InicioMis librosAñadir libros
Descubrir
LibrosAutoresLectoresCríticasCitasListasTest
ISBN : 8420432423
496 páginas
Editorial: Alfaguara (01/02/2018)

Calificación promedio : 4.07/5 (sobre 7 calificaciones)
Resumen:
El regreso de Andrés Neuman a la gran novela tras El viajero del siglo, Premio Alfaguara y Premio de la Crítica. Una historia sobre la belleza que emerge de las cosas rotas. «Me mostró sus cicatrices. Un fino entramado en los antebrazos y la espalda. Parecía transportar un árbol. Luego él vio las mías. Nos sentimos livianos, un poco feos y muy bellos. Dos supervivientes.» El señor Watanabe, superviviente de la bomba atómica, se siente un fugitivo de su propia memo... >Voir plus
Comprar este libro en papel, epub, pdf en

Amazon ESAgapeaCasa del libro
Críticas, Reseñas y Opiniones (4) Añadir una crítica
Beatriz_Villarino
 19 January 2019
Leer a Andrés Neuman siempre es un placer, aunque consiga hacernos sufrir, espolearnos hasta que nos sintamos parte de un todo o increparnos por creer que hay diferentes tipos de personas. En ese dolor que se va apoderando de nosotros conforme avanzan sus páginas hay también alegría, no sólo porque no renuncie al humor sino porque nos va inundando de esperanza, de forma que al terminar la lectura volvemos a creer en el ser humano.

Me gusta leer cuentos de Neuman; de su pluma salen, en pocas líneas, numerosos temas, comentarios por hacer, sutiles apreciaciones. Es un mago capaz de encerrar infinitos conceptos en algunas palabras.

Y me gusta la novela de Neuman a pesar de que al terminarla no sé por dónde empezar a comentarla, tal es la cantidad de anotaciones que han coloreado sus páginas, bien a propósito del estilo, bien del contenido, bien de datos de los que no tenía seguridad, bien de aquellos que no conocía. Y cada vez que apunto algo pienso, voy a empezar por aquí; pensamiento que se diluye al interesarme especialmente otro fragmento.

Y esto es lo que me ocurre al haber terminado Fractura. No sé por dónde empezar, porque la novela no es la vida de Yoshie Watanabe, aunque parezca su biografía relatada desde varios puntos de vista, el suyo y el de aquellas mujeres que lo han acompañado. Fractura es una loa a la igualdad entre individuos, una llamada al derribo de fronteras, a la unidad entre pueblos, al respeto por la interculturalidad, al honor de ser diferente, es un homenaje a la cultura, la celebración por el afán de superación, la incitación al razonamiento, la alegoría del esfuerzo, es la idea de paz, el ejemplo de cómo superar el odio, un paradigma de la reconciliación, la representación de la justicia, el símbolo de la falta de prejuicios, un modelo de imparcialidad, es el emblema de la memoria histórica, un clamor para entender el pasado y, por supuesto, una alabanza a la mujer, la aclamación del feminismo.

Todos estos conceptos he encontrado en Fractura y seguro que hay más; pocas novelas son tan completas, pocas rezuman tanta violencia y tanto deseo de vivir, de ser amados, de sentirse acompañados y de entender la soledad. Watanabe es la metáfora del árbol, ése que lleva tatuado a fuego en su espalda y brazos, ése que sesgó la vida de su padre, ése que sigue en pie ocurra lo que ocurra y que él necesita ver donde vaya para encontrarse consigo mismo, para pensar en la vida y repensarse. El árbol es, en Fractura, el símbolo del crecimiento espiritual y del progreso material, es Yoshie Watanabe, la esencia del ser humano, la fuerza, sensualidad y eficacia.

La novela se abre y cierra con el protagonista, aunque también con esa técnica japonesa que dos personas importantes en su vida, su madre al principio y el señor Satō al final, le recuerdan

Los sudokus me tranquilizan, dice, porque paran el tiempo. Justo al revés que el Kintsugi. ¿No le parece?
En uno de esos arranques de afecto que dependen menos de su receptor que del propio sujeto emocionado, Watanabe lo abraza.

