No lo abras jamás

Vuelvo al mundo del cómic y lo hago con un libro que me ha llamado la atención por su trama general. Recoge tres historias que abordan la curiosidad que nos provoca el hecho de que nos digan que no hagamos determinada acción. En este caso, que no abramos algo.

La primera historia “No lo abras” es la que más me ha gustado. En ella conocemos a un niño pescador que un día salva a una tortuga y es recompensado con viajar al Castillo del Dragón.

La segunda, “Nada” nos cuenta como dos niños se enfrentan a una caja que no pueden abrir y la curiosidad que ello les provoca.

La tercera, “La promesa”, narra la historia de un joven que no tiene suerte y que es bastante descuidado. Un día conoce a una chica que le ayuda a montar un negocio de telas pero solo le pone una condición: no abrir la sala donde ella teje cuando está tejiendo.

Me han gustado las historias pero me ha faltado imagen. Las viñetas me han parecido flojas y en muchos casos poco claras cuando precisamente lo que me gusta de los cómics es esa capacidad de dibujo que tienen algunos ilustradores cuando yo no soy capaz de hacer ni un círculo.

Sus casi 400 páginas se leen en un suspiro. Literalmente, puesto que se trata de un libro con muy poco texto y exceso de viñetas vacías y grandes. ¿Pero es esto virtud o defecto? Depende de quien lo lea. Para mí, defecto.
Lo más interesante son las tres leyendas japonesas reinterpretadas por el autor, que te transportan a un japón medieval y mágico. La ambientación está muy bien conseguida a pesar del simplismo del dibujo. Tres historias en las que el denominador común es el impulso natural del ser humano ante lo prohibido. Dime que algo no se puede hacer, y desearé hacerlo.
Como he dicho, el dibujo peca de simplista y es más que normal que los asiáticos inunden nuestro mercado con productos inmensos con una asiduidad vertiginosa.
Pero lo peor no es eso, sino que hay muchas escenas en las que cuesta vislumbrar qué está ocurriendo.
Una de las propuestas más flojas de Astiberri que he leído en los últimos meses.
Entretenido, pero visualmente suspenso y no deja poso.

Tomando como premisa las leyendas niponas "Urashima Taro", "Ikkyu-san" y "La gratitud de la grulla", el autor de esta novela gráfica nos trae tres historias cortitas y geniales sobre la tentación de lo prohibido, la curiosidad y las múltiples caras del ser humano frente a estos sentimientos.

En la primera historia, titulada como la propia novela, No lo abras jamás, seguimos al joven Taro, que tras salvar a una tortuga del maltrato de unos niños, esta le lleva al Palacio del Dragón, un lugar bajo el mar en el que le montan una fiesta de agradecimiento y dónde todo es alegría y diversión. Pero cuando Taro decide que quiere volver a casa con su madre, recibe una caja que no debe abrir nunca.

En la segunda historia, la más corta de todas, titulada Nada, dos aprendices reciben la orden de vigilar un tarro que su maestro les prohíbe abrir, ya que contiene un veneno muy potente.

Y en la tercera y más larga de las historias, titulada La promesa, cuenta la historia de Yohio, un leñador que se enamora de Tsu, una joven misteriosa que aparece un día en su casa. Ya que Yohio no tiene mucho dinero, la joven, como agradecimiento por acogerla en su casa, decide tejer una tela para que la venda en el mercado. Pero le advierte algo: no debe entrar en la habitación mientras ella esté tejiendo.

Una novela gráfica genial, que se lee en un suspiro a pesar de sus 400 páginas. Me encanta el uso del color, que sea ese rojo tan potente en momentos señalados contrastando con el blanco y negro.
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En este cómic podemos encontrar tres historias que son un reteling de cuentos tradicionales japoneses.

La primera historia es la de “No lo abras jamás”, que es la historia de “Urashima Taro”, un muchacho de un pueblo pesquero, que por hacer una buena acción es recompensado con conocer el mundo submarino. Cuando vuelve a tierra trae un presente que no debe abrir…
En la segunda historia, “Nada”, reteling de una de las tantas historias sobre “Ikkyu-san”. Un muchacho que vive en un templo y se dedica a hacer travesuras y a salir de ellas con todo su ingenio.

Y la tercera y última se trata de “La promesa”, la original es “La gratitud de la grulla”, en la que un hombre salva a una grulla. Unos días después durante una tormenta, una mujer aparece en su casa pidiendo asilo. Esta le ayuda a conseguir algo de dinero tejiendo fantásticas telas como agradecimiento por su hospitalidad.

Las historias son cortas, con bastantes diferencias entre las originales pero conservando toda su esencia.
El dibujo es sencillo pero expresivo, entintado en blanco, negro y rojo.

A pesar del grosor se lee muy rápido porque tiene pocos bocadillos y muchas ilustraciones.
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Ilustraciones sencillas en blanco y negro con un toque de rojo para acompañar tres leyendas clásicas japonesas a las que el autor da un giro final. Se lee de una sentada porque apenas hay texto, aunque el mensaje de las tres novelas se transmite sin problemas. Perfecto para disfrutarlo una tarde con un té y pasar las páginas despacio disfrutando del dibujo.