Algunos estudios indican que la lectura exige grandes esfuerzos del sistema neurológico. Según una publicación psiquiátrica, las tribus africanas necesitaban más tiempo de sueño si se les había enseñado a leer. Los franceses creían a pies juntillas en estas teorías. Durante la segunda guerra mundial, las raciones de comida más abundantes se reservaban para quienes tenían que desempeñar extenuantes actividades físicas o bien para los encargados de leer y escribir.
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