Anduve un tiempo, hace ya unos cuantos años, entusiasmado con esta autora tras leer Qué fue de los Mulvaney y, sobre todo, Niágara. Después, la admiración se aplacó muchísimo con la lectura de Ave del paraíso y la cosa apenas levantó el vuelo con esta que ahora comento. Aunque la parte en la que cuenta la vida en la casa del sepulturero es muy buena, está a la altura de las dos novelas que cito arriba (aunque haya algún detalle un poco chocante), el resto de la historia decae de forma lamentable. |