El señor Watanabe, a lo largo de su vida se ha ido restaurando, inconscientemente, sin ocultar sus cicatrices; al contrario, éstas lo han embellecido y fortalecido porque forman parte de su historia. Cuando se da cuenta de ello queda en paz, aunque sea en Hirodai, afectado por la radiación de la planta nuclear de Fukusima, y rodeado de los pocos ancianos que no han querido abandonar sus raíces. Es allí, después de casi ochenta años, cuando entiende lo que su madre, otra víctima de Nagasaki, les decía «jamás debía tirarse nada, aunque estuviera roto o pareciera viejo […] Si uno no sabe darle uso a algo, el inútil es uno».

Así pues, Yoshie abandona su zona de confort, la ocultación en la que de alguna manera ha vivido «introduce la llave, abre la puerta del apartamento, pasa el pequeño vestíbulo, introduce la llave, abre la puerta y entra en su apartamento», abandona la protección que siempre ha buscado y se abre al mundo, a ese que lo rompió en un momento de su vida y del que huyó sin poder olvidarlo «El señor Watanabe entrecierra los ojos y extiende los brazos, intentando abrazar no sabe muy bien qué». Una vez reconstruido, en paz consigo mismo y el mundo, sin olvidar nada ni a nadie «Entonces le parece ver al gato Watsh» vuelve a sentir «De golpe se levanta una brisa fresca. Watanabe, extrañado, siente frío» después de que durante toda su vida «se considera básicamente atérmico. […] Ignora si es algún tipo de secuela atómica. Tampoco quiere averiguarlo».

Durante su larga y tortuosa vida ha aceptado las circunstancias, acompañado siempre por el afán de superación laboral, en realidad para esconderse de las relaciones demasiado comprometidas «Aparte de su horario de trabajo, los fines de semana Yoshie empezó a tener encuentros de negocios en cafés», y al lado de mujeres a las que ha hecho felices, y ellas también a él; no ha tenido necesidad de venganza, aunque sí cierto rencor, personificado en «Yukio Yamamoto, su antiguo compañero y rival» de la infancia, que ha preferido no mostrar, sufriendo en soledad, pues «se negaba a vivir, y también a amar, siendo una víctima para los demás», hasta que deja de huir. Por fin se acepta tal como es, con su dolor, su sufrimiento físico y emocional, su idioma abandonado «Compartir casa no solo le dio un extraordinario impulso al inglés de Yoshie, que se volvió maniáticamente preciso en su manera de hablarme». Por fin se acepta en la realidad tangible y deja de confiar solo en su memoria pues se percata de que a veces los sueños, con el paso del tiempo, pueden invadir la existencia llegando a «parecerle una película. Su vivencia directa de la genbaku ha sido atravesada por la iconografía ajena y las ficciones colectivas».

Por fin, Yoshie necesita hablar con la gente, comunicarse, que le cuenten y contar tras una vida marcada por el silencio aun con personas a las que quería; le ocurrió con Violet en París «se quedaba callado y sonreía. Esos silencios me conquistaban». le ocurrió con Lorrie, en Nueva York «Más que silencioso, creo que Yoshie era un conversador con efecto retardado». le ocurrió con la porteña Mariela «Entonces nos sentábamos un rato ahí, sin decir nada». Y le ocurrió con la española Carmen hasta que se dio cuenta de que a lo largo de su existencia había estado tratando de borrar su memoria «El día que se cumplieron cincuenta años de Hiroshima, me acuerdo muy bien, Yoshie no abrió la boca […] Pero a la mañana siguiente sí que habló. Sin parar. Nada más levantarnos».

Y en esta novela del silencio, del recuerdo, paradójicamente se dice mucho.

Lo que más me ha impactado es la manera en que Andrés Neuman trata a la mujer, piensa a la mujer; no le cuesta ponerse en su piel y adoptar su punto de vista, y me ha impactado porque he descubierto en él, uno de los escritores que casi idolatro, una forma de entender el feminismo similar a la que tiene mi hijo, una de las personas que más quiero. Alberto, sin haber leído (aún) Fractura me diseñó una camiseta en la que plasmó un cuadro con la imagen de Angela Davis y me comentó que él se había hecho otra igual por lo que representaba esta activista, profesora universitaria y lesbiana. Sabía que me iba a gustar ya que admiro a cualquier persona, más si es mujer, que ha luchado por superarse en una sociedad que la ha perseguido pretendiendo anularla. Pues al leer Fractura me he emocionado en muchos pasajes, aunque uno de mis favoritos, por supuesto, ha sido descubrir ese pensamiento filial en Neuman, expuesto a través de la periodista Lorrie «Habría dado lo que fuera por entrevistar a Angela Davis. Antes de que la metiesen en prisión y Nixon la llamase terrorista, el gobernador Reagan […] había ordenado que la expulsasen de la universidad […] una activista negra vivía dos veces discriminada. Tres contando su lesbianismo».

