y sobre todo trabaja mucho el aspecto humano, con sus dudas, sus miedos, su agotamiento, su desconcierto, su necesidad de ver, saber, conocer y su impotencia cuando sus recursos y capacidades se demuestran limitados para hacerlo. Se preocupa por los personajes tanto como por envolver la historia en un tono evocador, y abre muchos frentes, muchos más de los que yo puedo abarcar aquí sin extenderme mucho más de lo aconsejable, que invitan a reflexionar sobre la época en la que fue escrita la historia, la propia sociedad británica (por mucho que aquí se la lleve a Francia) y la conexión espiritual con nuestros muertos.

Así pues, y por ir finalizando, estamos ante una ghost story, pero al estilo Oliphant, en la que hay fantasmas (muchos, un ejército), pero vienen en son de paz: solo quieren transmitir un mensaje, hacer recapacitar a los habitantes de esa ciudad, y la única manera de conseguirlo es sacarlos de sus casas y forzarles a comprender qué está ocurriendo y qué se quiere de ellos. Otorga a la historia un realismo que no se discute, como si un ejército invasor de almas fuese algo plausible. Y por muy curioso que pueda parecer, la invasión fantasmal se solapa y convive con la rutina diaria tanto de los hombres que quedan fuera de las murallas como de las mujeres y niños que se alojan en una casa de verano, lo que dota a la historia de la inevitable pátina de costumbrismo habitual de la época en que fue escrito. Por si todo esto fuera poco, aún va más allá y realiza una crítica social sobre lo que creemos que somos y el lugar que creemos que ocupamos en la escala social, sobre la hipocresía, la incapacidad de asumir nuestras faltas y lo poco confiables que somos. ¿Historia de fantasmas? Sí. ¿Historia de terror? No. Inquietante sobre todo en el primer tercio, pero que nadie se acerque a ella buscando pasar miedo. No es lo que pretendía la autora.

Esta reseña se queda muy corta para todo lo que me gustaría contar, y aun así ya no he cumplido con la brevedad prometida al principio y me he pasado de extensión (tengo un problema para abreviar, ya lo sabéis... no tengo el don de la concisión). En cualquier caso, quien se haga con el libro y lea el magnífico prólogo de Jesús Palacios comprenderá el alcance total de la historia en todas sus vertientes (aunque aconsejo leerlo después de haber leído el libro, no antes). Palacios sintetiza con genio en pocas páginas tanto las circunstancias que rodearon la desgraciada vida de la autora como su visión de las ghost stories que le dieron fama. La traducción es del escritor Jon Bilbao, y la edición corre a cargo de Fábulas de Albión, sello de la editorial Nevsky que no tengo muy claro si a día de hoy sigue publicando o no, pero este libro en concreto, aunque consta como agotado en su web, todavía se puede encontrar y comprar sin problemas.
Enlace: http://inquilinasnetherfield..
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Yani
 01 August 2018
Hacía tanto que no leía un libro de terror que la sinopsis de este (y conociendo previamente a Oliphant por "La puerta abierta") me había llamado poderosamente la atención. El problema es que cuando una lo empieza a leer deja de ser lo que esperaba, convirtiéndose en una historia amable sobre fantasmas que expulsan a los vivos de la ciudad por motivos religiosos. Los elementos de terror están en las primeras páginas y, una vez que se descubre quiénes son los asaltantes y cuáles son sus intenciones, los pierde.

El narrador es el Maire de Semur, Martin Dupin, quien deleitará al lector con párrafos en donde cada dos por tres se auto- halaga por lo inteligente y eficiente que es. Un buen día el cielo oscurece y todos los habitantes de la ciudad se ven aleccionados por una fuerza extraña que los expulsa de allí, obligándolos a permanecer del otro lado de las puertas. Sin mucha tardanza descubrirán que son los muertos (en donde se incluyen los seres queridos que han fallecido) que se han levantado coincidiendo con el cierre de una capilla. Sólo hay que sumar dos más dos.

Que los fantasmas deambulen por la ciudad y tengan contacto con los vivos es lúgubre. Confieso que, más que miedo, este libro me generó cierta tristeza por lo que implica su argumento, el saber que del otro lado de la puerta está el espíritu de alguien que se fue. Estos fantasmas no son violentos, no hacen volar objetos por los aires: son más mensajeros que otra cosa. La forma en que dan el mensaje es la que da miedo (o un mínimo escalofrío, para ser exacta), no ellos en sí. Los primeros acontecimientos están bien desarrollados y despiertan interés, a pesar de que una frase que se repite muchas veces ya los predice. Me parece una pena que el apabullante trasfondo religioso y el narrador antipático no colaboren con lo que se estaba contando. Llegan a saturar y confieso que me produjo un alivio que haya cambios de narradores… hasta que se dedican a hablar de la distribución de la gente en el refugio.

Hay personajes de todo tipo y justo el protagonista es el más insoportable: la mitad del libro se la pasa idolatrándose a sí mismo, haciendo comentarios cuestionables (pero acordes a la época victoriana, por más que esté ambientado en Francia) sobre las mujeres y gritándole a la gente. No soporto a los personajes que sólo gritan y exclaman. El mejor ha sido Lecamus, al igual que su parte de la narración. La esposa y la madre de Dupin son olvidables, ya que sólo adulan al Maire y cumplen a rajatabla lo que él se encarga de decir acerca del género. No me extiendo en esto porque no viene al caso, pero a este libro se le puede sacar mucho jugo por ese lado, visto y considerando que el terror brilla por su ausencia. Creo que Una ciudad asediada es una gran advertencia. No pude encontrar si Oliphant era excesivamente devota, pero sí deducir que estaba mostrando la decadencia de la fe a finales del siglo XIX. Y no se le ocurrió mejor idea que plasmarlo en una novela y dar consejos indirectamente. Por suerte, Oliphant escribe muy bien y se puede disfrutar de su estilo. Lo que me quedó atragantado es lo repetitivo y lo solemne que se vuelve el asunto en sus manos.

