InicioMis librosAñadir libros
Descubrir
LibrosAutoresLectoresCríticasCitasListasTest
ISBN : B07C1SS1DV
83 páginas
Editorial: No reconocida (08/04/2018)

Calificación promedio : 5/5 (sobre 1 calificaciones)
Resumen:
Aún no tenemos la descripción del editor en nuestra base de datos (contraportada)
Añadir la descripción del editor

También puedes contribuir a la descripción colectiva redactada por los miembros de Babelio.
Contribuir a la descripción colectiva
Comprar este libro en papel, epub, pdf en

Amazon ESAgapeaCasa del libro
Críticas, Reseñas y Opiniones (1) Añadir una crítica
Camr
 06 March 2020
Comentar  Me gusta         00
Citas y frases (1) Añadir cita
CamrCamr06 March 2020
-Oye, ¿puedo pedirte algo? ¿Podrías hacerlo callado? Entiéndeme, no es nada personal, es que ya que estoy… y que sólo voy a hacerlo una vez, me gustaría que fuera perfecto y a mí el vocabulario basto que usáis los profesionales me bloquea, no me gusta, me siento sucia. No te lo tomes como algo personal, no es que no dé valor a tu personalidad… Bueno, ¿qué te voy a decir a ti? Si estás aquí por tu cuerpo y de hecho, tú eres el que más saca partido a tu cuerpo, porque claro tú ya sabes que tienes un cuerpo perfecto -me mira sin mediar palabra. Creo que espera a que me calle.
Está sentado en mi sofá, en el asiento más cercano al sillón dónde estoy sentada yo. Lleva una chaqueta de motorista y ha dejado un casco en la entrada. Seguro que habrá venido en moto, ¡vamos!, ¿sino de qué iba a venir con un casco…?
-Perdona, debo estar aburriéndote, la que no para de hablar soy yo.
-Estás nerviosa, será mejor que te tranquilices -me dice con una voz cristalina y masculina que me hace arrepentirme de haberle pedido que no hablara-. No pasa nada, puedes tomarte tu tiempo. Si prefieres que no hable, no lo haré, pero te estarás perdiendo uno de mis mayores atractivos.
Tiene muy buena pinta. Una piel perfecta, unos ojos preciosos, una sonrisa muy blanca, un cuerpo esbelto… mejor dejo de pensar o voy a empezar a salivar…
-No sé, tú eres el profesional seguro que sabes más que yo –eso decía su anuncio: Profesional, discreto, educado, 1’85, ojos verdes, bien dotado y musculado. Si no hubiera estado al borde de la desesperación, me hubiera parecido abominable hablar de un ser humano como una res, pero estaba al borde del ataque de nervios, harta y a punto de tirarme por el balcón (Como mucho me hubiera hecho un chichón porque habría caído en la terraza del ático. Yo vivo en el sobreático)
-Sí, soy el profesional así que ¿qué tal si intentamos divertirnos un poco?
-Bueno…, divertirme yo, porque para ti es un trabajo…
-¿Quieres dejar de darle tantas vueltas a las cosas? –Me dice con paciencia de santo y una gran sonrisa-. ¿Por qué te estresas tanto?
-Podrías ser hijo mío… Creo que esto no ha sido una buena idea…
-¡Eres una exagerada! ¿Tienes hijos?
-No.
-¿Entonces? Si fueras hombre quizás podrías tropezarte con algún hijo tuyo desconocido, pero siendo mujer… ¿Estarás de acuerdo conmigo en que eso es casi imposible? ¿Eres donante de óvulos?
-No, tampoco. Ok, dejamos el tema –digo vencida.
-A ver… yo tengo 34 ¿y tú?
– 42
-Cuando tú eras una tierna niña de 8 años muy aplicada en el colegio, yo usaba pañales. Ocho años de diferencia tampoco es un exceso.
-¡Ya! debo parecerte una ingenua… Con la cantidad de mujeres que deben contratarte debo ser yo la más histérica
-Schufffff
-¡Ahhhh! ¿Qué has hecho? –tiene mi pulverizador para las plantas en la mano y con él me ha echado un buen chorro de agua a la cara.