El feminismo es connatural a Fractura, esa lucha por la valía de la mujer, paralela al hombre, recorre todas las páginas

La palabra mantenida no la consiento. ¡Como si el dinero fuera lo único necesario para mantener a una familia!

Por desgracia ninguna de ellas (entrevistas) me tocó a mí […] Se las dieron a otro tipo que llevaba más tiempo en la sección. Y dos grandes bolas colgando

…el pecho quedaría dañado, porque había que cortar por tres lugares. Yo les contesté que no me ganaba la vida con mi físico, sino con mi cabeza. Y firmé mi ingreso en el quirófano

…comprender, de una maldita vez, que them es parte de us

Eso para mí no es pensamiento de ama de casa, es política que empieza en casa. Las madres y abuelas de la Plaza de Mayo arrancaron ahí.

Esto es sólo una muestra, suficiente para recordarnos que no debemos retroceder ni un milímetro de lo que hemos conseguido a costa del sufrimiento y muerte de muchas mujeres. No es ético.

No sólo el feminismo, el problema de la inmigración y del racismo también toca fibras sensibles. Por supuesto la crítica al olvido de los gobiernos y la necesidad de la memoria histórica «la virtud disuasoria de las armas nucleares era un fracaso, una mentira o ambas cosas […] estimular por tanto su potencia ofensiva, que a su vez estimulaba la nuestra. A este círculo interminable lo llamamos protección».

Fractura es una obra moderna, por lo que tiene muy presente la influencia de los mass media en la sociedad aunque no sean siempre signo de verdadera comunicación sino de pérdida de tiempo «Si Facebook hubiera existido cuando estudiábamos, me pregunto cómo habríamos aprobado los exámenes». Pues sí, ya hay una gran partida de psicólogos intentando desenganchar del móvil a numerosos estudiantes infantiles porque su vida se limita a utilizar el aparato a cualquier hora. Por supuesto todo tiene una explicación, lo que mueve a las sociedades modernas es el dinero, da igual si se invierte en armas o en tecnología, lo importante es que es símbolo de poder, el daño a lugares o a personas que pueda surgir es lo de menos, «nuestro país seguía teniendo un montón de bases militares en el suyo. Que continuaba haciendo, igual que Francia, toda clase de pruebas atómicas. Y ese tipo de decisiones […] obedecían […] a los mismos viejos intereses».

Finalmente, he de poner un fin porque se pueden sacar más temas, Neuman no se resiste a criticar las dictaduras, en especial ésa que aparece también en Historia argentina de Fresán, que tanto dolor causó, como cualquier otra, y que tuvo un final injusto, reflejo de la propia existencia, «En la segunda ola fueron saliendo Videla, los otros dictadores y hasta su ministro de economía. Yoshie no entendía qué estaba pasando».

Efectivamente, nadie, o casi, puede entender que se haga daño a un ser humano y menos que los damnificados no obtengan, al menos, la satisfacción de ser comprendidos y apoyados por la sociedad.

Pues si el contenido es universal hasta el punto de que la vida del señor Watanabe es mítica, la estructura es soberbia. Como su nombre indica, Fractura se presenta como un montón de piezas sueltas que, al igual que ocurre con el Kintsugi, pueden recomponerse hasta resultar, al final de la lectura, un texto coherente y perfectamente cohesionado. Los capítulos se mezclan en feliz desconcierto, donde la voz del narrador deja paso a la de algún medio informativo o a la de los personajes, casi siempre en primera persona, fundiéndose todos en ese caos que la novela representa como espejo social. Un espejo en el que vemos al hombre destruyéndose a sí mismo mientras piensa destruir a los demás. Todos los personajes van tejiendo una red cultural y geográfica que permite una visión de la problemática mundial encarnada en el protagonista.

