La presa

brownchoco

8

Esta corta novela llegó a mis manos en mi última excursión a una de mis bibliotecas,no había leído nada de este premio nobel hasta ahora.El prólogo de esta es un crimen,no por malo, está muy bien escrito pero si destroza la lectura ya que más bien es un resumen con pelos y señales,con lo cual no lo leáis o hacedlo al final. La trama gira entorno a un prisionero negro cuyo avión es derribado y capturado por unos aldeanos japoneses cuya vida de pobreza y aislamiento harán que los niños lo vean como un animal al que tratan como si fuera su mascota. La historia es narrada por un niño de la aldea de corta edad ,todo visto desde su visión y no por ello deja de ser interesante,más bien consigue lo contrario.El piloto no es una pieza importante en la obra,eso sí ,todo gira a su alrededor,pero son los niños los protagonistas y su día a día en un entorno de pobreza y en dónde la vida es cruda pero no para ellos, que parecen ser feliz con lo que les rodea y más desde que llegó su hombre mascota de color. El final marcará al lector con su brusquedad y rudeza en la vida de la aldea.No es una lectura fácil y para evadirse,más bien para reflexionar con lo cual ahí lo dejo lectores,que cada uno saque su conclusión a la hora de elegir o no está breve novela narrada de manera magistral

La guerra tiene dos visiones, la de los triunfadores, que en Occidente persiste, insiste y campea en la mentalidad general.

Pero la visión desde los derrotados tiene múltiples aspectos, múltiples versiones. Una de ellas es esta.

Es equiparar la misma con la súbita aparición del “ Otro” en la historia, en el discurrir de la vida comunal, del tipo que sea. Es desgranar la otredad en sus vertientes. La que confronta al yo con sus carencias y limitaciones. La que antepone el asombro inmediatamente precedida del terror, y el deseo de desaparición del otro, a veces en su incorporación a la vida diaria, manejado en la novela como la domesticación del mismo. A veces en el reflejo de las carencias, manifestadas principalmente por la incapacidad de comunicación, de compartir, para aprender y deja solo los rescoldos de esa diferencia que resultan siendo objeto de humillación, manifestada en actos pueriles. Y siempre en la ominosa presencia de la muerte que suele suceder no tiene relación absoluta con la infame guerra.

En este relato, el premio nobel Nipón ; construye estas manifestaciones de la occidentalización forzada de la cultura japonesa, en la figura de una aldea japonesa, tan consciente de la guerra como ajena a ella, hasta que un piloto occidental cae en las cercanías y es tomado preso, para mayor impacto un individuo de raza negra. más como una presa capturada, objeto de temor y reverencia que se desliza hacia la familiaridad, permitida por la ausencia de comunicación, en múltiples acepciones. Incluso Se le permite participar en rituales infantiles con una gran carga de erotización ( Eros confrontado a Thanatos) .

Acontecimiento que es punto de inflexión en el doloroso desgarramiento del personaje de su ser infantil, para ser arrojado, aunque solo sea para atisbar en el quehacer adulto.

Metafóricamente implica todo lo que la confrontación arrastra tras de sí, incluso en zonas ajenas al conflicto.
La mutilación de aspectos físicos, emocionales, sociales, culturales.

Terriblemente hermoso relato de una incongruencia.

Escuché hablar por primera vez de este libro en el curso que hice el año pasado sobre Literatura Japonesa y me impactó mucho el argumento, por lo que, aún no siendo una de las obras más famosas de Oé, quise leerlo sin falta.

La novela nos sitúa en un pueblo bastante pobre (en el que los niños caminan descalzos y comen arroz y patatas) durante la IIª Guerra Mundial. Todos los días sobrevuelan varios aviones la zona, hasta que un día uno de esos aviones se estrella y los adultos del pueblo salen a buscar cualquier cosa aprovechable entre los restos. Parece que esta vez han encontrado algo jugoso, un soldado americano de color consiguió sobrevivir al lanzarse en paracaídas antes de la colisión y los hombres lo han capturado con intención de avisar al Gobierno de la zona y recibir instrucciones al respecto. Mientras, “el negro”, como se refieren a él todos los habitantes, permanece encerrado en un almacén, siendo la presa a la que se refiere el título de la obra.

El niño protagonista es el encargado de llevarle la comida; al principio irá escoltado por su padre, pero poco a poco irán relajándose en las formas al ver que la presa es inofensiva. le quitan la trampa de jabalíes con la que le mantenían atado, le dejan interactuar con los niños de la aldea, le permiten salir fuera y le facilitan herramientas para que arregle cosas, etc. Todo el pueblo parece disfrutar de la presencia de ese ser extraño, e incluso el propio soldado parece agradecer el cambio en el trato que le dispensan, hasta que llega el día en que solicitan su traslado desde la ciudad, momento en el que se producirá un cambio en la situación que estaban viviendo hasta el momento.

Además de ser una obra interesante en sí misma por su temática, el que sea un niño el que narra la historia le da una perspectiva diferente, más inocente y menos cargada de prejuicios, lo cual enriquece mucho el relato. Sin duda se trata de una novela muy recomendable.

Segunda Guerra Mundial. En las inmediaciones de una aislada aldea japonesa un avión sufre un accidente y solo hay un superviviente, un soldado negro, la presa.

Los adultos del lugar lo encierran en una bodega para deleite de los pequeños del lugar, el soldado pasa a ser su mayor entretenimiento y el poder bajarle la comida o asomarse para observarle, un privilegio.

¿De qué manera influirá su presencia en la vida de la aldea?

Gracias a su forma de narrar, sin caer en tediosas descripciones, Kenzaburo, en esta breve novela, nos hace percibir la humedad, el sudor y el hedor que rodean a esta historia. Nos enseña la belleza de la naturaleza, la de las montañas y la de la condición humana. de cómo vive nuestro narrador el paso de la infancia a la edad adulta, o de cómo los acontecimientos hacen que el proceso se acelere.

Una muy grata experiencia esta corta lectura (en extensión, que no en profundidad). Solo una recomendación, no leáis el (anti)prólogo antes que el libro, me alegra no haberlo hecho, porque destripa prácticamente toda la novela (tiene el detalle de obviar el final).

En esta corta novela, de no más de 114 páginas, nos encontramos narrada la historia de un hombre, único superviviente de un accidente aéreo que cae en una aldea perdida del Japón de la segunda guerra mundial. Este hombre, a parte de ser extranjero, además llama la atención por el color de su piel, ya que los habitantes de este "micromundo" castigado por la guerra nunca habían visto a una persona negra.

La historia es narrada por uno de los niños del pueblo que, ya que el colegio está cerrado, no tienen nada mejor que hacer que vigilar a su "presa".

Entre sus páginas podremos observar el choque cultural, la decadencia de la época y la humanidad o falta de ella que caracteriza al hombre. Escrito de una forma en la que el lector viaja entre sus páginas, el autor consigue que nos enganchemos a una historia que, a priori, no tendría tanto interés. Es uno de esos libros que más adelante releeré sin duda.