Jung y el tarot

Cualquier función de la psique que opere de manera inconsciente es demoníaca.

Es un axioma de la vida que, cuando unos aspectos negativos de nosotros mismos no se reconocen como pertenecientes a nuestro interior, aparecen para actuar en contra de nosotros desde el exterior.

(...) cuanto mayor es la luz mayor es la oscuridad.

Mientras nos neguemos a enfrentarnos a nuestros propios demonios interiores, sea cual sea la forma que tomen, no seremos humanos.

Si las vidas son iluminadas a su paso, se deberá a que ha ayudado quizá de la única manera en la que el ser humano puede ayudar a los demás, esto es; siendo plenamente él mismo.

Quien mira hacia afuera, sueña;
quien mira hacia adentro, despierta.

El problema no es tanto encontrar palabras sino eliminar excesos para que la idea pueda transmitirse claramente.

A los pies de una estatua de Isis, en Sais, están inscritas las siguientes palabras: «Yo soy todo lo que ha sido, es y será. Ningún hombre mortal ha sido capaz de descubrir lo que se halla bajo mi velo».

Por el hecho de ver las imágenes que lanzamos al exterior, como los reflejos de un espejo de nuestra realidad interior, llegamos a conocernos a nosotros mismos.

En otro sentido, la magia de los alquimistas demostraba la correspondencia entre lo interior y lo exterior. Veían en los elementos y en las transformaciones que tenían lugar en sus retortas los elementos y transformaciones de su propia naturaleza psíquica.