Y el estilo bebe de diversas fuentes; aparecen rastros del avant pop en las diferentes variedades lingüísticas dentro del mismo código, que generan un conflicto entre el discurso de los personajes con el del narrador y el propio autor «Si, había llegado la hora de asaltar los panteones de la alta cultura con los bajos instintos […] En la opinión pública todo era reconciliación nacional y primeros auxilios. Nuestro nuevo presidente […] Mi conciencia me dice que cierre y selle el libro […] Encendías la tele, abrías un periódico y nadie había hecho nada malo […] más que de la therapy of the self, me convertí en una asidua de la self-therapy».

Con los nombres propios se pretende una descripción histórica, pero las mujeres (que fueron ayudando a Yoshie a darse cuenta de su personalidad) no recuerdan lugares o fechas para no desvirtuar la narración anclándola en un tiempo determinado; característica del afterpop mediante la que Neuman consigue gran complicidad con el lector. Asimismo otro rasgo del afterpop que contribuye a crear un formato neutral de difusión de relatos es escribir lo que se oye por la radio o la televisión.

El léxico erótico, sexual convive sin problemas con las greguerías vanguardistas «Los pies son el metrónomo del viernes». Las funciones metalingüísticas aparecen en metáforas literarias, musicales o lingüísticas «Una profesora de lengua tiene la sensación de estar asistiendo a una aterradora redundancia» «Todo cuerpo está en hiato».

Las personificaciones anuncian el poder devastador del ser humano, superior al de la naturaleza «Un encendedor ofrece fuego a las pelusas que pasan» «La bola de helado alarga su huella».

El poder de los sentidos se acrecienta, mediante sinestesias y oxímoron, ante cualquier desgracia, de forma que el dolor invade todo, cuerpo y mente «Trompeta turbia, piano meditativo, contrabajo humeante […] escuchar música sin sonido».

El realismo se erige a base de contradicciones, de desfiguraciones, de omisiones, de errores propios del habla oral pero nunca de la variedad escrita «Alcanza a entender que le, le gustaría mucho, este, entrevistarlo a propósito, a propósito del terremoto»; de ahí que también el lenguaje poético nos acerque a la realidad partiendo de lo onírico «al soñar cargamos con los lugares que hemos dormido».

Otro toque de realismo aparece en la mezcla de vocabulario, vulgar o poético donde predominan las hipérboles que, paradójicamente, retratan de manera fiel «A la mierda la intuición. Hacía tanto sol que parecía líquido. El verano se desbordaba». Como mezcla de realidad y ficción, propio del afterpop, las drogas están presentes tanto unidas a la tecnología, que «igual que lo lisérgico está en nosotros mismos», como a la literatura «esa ciudad es Sōma. Nombre que lo remite a la droga que consumen en Un mundo feliz».

Y por supuesto el hiperrealismo, esa forma de narrar —derivada del naturalismo— que consigue hacernos dudar de la objetividad de lo que estamos leyendo, tal es la crueldad y el horror que deriva de ello «Por muy bien que los médicos curasen las quemaduras, sus pacientes se licuaban por dentro. La anatomía humana ya no era lo que ellos habían estudiado. La bomba los había devuelto a la ignorancia».

Y sin embargo el humor aparece en todas sus variedades, sexual «el mando a distancia tampoco favoreció la educación de los pornógrafos. La posibilidad de adelantar la imagen empobreció el deseo», sexual-filosófico «Watanabe ha descubierto que el onanismo es una rutina mental […] por eso ahora se masturba visualmente», cultural «lo observaban igual que a un desequilibrado. Solía hablar por teléfono en voz muy alta, para molestia de su inaudible prójimo», como rebeldía social «lo primero que hizo fue darse el gusto de situar el ratón a la izquierda del teclado», en lo cotidiano «Me ponía la cabeza como un bombo. Y eso sólo con té verde. Menos mal que el de aquí le parecía suave», en los leves insultos «Según mis amigas, también empecé a vestir mejor. Hay elogios que se las traen» y hasta en ironías «en el segundo hospital me enamoré de mi difunto. Un traumatólogo guapísimo […] Nos conocimos en el mismo hospital donde nos despedimos. A eso le llamo yo ser fiel a la sanidad pública».