-Jugármela… –dice esperando mi reacción.
-Debería echarte… -digo sin demasiada convicción.
-…o darme las gracias, acabo de romper tu circulo vicioso.
-Me has corrido el rímel.
-Estás igual de preciosa.
-Te pedí que no me hablaras. Se te notan demasiado las mentiras. Ya sé que tienes que ser amable pero voy a pagarte igual.
-Estás empezando a molestarme…
-Perdona, perdona, no quería herirte, habla tú, yo me morderé la lengua.
-¿Me invitas a algo? ¿Quizás un refresco? –La situación vuelve a destensarse. ¡Uf! Menos mal que sonríe de nuevo. Pensé que ya lo había estropeado del todo.
-Sí, sí… -me dirijo a la cocina
Oigo como él se levanta hacia el equipo de música y pone el cd que estuve escuchando anoche.
Lo estoy haciendo fatal. Sé que estaba desesperada y esto es una locura, pero ¡qué demonios! quiero probarlo. ¿Dónde está eso de la liberación de la mujer? Los hombres no tienen tantos cargos de conciencia.
Este hombre es realmente encantador. Si hubiera venido un niño de veintiséis años que me dijera: “venga nena, ¡vamos a ello!” me hubiera ido corriendo de mi propia casa pero él parece maduro pese a su juventud. Todo esto está más relacionado con los prejuicios que me había montado que con la realidad.
-Bonita música… -comenta y yo le miro con cara de incredulidad pero él decide hacer caso omiso esta vez, en lugar de sumarse nuevamente a mi delirio- ¿Es lo que escuchas cuando llegas cansada del trabajo?
-Sí, eso es. Soy muy ridícula pero es cierto, me gusta este tipo de música -He decidido no fingir más y mostrarme tal cual. Él nunca se sentiría atraído por mí, así que ¿qué más da que piense lo que piense?
Siempre me han preocupado las críticas. Esta vez no es diferente pero he decidido engañarme, o autodestruirme, ¡lo que sea!, no tengo ganas de seguir haciendo ningún esfuerzo más. Estoy demasiado nerviosa.
-¿En qué trabajas?
-Soy directora de recursos humanos de una gran empresa.
-¡Vaya! un trabajo estresante…
-Sí, es estresante… y desesperante… y desagradecido. Tienes que ponerte una coraza de acero en el corazón para que no te afecte las situaciones de las personas que vienen a buscar trabajo o que hay que despedir. Total, cualquier día me despiden a mí. No soy más que una más.
-Pero mientras tanto tienes el poder…
-No me hace ninguna ilusión
-Y ¿por qué escogiste ese trabajo?
-Es muy largo de explicar pero dejémoslo en que fue fruto de las circunstancias y del querer llevar una vida más o menos desahogada.
-Por lo que veo a mi alrededor –echa un vistazo al apartamento-, estás muy bien situada.
-No me va nada mal, pero lo de hoy es la primera vez que lo hago. Hace años que no me siento atraída por la gente de mi edad. Sé que no tengo mucho que ofrecer pero intento cuidarme y no veo lo mismo en los divorciados que me rodean. La mayoría son divorciados pero si son solteros siempre me pregunto el por qué, aunque ya ves que lo mío es ponerle pegas a las cosas y darle vueltas hasta volverme loca.
-Y volver locos a los demás -me dice con una sonrisa.
-Sé que estamos perdiendo el tiempo –digo mirando el reloj de pared del salón -pero es que no me apetece nada… –digo enfadada conmigo misma por no haber logrado lo que me había propuesto.
-No te sientas frustrada. No pasa nada. Únicamente te cobraré un cuarto de hora aunque utilicemos la hora completa. Sólo estamos charlando.
-Pero yo te hago perder el tiempo, deberías cobrarme o ¿es que eres una ONG?
-No, pero prefiero que te quedes contenta y me llames mañana.
-¿No creerás que voy a llamarte después del fracaso estrepitoso de esta noche?
