Rebeca y Julieta

Olga y Vanessa presentan con su ópera prima y de forma autobiográfica, cómo una bonita historia de amistad puede convertirse en un inesperado y profundo romance. Para ello emplean como metáfora los nombres de los famosos amantes de Shakespeare que dan nombre a la historia.

Escrita a dos voces y ambientada en las bulliciosas calles de la Barcelona más actual “Rebeca y Julieta” no solo recorre la cultura popular musical incluyendo una playlist en el inicio de cada capítulo y poniendo banda sonora a la historia, sino que se adentra en la psique de las protagonistas intentando dar respuestas a las múltiples cuestiones que las asaltan tras hallarse en medio de una situación completamente inesperada para ellas.

La narrativa directa y coloquial la dotan de un carácter más oral que lo formalmente establecido para la palabra escrita. El uso excesivo de adjetivos, descripciones y comparaciones abruman al lector y ralentizan el ritmo de la obra, el cual no es de por sí excesivamente trepidante.

Basándose en desconcertantes saltos temporales las autoras juegan con un papel de narrador en primera persona omnisciente que consiguió desconcertarme en su totalidad. Pues si en un principio la trama se presenta como una alternación de la narrativa de cada una de las protagonistas no comprendo la razón que las lleva a explicar situaciones o conversaciones ajenas sin estar el sujeto presente. Un ejemplo claro; Julieta expone una de las reuniones que mantiene Rebeca con su jefe, ella no está presente. Informa de los sentimientos de Rebeca y la conversación que acontece. Como lectora no podía creerme lo que Julieta me contaba y me obligaba a salir de la lectura preguntándome el por qué no era la propia Rebeca quién en su capítulo exponía dicho momento. La situación se repite en diferentes ocasiones.

Otro punto que me provocaba recelos es el gran esfuerzo que ponen Olga y Vanessa en remarcar la feminidad de sus personajes, como si por el hecho de pertenecer al colectivo LGTBI carecieran de la misma. Constantemente explican sus outfits de tacones, vestidos ajustados, cabello largo, maquillaje y pintalabios. Así como las comidas que realizan en cada momento siempre siguiendo los cánones de unas auténticas mujeres fitness. Detalles que considero innecesarios pues no aportan datos relevantes al enfoque de la trama, la cual aparenta o pretende ser más introspectiva y reflexiva.

A pesar de que, en mi opinión, la novela no está bien escrita ni enfocada, principalmente porque las autoras no son escritoras de profesión, considero que se pueden destacar ciertos puntos positivos.

Mediante la propia experiencia Olga y Vanessa aportan una serie de consejos sobre la aceptación de uno mismo en el ámbito más puramente sentimental. al basarse en una situación real estas ideas pueden ayudar a personas que al igual que ellas pueden sentirse atrapadas en una espiral y asfixiadas por los prejuicios.
Del mismo modo, exponen la dificultad a la que una persona homosexual puede enfrentarse cuando decide abrirse a los demás con el miedo de no ser aceptado.

Cabe destacar que la obra en ningún momento se presenta como un manual para guiar o mostrar las dificultades que una persona homosexual puede tener, sino más bien presenta una realidad que las autoras han decidido dar a conocer para hacer al lector partícipe de su propia experiencia.

Personalmente, no he llegado a comprender la relación que se pretende transmitir al unir a los míticos amantes de Shakespeare con la relación de Rebeca y Julieta pues nada tienen que ver. Sinceramente esperaba más guiños a la obra teatral que el cambio de nombres. A diferencia de la primera cuyos amantes se ven impedidos a estar juntos por la enemistad de las familias, en la segunda la única que pone constantemente impedimentos para ser feliz debido a sus constantes dudas y prejuicios es Julieta. Algo que se vuelve repetitivo a lo largo de la segunda mitad de la historia.

Siendo sincera a partir de las cien páginas se deja leer y entretiene, a partir de ahí no la he disfrutado. Me ha parecido una historia lenta, insípida y repetitiva. Los personajes reinciden una y otra vez en los mismos estereotipos e inseguridades, poniendo en riesgo emocional a los demás. Los personajes secundarios empiezan a aparecer sin orden ni concierto y las conversaciones muchas veces sirven para rellenar.

En resumen, “Rebeca y Julieta” es una lectura costumbrista sobre una relación de dos mujeres que toda su vida se han creído heterosexuales y de pronto se sorprenden enamoradas de alguien de su mismo sexo que sirve principalmente para desconectar. La premisa y la idea del formato son buenas, pero las autoras no han sabido darle un enfoque correcto para hacerla más atractiva al lector.

Una novela juvenil que se deja leer, pero que no recomendaría a todo el mundo.

Y porque no le puedo dar menos. Es lento, pesado, con una cantidad de detalles y frases rimbombantes que no aportan nada a la historia. No paran de mencionar calles y restaurantes como si de influencers se trataran. Repiten sus nombres hasta la saciedad. Julieta es como el perro del Hortelano, que ni come ni deja comer. Sus trabajos son maravillosos y todos los compañeros un encanto, sus pisos una maravilla, ¡ni que estuvieran en el país de la piruleta! Y la historia "de amor" no hay por donde pillarla. Insufrible.

Una historia bonita que hay que leer con tranquilidad, empaparse de todo lo que vas leyendo, de la historia de dos personas que nunca habían sentido nada igual, que tienen miedos que no saben entender que les está pasando y porque sus vidas están girando tan rápido.

Un camino de aprendizaje, amor, comprensión, aceptación... que las llevara a ser quienes son y a contarnos esta historia tan genial y tan shakespiriana