Esto ha pretendido ser una crítica de la novela pero no le hace justicia, se merece un estudio en profundidad y éste, creo, no es el lugar.

Enlace: http://elblogaurisecular.blo..
+ Leer más
Comentar  Me gusta         50
Ferrer
 08 June 2019
Cada nuevo libro de Andrés Neuman Galán es una celebración para el lector, porque estamos ante uno de los escritores más interesantes del panorama internacional. Sus primeros pasos fueron con Bariloche (1999), finalista del cotizado Premio Herralde, y recientemente, después de ser incluido en la lista de escritores Bogota39 del Festival Hay, nos ofrece Fractura, que ha publicado Alfaguara.
Yoshie Watanabe, el protagonista, es maniático, coleccionista de banjos, de modesta estatura, de extremidades flacas y pálidas, educado en un budismo sin ortodoxias, de vida nómada y se pregunta qué hace con sus cicatrices, qué hace con su pasado, porque es un doble superviviente de la tragedia atómica del 6 de agosto en Hiroshima, donde pierde a su padre, y del 9 de agosto en Nagasaki (1945), donde pierde a su madre y hermanos. En la primera se salvó por casualidad y en la segunda bomba no estuvo en el lugar de la desgracia por perder un tren, es la culpa del que sobrevivió porque no estuvo. Son dos formas de dolor, por presencia y por ausencia. “Cuando piensa en sus lazos con Hiroshima y Nagasaki, el señor Watanabe tiene la sensación de haber muerto dos veces y haber nacido tres” afirma el narrador omnisciente, porque para Watanabe el pasado es una “carcoma amable del presente”.
Y de Hiroshima a Fukushima, puesto que este último desastre nuclear también trastoca su vida de jubilado, en Tokio, casi encerrado en sí mismo, acompañado por sus silencios. Neuman tiene fascinación por la literatura japonesa y no habla de un Japón tradicional, sino de un Japón cosmopolita y ese es el que nos encontramos al inicio de la narración, porque la narración (mayoritariamente una voz omnisciente) se organiza por medio de numerosas analepsis.
La novela es como una onda expansiva, con el epicentro en el terremoto de Fukushima y se mueve con la velocidad de esa onda expansiva por la Francia de la posguerra, el Nueva York contracultural y mestizo de los 70 con el auge del feminismo y el escándalo del Watergate (con una crítica velada al actual presidente Trump inclusive), la Argentina tras la dictadura y la España de la Expo 92 de Sevilla y en todos estos lugares se establece una dialéctica entre recuerdo y olvido. El protagonista es feliz en París hasta que la ciudad se le cae encima, admira a EE. UU. a pesar de ser el país que le agredió y establece una relación de amor/odio con él, en Argentina se divierte mucho y vive en una montaña rusa con cambios de moneda desesperantes y constantes y en España se jubila. Watanabe aterriza en Nueva York para vivir Vietman y en Buenos Aires para vivir el conflicto de las Malvinas. Watanabe, lector de Chéjov, trabaja en una gran multinacional de tecnología audiovisual y esa profesión es la que le permite a Neuman justificar esas cuatro estancias en el extranjero.
La narración sigue al protagonista (que comparte apellido con el poeta peruano de raíces japonesas José Watanabe) desde su infancia hasta su senectud y en cada uno de los cuatro países vive una historia de amor, que ejemplifican las fases del amor: el primer amor es en París con una estudiante, la primera relación seria es en Nueva York y con la viuda Carmen es el más conmovedor, un “amor otoñal con un nuevo calor”. Con todas ellas no hay la misma relación con el sexo ni la misma comunicación de la pareja y nos ofrece un mosaico de identidades culturales. Igualmente, por medio de esas cuatro mujeres, cuya personalidad está trazada con bisturí, conocemos al protagonista, diferentes puntos de vista para completar su retrato, un rompecabezas de testimonios ajenos en diferentes lugares y en diferentes momentos hasta el punto de que la versión de los hechos se convierte en una labor colectiva, porque cada versión se enriquece de las demás en lo que es un contraste narrativo.
Este Watanabe es un protagonista migratorio que se va refundando con cada mujer, que son quienes hablan en primera persona y que con sus recuerdos se caracterizan a sí mismas y perfilan a Watanabe, sin olvidar un poso crítico (desde un punto de vista femenino) con las políticas internacionales de energía nuclear, con el comportamiento de la sociedad japonesa, con el negocio político del anticomunismo, con la especulación inmobiliaria, que saca a relucir los problemas sociales más evidentes, los que afectan a la línea de flotación de los ciudadanos, los dilemas que atenazan a los hombres y mujeres de a pie, las angustias y las indignaciones reprimidas en silencio. Culpa y olvido, sarcasmo y trascendencia. Las cuatro mujeres argumentan sobre la energía atómica y los devaneos de los políticos en defensa de su uso sin contemplar los graves riesgos. Si en Patria del español Fernando Aramburu, la novela de 2017 en España, se muestra la cara oculta de las víctimas del conflicto vasco, en esta novela se saca a relucir a los derrotados japoneses que superaron las agresiones nucleares, a las víctimas sin consuelo.
+ Leer más
Comentar  Me gusta         20
pasiondelalectura
 24 June 2019
ractura (2017) necesitó 7 años de escritura, ha sido Finalista del Premio San Clemente; podría ser una novela total a través del ciclo de vida completo del protagonista Yoshie Watanabe (un apellido muy común en Japón), un sobreviviente de la bomba de Hiroshima. El título y la portada ilustran muy bien el contenido del libro con una metáfora muy bonita con la palabra japonesa kintsugi que consiste en la reparación de un objeto en cerámica quebrado con un barniz de resina o de polvo de oro o de plata, dejando bien expuestas las « cicatrices » en vez de esconderlas, una manera de otorgarle una nueva belleza.


