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Crítica de UnaiGoiko74


UnaiGoiko74
16 August 2020
“Todo para nosotros y nada para los demás”. de esta frase, que el economista Adam Smith atribuye a los que él denomina los “amos de la humanidad”, que en su época eran los comerciantes y los dueños de la Industria en Inglaterra y que , hoy en día, los identificamos con los conglomerados multinacionales, enormes instituciones financieras, emporios comerciales y similares; como he dicho, de esta frase se apropia Noam Chomsky, adoptándola como hipótesis de partida, para explicar las acciones llevadas a cabo en los últimos años por el gobierno de EEUU, y cómo estas decisiones unilaterales están llevando a la humanidad hacia el abismo, al abocarla a la extinción, amenazada por dos riesgos inminentes y fatales: el cambio climático y el invierno nuclear.

¿Quién domina el mundo? es un ensayo publicado en 2016, pero de una rabiosa actualidad, ya que en el mismo se tratan aspectos fundamentales para entender las decisiones políticas actuales y su implicación geoestratégica.

Chomsky inicia la obra advirtiéndonos de que los intelectuales se enmarcan, inevitablemente, en una de las dos categorías siguientes: por un lado están “los intelectuales conformistas, los que apoyan los objetivos oficiales y se olvidan de razonar sobre los crímenes oficiales, son respetados y privilegiados en su sociedad”, por otro lado, ”los que se rigen por los valores que son castigados de una u otra manera”. al final de este capítulo, el autor lanza un mensaje a sus colegas al decir que “los intelectuales son privilegiados; el privilegio genera oportunidad y la oportunidad confiere responsabilidad. Un individuo puede elegir.”

Una vez aclarado el papel del intelectual en la sociedad actual, Noam Chomsky analiza la génesis de el concepto de potencia política, económica y militar de EEUU, que halla su inspiración en las doctrinas providencialistas, según las cuales, “la idea de EEUU se reveló en el nacimiento del país como una ciudad en un monte, una nación inspiradora que reside en lo más profundo de la psique estadounidense.”

Tras la segunda guerra mundial, EEUU tenía el 50% de la riqueza del mundo y su poder militar no tenía par. Los distintos gobiernos que se sucedieron durante los años de la guerra fría lograron ocultar el hecho de las decisiones se tomaban persiguiendo satisfacer intereses particulares (del capital) y no generales (del pueblo). Especialmente relevante fue la década de los 70 donde relata Chomsky que “ se dieron varios factores que dieron lugar a un círculo vicioso de concentración radical de la riqueza, para ser precisos, en el 1% de la población, sobre todo directores ejecutivos, gestores de fondos de cobertura y similares. Eso conduce a la concentración económica […] Entretanto los costes de las campañas electorales se dispararon, lo que puso a los partidos en el bolsillo del capital concentrado […] Las elecciones se han convertido en una charada dirigida por la industria de las relaciones públicas.”

Esta gran industria, en su afán de hipnotizar a la población, se aplica en “lo que el gran economista político Thorstein Veblen llamó fabricación de deseos. En palabras de los propios empresarios, la labor consiste en dirigir a la gente hacia cosas superficiales de la vida, como el consumo de moda. de esta forma, la gente puede atomizarse, se pueden separar unos de los otros, ya que sólo se busca el beneficio personal, y se aleja a las personas del peligroso esfuerzo de pensar por sí mismos y de enfrentarse a la autoridad.”

Nos suena, ¿verdad?, esto está pasando…sobre todo entre las nuevas generaciones. Porque, como dice el profesor: “el papel de la población general en una sociedad democrática que funcionara como es debido consistía en ser espectadores, no participantes en la acción. Y a los espectadores no se les debe permitir ver demasiado.

¡Escuchad!,¿lo oís? No, no es el sonido del silencio…es el sonido de la alienación.

Para concluir con este tema, no puedo resistirme a trasladar las palabras de un destacado experto liberal y consejero del gobierno, Samuel Huntington, quien dijo que “los arquitectos del poder en EEUU deben crear una fuerza que pueda sentirse pero no verse. El poder mantiene su fuerza cuando permanece en la oscuridad; expuesto a la luz del sol, comienza a evaporarse.”

Otro argumento que se desarrolla con profusión en el libro es el papel de EEUU y de Israel, aliados inseparables, en el conflicto crónico instalado en Oriente Próximo. En concreto, al tratar del conflicto israelí-palestino, Chomsky nos ilumina con estas observaciones:
“El objetivo de Israel había sido simple desde hacía tiempo: calma a cambio de calma, un regreso a la normalidad […] la normalidad consiste en que Israel lleva adelante su construcción ilegal de asentamientos e infraestructuras, de manera que cualquier cosa de valor pueda integrarse en Israel, mientras que los palestinos son enviados a rincones donde apenas es posible vivir y se les somete a una represión y a una violencia extremas.”

Al hablar de los numerosos acuerdos que siempre terminan en papel mojado: “A lo largo del tiempo, los términos de esos acuerdos son casi invariables. El patrón regular ha sido que Israel no respeta el acuerdo en cuestión, mientras que Hamas lo respeta hasta que un brusco incremento de la violencia israelí suscita una respuesta suya, a la que le sigue una brutalidad israelí más virulenta todavía, en la jerga israelí, a esas escaladas las llaman cortar el césped.”

Como he comentado al inicio de la reseña, Chomsky identifica dos problemas acuciantes en la actualidad: “la destrucción medioambiental y la guerra nuclear”. Para el autor “por primera vez en la historia, nos enfrentamos a la posibilidad de destruir las perspectivas de una existencia digna; y no en un futuro lejano. Solo por esa razón, es imprescindible despejar las nubes ideológicas y afrontar de manera sincera y realista la cuestión de cómo se toman las decisiones políticas y lo que podemos hacer para alterarlas antes de que sea demasiado tarde.”

Noam Chomsky nos ilustra con su buen juicio y exhaustivo análisis. Lectura obligada para todo aquel que quiera conocer mejor el mundo en el que vivimos.
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