El rey de la nada

En primer lugar, quiero dar las gracias a la editorial Pípala por el ejemplar de El rey de nada de Raúl Nieto Guridi, y felicitarles por la calidad de este álbum ilustrado. Es cierto que en los últimos años, estamos observando cómo los álbumes ilustrados han ido ganado en cuidado y esmero; han roto las barreras de la edad y estamos ante libros con unos mensajes y una calidad artística muy elevados.

Ya digo que este es el caso de El rey de Nada, un álbum ilustrado que permite varias lecturas: tanto para niños como para adultos, lecturas superficiales y otras más profundas, lectura de textos y lectura de imágenes…
Su argumento es muy sencillo: El rey Mimo I está orgulloso de su reino de Nada, poblado de un castillo y un poderoso ejército de soldados y caballos. Pero las líneas pespunteadas y los tonos grises nos hacen intuir un lugar falto de esencia, de sustancia. Hasta que surge “algo” en forma de pequeña semilla de color, algo contra lo que hay que luchar, pues lo distinto supone una amenaza. No obstante, la lucha resultará inútil, pues los pequeños “algos” acaban floreciendo y convirtiendo el reino de Mimo en un reino de Todo, lleno de color.
La lectura nos lleva directamente a una pequeña reflexión sobre el valor de las cosas pequeñas, pero esenciales, de la naturaleza con sus colores y olores, frente al mundo estructurado de los hombres poderosos. El final es muy significativo: las pequeñas cosas lo pueden llenar todo. El rey descubre que no solo existe su propio reino, existen otras realidades, llenas de color, de perfumes, capaces de completarlo todo.

Los dibujos refuerzan el mensaje y permiten ir descubriendo una clara progresión que parte desde lo desdibujado, en forma de puntos y líneas discontinuas, donde está todo por hacer, por repasar, por elaborar. Poco a poco vamos alcanzando el color que van adquiriendo las páginas finales. Aquí, además de los colores y las formas van ganando en consistencia y definición.
En cualquier caso, la parte visual del libro está creada desde la sencillez, con colores neutros y simples. Personalmente, valoro este tipo de libros esenciales, alejados de la explosión de color y estímulos de los tradicionales libros infantiles, donde es complicado localizar la vista. Me gusta porque invita a un tipo de lectura simbólica, significativa, sin “ruido” de colores estridentes que alejen a los niños del mensaje, lo cual me parece un gran acierto.

En cuanto al público para este álbum ilustrado ya he comentado que puede funcionar en todas las edades. Quizás en edades tempranas, considero que la lectura por parte de un adulto es muy necesaria, pues el texto resulta un tanto abstracto y complejo. Recomiendo en ese caso una lectura más visual. No obstante, soy de la opinión de que algo les quedará de esos mensajes, y hay que dejar a los niños libremente que interpreten y disfruten con los libros, cada uno a su manera. de hecho, mis dos hijos, con edades y gustos muy diferentes, han hecho sus propias lecturas de El rey de Nada. En un caso, ha sido una lectura más literal; en el otro, un poco más trascendente. Para ambos, sin embargo, ha resultado un libro atrayente, divertido y muy ameno, al que volver en numerosas ocasiones.

Este álbum ilustrado nos cuenta la historia de un rey de un reino de nada, que poco a poco va viendo cómo su reino se transforma a partir de un pequeño y sencillo comienzo. Con un estilo de dibujo muy expresivo, las páginas de este libro apaisado se van poblando progresivamente de vida y color. Las ilustraciones son vivaces y expresivas, y expresan a la perfección el mensaje vital y creativo de este precioso volumen. Muchas de las cosas más grandes de la vida comienzan por una pequeña semilla, y esta historia, lo refleja muy bien con un único y sorprendido personaje y un entorno que van enriqueciéndose página tras página. Como en los buenos álbumes ilustrados, cada doble página hace crecer la historia, la sorpresa y la emoción de crear algo nuevo y hermoso.

Mimo I es el rey de Nada, y como rey de Nada, hasta su ejército está hecho de Nada, y cuando sube a la torre más alta de su castillo para observar todo su territorio está orgulloso de ello.

Pero un día aparece algo, y ese algo da miedo, pero a él no, ¡que es un rey!

Una historia muy bonita para hacernos valorar las pequeñas cosas y cómo se transforman en cosas más grandes hasta tenerlo todo.

Unas ilustraciones preciosas acompañan al cuento y el formato del libro es muy adecuado para contarlo con mucho público (varios niños) como a cada uno por separado