El libro comienza y termina en Japón. Yoshie Watanabe es un crío cuando ve morir a su padre aplastado por un árbol en el momento de la deflagración atómica en Hiroshima. La madre y las dos hermanas mueren en Nagasaki con la otra bomba. Unos tíos se preocupan de criarlo. Queda dañado con cicatrices en los brazos y en la espalda. No habla del accidente, no lo saca a relucir como tantos otros damnificados que prefieren callar el episodio traumático.

Yoshie desea estudiar en Francia y con sacrificio, su tío lo envía a Paris a estudiar administración de empresas; en Paris vivirá su primer amor con Violet en los años 60. Tendrá buena situación económica en una empresa nipona de electrónica. Luego aceptará un traslado a Nueva York donde conocerá a la periodista Lorrie con quien convivirá durante los años 70 y será su primera pareja seria. En la década del 80 será trasladado a Buenos Aires donde vivirá los años difíciles de la post dictadura y de la crisis económica, tendrá pareja con Mariela una intérprete y traductora porteña con quien tendrá cierta vida familiar ya que Yoshie acepta de convivir con el pasado familiar de Mariela. Finalmente terminará su carrera en Madrid donde hará pareja con Carmen, una fisioterapeuta, será un amor otoñal quizás el más conmovedor.

Con todas sus mujeres Yoshie se lleva bien , cada una de ellas le ha enseñado a vivir, a crecer y a gozar con culturas diferentes. Cada mujer corresponde a edades diferentes y a fases diferentes en la manera de amar. Cada cambio en la vida del atribulado Yoshie será como una terapia del olvido, cada vez Watanabe se descompone en otro personaje ávido de integrarse, ávido de fundirse en el paisaje.

En Madrid y en los años 90 de la crisis española, la empresa japonesa de electrónica está de capa caída. Es el momento en que Yoshie se jubila, lo que para un japonés representa un abismo porque un japonés vive para el trabajo. Carmen no quiere seguirlo a Japón, no se siente capaz de cambiar de rumbo. Finalmente Yoshie Watanabe partirá solo y le costará ambientarse en su propio país, la gente casi no entiende su hablar…

El terremoto de marzo 2011 va a reactivar sus cicatrices que se abrirán, sobre todo después del tsunami y el accidente de Fukushima. Yoshie decide partir hacia la zona contaminada para compartir con la gente que no ha querido dejar sus casas porque quisiera redimirse de haber huído toda su vida de sus recuerdos, de lo indicible, de lo inénarrable. Fukushima despierta sus viejos fantasmas y resulta tan metafórico ver a Watanabe circular en coche por la zona contaminada sorteando baches, sorteando grietas, tratando de pasar por los lados, esquivando obstáculos, pero las grietas están siempre ahí haga lo que haga, como sus recuerdos.

