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Esta novela cuenta la historia de Theodore Finch y Violet Markey, dos adolescentes que viven en un pequeño pueblo de Indiana. Violet es una de las chicas populares en el instituto, pero lo que nadie sabe es que todavía está terriblemente afectada por la muerte de su hermana, que sucedió hace 9 meses. Por otro lado, Finch es un chico obsesionado con la muerte, algunos de los compañeros piensan que es raro, otros lo llaman "friki". Todo comienza cuando ambos estudiantes se encuentran tras subir al campanario de la escuela con el mismo plan: suicidarse saltando desde ahí. A partir de este momento, somos testigos de cómo crece su relación, cómo se ríen y lloran juntos. Y hablando de llorar, no suelo a llorar con los libros, pero en este caso lloré como un bebé. No esperaba que me gustase tanto este libro, peri sin duda no sólo disfruté de la historia de los protagonistas, sino también de cómo el autor intenta concienciar a los lectores de la importancia la salud mental y la necesidad de pedir ayuda cuando no nos encontramos bien.
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