-Esto no es un fracaso. Las mujeres tenéis otro ritmo. Lo comprendo perfectamente. Estoy seguro de que mañana será distinto puesto que ya nos conocemos un poco.
-Yo no lo tengo tan claro pero si tú piensas que sí…
-Anda, venga, vamos a bailar un poco -me dice tirando de mi mano y cogiéndome después de la cintura.
Me dejo llevar tensa como un palo pero es mi canción preferida y él es un hombre perfecto…, al menos por lo que se ve superficialmente. Aunque me sienta ridícula, he hecho esto para pasarlo bien. No está presionándome sino siguiendo mi ritmo. Al poco rato estoy bailando con él como si lo hiciera sola. Eso sí, con un subidón de hormonas de campeonato.
-Pensaba que nunca ibas a dejarte llevar… ya estaba planteándome proponerte tomar una copa, a ver si con el alcohol te desinhibías un poco -comenta sonriendo
-No bebo
-Mejor, así hace efecto antes. No quiero que pierdas el conocimiento, sólo que te relajes.
-Oye, y a ti… si no… ya sabes… si no te motiva… ¿Qué haces? ¿Pastillas azules? -pregunto ebria por la situación sin necesidad de una gota de alcohol.
-Quieres decir… ¿si no me excito? –pregunta con picardía utilizando la palabra tabú
-Sí eso. ¿Qué haces entonces?
-¿Crees que no estoy excitado?
-Yo no he dicho eso… -digo arrepintiéndome de mi pregunta.
-Déjame tu mano, no te asustes… -me dice tomándome la mano y llevándosela a la bragueta de su pantalón sin dejar de abrazarme y moverse con la música. Me obliga a acariciar el bulto duro que ya está marcándose en él–. No estaba así cuando llegué y no tomo nada, sino mi cuerpo no aguantaría el ritmo de la medicación. Esto, es sólo culpa tuya. Eres tú quién me excita –me dice bajito en el oído- es tu blusa blanca de directora que deja traslucir tu sujetador. No veo el momento en que me permitas desabrocharlo.
No soy capaz de articular palabra. Su acompasada respiración, el roce de su pantalón sobre mi pierna…, cada vez me coge con más fuerza, su pecho contra mi pecho, su calor… me estoy poniendo a mil. Ahora mismo podría hacer de mí lo que quisiera. No puedo pensar con claridad, sólo quiero que me posea.
Empieza a besar mi cuello. Besos cortos y lentos. Me hace cosquillas que me recorren el cuerpo entero.
Me suelta un momento para quitarse la chaqueta y quedarse en una camiseta blanca de algodón que marca sus pectorales. Esto debe ser una estrategia para que pueda ver su cuerpo y me entren ganas de desnudarlo. Resulta, que es efectivo.
Vuelve a aprisionarme contra él y sigue moviéndose al ritmo pausado de la música.
-Cuando comencemos nuestro propio baile, no voy a ser tan lento y tú tampoco –me dice mientras siento hormigas a la altura del estómago y mucho más abajo.
Vuelve a separarse, esta vez para quitarse la camiseta. Sigue bailando. Coge mi mano y la pone en su pecho. Un pecho depilado y bien cuidado. Un torso perfecto para cualquier clase de medicina en el que se pueden ver claramente cada uno de los músculos del cuerpo humano.
Empiezo a respirar más rápidamente...
+ Lire la suite
Comentar  Me gusta         00
Libros más populares de la semana Ver más
Comprar este libro en papel, epub, pdf en

Amazon ESAgapeaCasa del libro


Lectores (1) Ver más




Test Ver más

Marte: El fuego latente de Cidonia

¿Porque saben que en la Luna se puede extraer helio-3?

Por su existencia en la Tierra
Por el color del suelo Lunar
Gracias a las misiones Apollo

10 preguntas
2 lectores participarón
Thème : Marte: El fuego latente de cidonia de Crear un test sobre este libro