En esta segunda parte de la saga nos adentramos en los dorados años 20 y volvemos a encontrarnos con los personajes que ya conocíamos, vemos qué ha sido de sus vidas y de la fábrica de chocolate Rothmann en estos años, pero también aparecen algunos nuevos que dan un giro a la trama y ponen el tema interesante. Después de la guerra todo está comenzando a recuperarse poco a poco y parece que los negocios vuelven a asentarse pero unos sabotajes a la fábrica afectarán a toda la familia. Esta difícil situación se suma a algunos secretos del pasado que Serafina, la hermana de Viktor, no quiere que salgan a la luz, las ambiciones, proyectos y sueños por cumplir de los mellizos Rothmann y una parte romántica que se entremezclan en la narración y forman una historia adictiva. Sin duda lo que más destacaría, al igual que en la anterior, es la ambientación histórica. La autora ha hecho un gran trabajo de documentación y te sumerge por completo en la vida de Stuttgart, una ciudad referente en la fabricación del chocolate, y la sociedad de la época. Sus calles, la arquitectura que comienza a resurgir, el arte y la música están muy bien integrados en la historia. Además de mostrar a unas mujeres adelantadas a la época, nada convencionales, junto a algunos personajes históricos reales y hechos políticos que realmente sucedieron. Si bien para mi gusto quizá esta vez la autora peque de haber querido abarcar demasiadas subtramas a la vez, la novela es entretenida y me ha ayudado a desconectar a ritmo de jazz y, cómo no, con antojo de chocolate. |