Es un libro curioso, diferente, interesante, misterioso, que conlleva tres fuerzas : la energía (aquí atómica), la economía (aquí la electrónica japonesa y los diversos problemas económicos en los países atravesados) y el amor. Son corrientes poderosas, profundas, como las corrientes marinas evocadas al final del libro. Y los viajes incesantes de Yoshie son instrumentos humanistas que permiten el acercamiento entre seres; así, el Japón aparece como un espejismo de lejanía que se va acercando a medida que transcurre la historia.

Curioso como el único país que sufrió la bomba atómica haya invertido en una central nuclear, dominio en Japón supeditado a un poder arcaico de la sociedad japonesa que no tiene nada que ver con un medio científico especializado.

El final del libro es esperanzador porque Watanabe sale de su espacio de confort para afrontar su pasado. Es un verdadero sobreviviente.

Las escenas descritas en el libro sobre Hiroshima y Nagasaki son espeluznantes. Pero no son tan descriptivas como en el libro de Romain Slocombe Un été au Kansai que les recomiendo.
Enlace: https://pasiondelalectura.wo..
+ Leer más
Comentar  Me gusta         10
AlinaLectora
 02 March 2021
El señor Watanabe, es un anciano superviviente directo de Hiroshima, donde perdió a su padre, e indirecto de Nagasaki, donde muere el resto de su familia. El accidente de la central nuclear de Fukushima en 2011 y la tragedia ocasionada a raíz del tsunami en ese mismo año, reactivan una herida no cicatrizada a pesar del tiempo transcurrido.
La vida de Yosie Watanabe es narrada desde diferentes miradas. La de cuatro mujeres de distintos lugares del planeta (París, Nueva York, Buenos Aires y Madrid), la de un periodista argentino, Pinedo, que trata de entrevistarlo y la del propio protagonista.
Los testimonios de esas cuatro mujeres, que han sido sus parejas sentimentales a lo largo de su vida, irán rearmando la historia no solo de Watanabe sino de la época en que le tocó vivir. La pieza terminará de completarse con las experiencias del propio Yosie, quien decide iniciar un viaje final a la zona del desastre. La historia de Yosie es la historia de un superviviente, de alguien que siempre será un extranjero, no importa en qué lugar del mundo se encuentre.
VALORACION PERSONAL
No sé como llegué a este libro (o este libro llegó a mí). No conocía al autor, no sabía que era argentino, no había leído la sinopsis, todo fue un descubrimiento. Leí el primer capítulo como si fuese un cuento, a mitad del segundo entré en la novela y ya no pude salir.
El lenguaje, que nos une y nos separa, que nos dice y nos desdice ,que nos fractura y nos sana es, a mi criterio, un protagonista más en esta excelente novela
+ Leer más
Comentar  Me gusta         20

