Una cuestión personal

Admito que me desilusioné un pelín cuando leí al segundo nobel de literatura que ganó Japon. Ya sé,  mala mía. Siempre creo que todos los japoneses tendrán esa belleza suave y esa perfección de la forma que tienen Kawabata y Mishima.
Y si bien Kenzaburo Oe escribe muy bien, esperaba un poco más de su estilo narrativo. Eso sí, en cuanto a trama no hay quién lo supere. Este libro es de los que te impactan. Su historia es tan brutal que sería bueno advertir a los lectores que puede realmente herir su sensibilidad. NO ES PARA CUALQUIERA. Yo que soy madre y que sé lo que es tener un bebé recién nacido en brazos, tuve escalofríos durante casi todo el relato. El protagonista es un nuevo padre que en realidad no quiere serlo, y que encima descubre cuando va a ver a su hijo por primera vez, que el niño es deforme😟. Y en ese momento al pobre tipo lo obligan a jugar a ser Dios con su propio hijo: tiene que elegir entre dejarlo morir o luchar por su supervivencia aunque esto implique una vida de sufrimientos, tanto para el niño como para los padres😫. Ese es un dilema imposible que ningun padre debería padecer.
Qué es lo mejor de este relato? La intención con la que fue escrito💜. Kenzaburo lo publicó para darle voz a su propio hijo que no la tiene. Porque sí, esta historia es semiautobiográfica. Él también tuvo un hijo con hidrocefalia y a él también los medicos le hicieron decidir sobre la vida de su niño. Pues Kenzaburo luchó por su nene y este se salvó, aunque con graves secuelas: autismo severo, retraso mental, dificultades visuales... Durante varios años el niño no reaccionaba ante nada. Y qué hizo Kenzaburo? SIGUIÓ LUCHANDO POR ÉL🥺. Un día notó que el niño se interesaba por el trino de un pájaro. Por lo que Kenzaburo le compró un c.d con mas de 70 sonidos diferentes de aves con sus correspondientes nombres. Y el niño que nunca había pronunciado una sola palabra, finalmente lo hizo. Cuál fue? El nombre de un pájaro😄. Estaba en el jardín, escuchó su canto y lo reconoció entre los sonidos del C.D. Desde ese momento, sus padres lo pusieron a estudiar musica. Hoy en día, el niño, Hikari Oe, se convirtió en un magnifico compositor musical😍. Yo la busqué en youtube y es hermosa🥺.

P.d: FELIZ CUMPLE PARA RAFA PEREZ🥳🥳🥳🥳 alias rafaguillo, alias don papi, alias " señor perez". Señor perez es por " mister grey" de 50 sombras de grey😁. Si tienen dudas de por que lo llamamos así por mas de 2 años, preguntenle a él. Se los leyó todos. ( dirá que fue culpa de su mujer pero para mi que le encantan😁)

Teniendo en cuenta su sinopsis, no es este el mejor libro para contaros que este #marzoasiatico me está dando grandes alegrías, pero qué le vamos a hacer, es la pura realidad. “Una cuestión personal” cuenta una historia trágica, muy trágica, y lo hace sin paños calientes: esta no es precisamente una lectura cómoda y las emociones que os va a provocar no van a ser nada agradables.

Tampoco os va a caer demasiado bien el protagonista. Bird es un hombre egoísta, cobarde, infiel, borracho, misógino, mentiroso y pusilánime. Pero la disyuntiva en que se ve envuelto es tan poderosa que es imposible no sentir compasión por él (a su mujer se le oculta la verdad mientras se recupera en el hospital). El libro propone un dilema moral aberrante, y en un primer momento puedes sentirte asqueada ante ese doctor que propone dejar morir a “esa cosa”. Pero, a la vez, no puedes evitar ponerte en el lugar de ese padre que no puede dormir ante la idea de pasar el resto de su vida cuidando de un vegetal.

La novela no escatima en escenas sexuales gráficas, lo que me sorprendió dado que fue escrita en los 60 en Japón. Y en este punto me gustaría dedicar un pequeño espacio a homenajear a Himiko, la amante de Bird: una mujer independiente, liberada y fuerte, cuyas peculiares teorías sobre la vida y el universo me parecieron muy refrescantes. La resolución que se le da a su trama me encantó.

En resumen, “Una cuestión personal” nos habla de lo despiadada que puede ser la vida a veces, pero también abre un halo de esperanza. Kenzaburo Oé basa el libro en su propia experiencia, ya que tuvo un bebé con hidrocefalia y autismo, y los médicos le pusieron en la misma encrucijada que Bird. Kenzaburo y su esposa optaron por salvar a su hijo, quien creció hasta convertirse en un compositor musical; aparte de en el centro de la obra del Nobel japonés, según sus propias palabras.

Una lectura inolvidable.

Ōe Kenzaburō nunca defrauda. En esta ocasión nos encontramos con un personaje al que la vida lo pone en una situación en la que jamás pensó que se encontraría. Su forma de reaccionar, su comportamiento, sus decisiones, nos llevan a detestarlo durante prácticamente toda la novela. Sin embargo, cuando la terminas, la dejas reposar y piensas sobre ello, es cuando dudas de acerca de como actuarías tú si te vieses en la misma situación, y ahí la perspectiva cambia un poco. Un libro para leer, dejar reposar y sacar cada uno sus propias conclusiones.

La historia es triste, angustiosa, una narración de realismo grotesco, una mezcla de realidad e imaginación que te envuelve en un clima estresante. Un lenguaje directo, con frases cortas y complejas, repletas de adjetivos que expresan a la perfección la agresividad y crudeza de la situación.
El lector se encuentra ante las dos semanas más trascendentales en la vida del protagonista, un joven inmaduro al que se le presenta el reto, hasta ese momento, más importante de su vida, al que tiene que hacer frente desde la madurez y la responsabilidad. Quién comienza siendo un "niñato" egoísta y pusilánime, descubre que el "monstruo" que ha nacido ha venido para quedarse, y no le va a dejar jamás. No puede alejarse de su responsabilidad, esta vez no. Un alegato del derecho a la vida.

Bird entra en una crisis existencial como consecuencia de situaciones que combinan al mismo tiempo. Un bebé con “dos cabezas”, el sueño de un viaje, la familia, un trabajo que no lo hace feliz y el re descubrimiento de otra vida sexual.
Huir como consigna, dejar de huir como la salvación también son parte de esta excelente novela.