En fin, no pude congeniar del todo con este libro que prometía mucho. le falta fuerza en el final y me dio la sensación de que la historia estaba para más, que podría haber tenido condimentos que no hicieran de ella algo tan etéreo. Me gustó a medias, más por lo que me dio para analizar que por la finalidad que creía que tenía Una ciudad asediada: darme un buen susto.
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Davicalpa
 01 January 2021
Cuando uno lee una historia como esta de Una ciudad asediada no puede evitar que le venga a la cabeza las reminiscencias de la propias experiencias de la autora. Margaret Oliphant tuvo una vida llena de contrastes que van desde su reconocido y prestigioso éxito profesional a sus innumerables desgracias personales que aparecen como fantasmas en todas sus novelas. Basta con echar un vistazo al extenso prólogo con el que Jesús Palacios abre esta novela para entender el desbordante trabajo con el que Margaret se esforzaba para sacar adelante a su familia y sus pesares tras el fallecimiento de muchos seres queridos.
De ahí que cuando vas leyendo esta fantástica historia en la que los habitantes del pueblo se ven expulsados de sus hogares por el regreso de entre los muertos de sus seres queridos uno no deje de emocionarse al leer entre las voces de sus personajes los propios anhelos de la autora, vertiendo en papel sus sentimientos mas íntimos. Cualquiera que haya perdido a un ser querido podrá empatizar con esas ideas y, aunque la novela está escrita a finales del siglo XIX, reconocerá ese pesar y esperanzas en estos personajes.
Ademas Oliphant decide prescindir del narrador omnisciente para ofrecernos una novela coral contada desde los puntos de vista de sus protagonistas, enfocando los sucesos de un modo perfecto para entenderlos y, como no, emocionarnos con sus vivencias. Existe algún que otro pasaje que estremece ante la belleza de lo experimentado.
Otro de los grandes aciertos de la novela es la capacidad que tiene Margaret para diseccionar la sociedad francesa de la época. El comportamiento, la moralidad, la responsabilidad de los personajes para con su comunidad y su familia nos ofrece un perfecto dibujo de cómo se orquestaba una época. Esto lleva inevitablemente a un esfuerzo por parte del lector para entender la manera de actuar y pensar de nuestros protagonistas, tan alejada a la actual. Sus creencias religiosas, su sentido del honor, su visión acerca del papel que tiene la mujer en la época...resulta cuestionable en la actualidad pero Oliphant refleja lo que conoce y lo hace a la perfección.
El misterio que rodea la historia es estremecedor y te llena la cabeza de las eternas cuestiones universales. ¿Qué nos espera tras la muerte?, ¿cómo debemos actuar durante la vida? y, sobre todo el cuestionamiento a los planes divinos y la resignación a sus decisiones, que enmarca esta novela en una reflexión teológica plagada de sentimientos.
Preciosa historia llena de encanto que, en cierto modo, anticipa las novelas de esos retornados entre los muertos que quieren regresar con sus seres queridos.
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NuriaCC
 18 March 2023
Una ciudad asediada, 1869
Margaret Oliphant
Fábulas de Albión, 2012
Traducción de Jon Bilbao
Prólogo de Jesús Palacios

Una mañana cualquiera en pleno verano, los habitantes de la ciudad francesa de Semur se despiertan envueltos en las tinieblas de una noche de invierno y se sienten arrastrados por una extraña fuerza que los empuja a dejar sus casas y abandonar la ciudad.
Tras ellos, las puertas de acceso a la ciudad se cierran y las campanas de la catedral tocan a difunto.
Los vecinos se reúnen en las afueras, estupefactos e invadidos de un temor irracional.
¿Son realmente sus difuntos los que se han apoderado de las calles?
La narración metódica y desapasionada de Monsieur Dupin, el alcalde, nos hace saber que el comportamiento impío de ciertos vecinos y el abandono de la religión cristiana ha provocado el levantamiento de los muertos, que dejando sus tumbas, han tomado la ciudad para provocar un cambio en esas actitudes.

Quizás sea ese el punto débil de la historia. Empieza con una atmósfera muy, muy prometedora e inquietante, pero termina perdiendo un poco la tensión al hacer a las mujeres piadosas y devotas sin fisuras las únicas capaces de comprender todo lo que que está sucediendo.

Pero sigue siendo una gran muestra de ghost story victoriana de mi admirada y poco valorada Margaret Oliphant

Autora siglo XIX #retomujeresautoras
Clásico de terror #retonetherfield2023 Nivel 1

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Citas y frases (2) Añadir cita
NuriaCCNuriaCC18 March 2023
Vos pensáis que todo es oscuridad en Semur. M. le Marie, os aseguro que no es así. Las tinieblas envuelven las murallas como una mortaja, pero en el interior, poco después de que partieran los vecinos comenzó a brillar una luz suave y maravillosa, que no era la del sol ni la de la luna. Y al igual que desapareció la oscuridad, con el tañer de las campanas también quedó atrás el silencio.
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YaniYani26 August 2018
El mundo nunca será muy distinto a como es ahora. Mientras haya ángeles como vos que cuiden de nosotros, la balanza no se inclinará hacia el lado malo.
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