Departamento de especulaciones

Se lee muy rápido y además es corto. No conocía a la autora. Tiene muy buenas críticas, se dice de la novela, que es poderosa y auténtica.
Escrito a modo de un diario disperso, una prosa fragmentada y estructurado en partes bastantes breves, es una historia que se va reconstruyendo fragmento a fragmento del día a día, sobre el amor, la maternidad, la traición, lo cotidiano... Se propone retratar el alma, las emociones.
Está contada desde el punto de vista de una americana anónima, donde las citas se mezclan con las escenas de pareja y de la frustración personal, se construye así, una novela diferente. Es como un experimento novelesco, una escritura fragmentada como un rompecabezas. Sin embargo, la autora utiliza de forma magnífica todos los recursos de la narrativa.
Es muy interesante, la cantidad de citas o invocaciones a muchos grandes escritores, así va trazando la trayectoria de un matrimonio y de una escritora que vive en Brooklyn, y la narradora se convierte en el centro de la novela, incluso tenemos cambios del punto de vista. Empieza en primera persona, pero después el yo de la narradora se convierte en “la esposa” y el yo que narra la historia, pasa a la tercera persona. Así la vamos conociendo muy bien, nos dice como piensa, como siente y como se mueve por el mundo, al marido lo conocemos, por tanto, a través de lo que ella piensa, explica su vida y la crisis de su matrimonio.
Un título muy sugerente, que viene de los comienzos de la relación, él y ella se enviaban cartas, cuyo remitente era “Departamento de especulaciones”.
Asistimos a la insatisfacción, tras años de convivencia, la transformación de su vida, al tener una niña, las dificultades para compaginar su profesión con el ámbito doméstico y el desencanto de la vida conyugal, que tiende hacia la monotonía.
Sabemos que la narradora enseña escritura creativa en la universidad, como la propia autora Jenny offill.

Me ha gustado mucho, mucho. Me ha tocado la fibra. Me ha conmovido la tristeza, el cansancio y la desilusión que desprenden estos destellos de pensamientos, estas breves notas sobre la sucesión de pequeños momentos, con frecuencia inconexos, y los grandes espacios que se crean en torno a ellos, de una mujer enfrentada a su trabajo, a su matrimonio, a su maternidad, a la escritura de su segunda novela, a sus amigos, al abandono, a la posible locura y a la depresión cierta.

Una mujer que se entrevista a sí misma: “¿Qué quieres? No lo sé. ¿Qué quieres? No lo sé. ¿Dónde podría estar el problema? Déjame en paz.” Una mujer culta, elegante en su forma de expresarse, perspicaz en la elección de los comentarios y las escenas con los que se explica y nos explica, inteligente en la ligazón que establece entre ellos y dotada de un poderoso poder de sugestión y de comunicación de situaciones y sentimientos.

Me ha gustado la sobriedad, la simplicidad, la ternura y la rabia, la justa distancia, la concreción, la sutileza, la sinceridad, el humor, la importancia del detalle, y hasta el cripticismo que caracteriza en ocasiones sus pensamientos, propio de alguien que recuerda y reflexiona sobre su vida con sus particularísimas claves. Y me ha gustado el desconsuelo sin dramatismos excesivos con el que compara su vida con aquellas ilusiones que, como un juego, plasmaron ella y su marido en aquellas cartas que se enviaban con un remitente invariable: Departamento de especulaciones.

Sí, me ha gustado mucho, mucho el conjunto que así se dibuja, la forma en que esas mil piezas acaban ajustando hasta conformar una forma distinta y atractiva de contar lo tantas veces contado acerca de un matrimonio fallido.

“Mi marido es universalmente conocido por su bondad. Siempre está enviando dinero a los afligidos por misteriosas enfermedades, o limpiando el camino de entrada del vecino loco, o saludando efusivo a la chica gorda de Rite Aid. Es de Ohio. Eso significa que nunca se olvida de darle las gracias al conductor del autobús o que nunca empuja a quien espera delante de él en la recogida de equipajes. Tampoco lleva una lista de toda la gente que lo ha enfurecido en un mismo día. La gente tiene buenas intenciones: eso es lo que cree. Pero entonces, ¿cómo es posible que se haya casado conmigo? Porque yo odio mucho y con gran facilidad. Odio, por ejemplo, a los que se sientan con las piernas separadas. A los que dicen que rinden al ciento diez por ciento. A la gente que se define como “desahogada” cuando en realidad es vergonzosamente rica. Juzga usted demasiado, me dice mi psiquiatra, y lloro durante todo el camino de vuelta a casa, mientras le doy vueltas a eso.”

Leer este libro ha sido como participar en una clase de educación física de esas en las que hay que saltar un obstáculo, agacharse y pasar por dentro de un tubo que parece un gusano gigante, para luego volver a ponerse de pie y saltar dando una palmada. La propia autora reconoce en los agradecimientos que el libro tiene un formato endiablado. Y creo que ese es su punto fuerte (o débil, dependerá de cada uno).
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Tiene una estructura distinta a todo lo que he leído hasta ahora. Hay referencias a frases de gente como Stefan Zweig, Kafka, Luther King o John Berryman; te encuentras frases en cursiva, párrafos muy cortos, otros más largos, comentarios sobre ciencia...La protagonista narra en primera persona hasta que llega un punto en que comienza a hacerlo en tercera...
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Me ha gustado mucho el libro, pero al principio me fue difícil hacerme con esta estructura un tanto desestructurada. Me costaba vertebrar esta historia de una pareja que, tras años de relación, comienza a vivir tiempos complicados.
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El título es el remite que la pareja utilizaba, al principio de su relación, cuando se enviaban cartas: Departamento de especulaciones. Es inevitable especular, pensar en lo que vendrá, en lo que deparará una relación. Pero al final nuestras decisiones van construyendo el camino, y la vida también actúa de obrera fabricando esa senda. Y no siempre acabamos en el lugar que queríamos estar. La protagonista (no os puedo dar el nombre porque no nos lo dice) se aparta de su idea de ser una gigante del arte y viajar sola cuando se enamora y ya tiene que repartirse entre su profesión y su vida personal. miedos, encargos literarios, situaciones con su hija...hasta que algo para su mundo y lo hace girar en sentido contrario.
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Es una lectura diferente. Un libro arriesgado, valiente por esa estructura, de esos que despiertan reacciones dispares (por lo que he leído en otras reseñas). O te conquista o no te gusta nada. A mí me ha pasado lo primero.
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"Departamento de especulaciones" nos presenta toda una serie de fragmentos desordenados acerca de una relación.

El libro tiene una estructura muy peculiar y original que he devorado, aunque me ha dejado una sensación extraña. Semanas después sigo meditando si me ha encantado o si simplemente ha estado bien.

Por fin puedo hacer las paces con Jenny Offill.
No me había gustado Weather, pero me pareció brillante así que quise darle otra oportunidad con este libro.
Es una lectura maravillosa. Que ni les de nombres a sus personajes principales se me hacía raro al principio, pero funciona de maravilla.