Se zambulló a mayor profundidad y siguió a su padre. La arena podía guardar muchos secretos. Cualquier montoncito podía ser una tabla de madera carcomida por los gusanos, procedente de un galeón español. Aquel anchón oscuro podía ocultar el botín de plata de un pirata. Se recordó que debía prestar atención, no a los peces ni a las formaciones de coral sino a las señales de algún tesoro hundido.
|