Las críticas de la prensa (6)
Abc05 May 2018
Las cicatrices de Hiroshima, Nagasaki y Fukushima hacen tambalear la vida de un superviviente en «Fractura», la última novela del escritor argentino.
Leer la crítica en el sitio web: Abc
ElPais31 March 2018
Andrés Neuman se enfrenta a las heridas del siglo XX en su nueva novela, 'Fractura', protagonizada por un superviviente de Hiroshima.
Leer la crítica en el sitio web: ElPais
ElPais21 March 2018
El aliento narrativo de Neuman mantiene vivo el libro, con un comienzo y una conclusión excelentes, de saber gestionar lo que se dice pero sobre todo lo que no se dice.
Leer la crítica en el sitio web: ElPais
elperiodico07 March 2018
Andrés Neuman aborda en esta ambiciosa novela la vida de un japonés desde Hiroshima hasta Fukushima.
Leer la crítica en el sitio web: elperiodico
ElPais16 February 2018
A través de Watanabe, un japonés víctima de Hiroshima y Nagasaki, Neuman conecta países, realidades, culturas y generaciones en una historia universal de heridas y superación
Leer la crítica en el sitio web: ElPais
larazon13 February 2018
Vaya por delante el reconocimiento de la estructura tan bien armada de esta novela. Neuman quiere hablar de Hiroshima y de la energía nuclear, y por supuesto de las víctimas, pero también quiere recordar otras «fracturas» colectivas sufridas a lo largo del siglo XX
Leer la crítica en el sitio web: larazon
Citas y frases (9) Ver más Añadir cita
pasiondelalecturapasiondelalectura24 June 2019
Tonta de mi, todavía tardé un poco en comprender (pero no perdonar) el motivo de sus vaivenes. Supongo que él tenía miedo de lastimarme hablando. Y de esperanzarme callando. No sé por qué buscamos explicaciones complicadas para problemas obvios. Tal como lo veo ahora, que tantos secretos han pasado por mi dormitorio, el verdadero problema no es la mentira en sí. Lo terrible es la cadena de ocultamientos, disimulos y omisiones que se necesitan para sostener la primera mentira. Todo eso que al final nos hace ver que no conocemos a nadie. Tampoco a nuestros íntimos (página 84)
+ Lire la suite
Comentar  Me gusta         10
pasiondelalecturapasiondelalectura24 June 2019
Si para él los verdaderos hibakusha son aquellos que enfermaron mortalmente, en su caso los daños resultan de una equívoca invisibilidad. Quizá por eso nunca se decidió a inscribirse en los censos de víctimas. Ni a reclamar al Estado una indemnización que, desde el punto de vista económico, podía darse el lujo de rechazar. Un poco más de dinero, se justificaba, no le devolvería a su familia. Y en cierto sentido le hubiera atribuído un precio. Las muertes de los suyos eran únicas. No merecían confundirse en un trámite con tantas otras, ahogarse en la contabilidad de una lista sin fin. Al menos eso solía argumentar. Así que prefirió seguir moviéndose. Olvidar lo inolvidable. (132)
+ Lire la suite
Comentar  Me gusta         00
pasiondelalecturapasiondelalectura24 June 2019
Una vez jubilado, al establecerse de nuevo en Tokio, el señor Watanabe comprendió que el choque cultural de volver era mayor que el de irse. Descubrió que no entendía algunos giros de sus compatriotas más jóvenes. Y que para ellos sonaba fatalmente antiguo.(123)
Comentar  Me gusta         10
pasiondelalecturapasiondelalectura24 June 2019
Resultaba imposible no sentirme halagada por la cortés delicadeza de Yoshie. Después de tantos tipos intentando presionarte o imponerte su voluntad, era todo un alivio. Con el tiempo fui dándome cuenta que le costaba decir que no. Y que eso no siempre significaba que estuviera de acuerdo conmigo. ¿Cómo demonios funciona una sociedad donde insistir es de mal gusto y, al mismo tiempo, fracasar está prohibido? Me parecía una combinación terrible. La suma de un problema japonés y un problema americano (185).
+ Lire la suite
Comentar  Me gusta         00
pasiondelalecturapasiondelalectura24 June 2019
Para mi te enamoras dos veces. de una misma persona, digo. Una cuando la conoces. Y otra cuando la pierdes.
Comentar  Me gusta         10
Videos de Andrés Neuman (15) Ver másAñadir vídeo
Vidéo de Andrés Neuman
El Instituto Cervantes organizó una mesa redonda en torno al libro «La narrativa española en la democracia actual. Crónica del Grand Séminaire de Neuchâtel». La publicación traza la historia del reputado Grand Séminaire de Neuchâtel, unos encuentros internacionales organizados en Suiza durante diecinueve años dedicados a los grandes narradores españoles actuales (tales como Antonio Muñoz Molina, Julio Llamazares, Luis Mateo Díez, Juan José Millás, José M.ª Merino, Enrique Vila-Matas, Javier Marías, Álvaro Pombo, Cristina Fernández Cubas, Javier Tomeo, Bernardo Atxaga, Almudena Grandes, Luis Landero o Andrés Neuman), cuyos trabajos se han convertido en bibliografía imprescindible para los expertos en la materia.
Participaron en el acto la autora del volumen, Irene Andres-Suárez; Lidio Nieto, editor; Ángel Basanta, crítico literario; y los escritores: Luis Mateo Díez, Ana Merino, Luis Landero, Julio Llamazares y José María Merino.
Más información: https://cultura.cervantes.es/ESPANYA/es/id/166717
Suscríbete a nuestro canal de YouTube: https://www.youtube.com/InstitutoCervantesVideos?sub_confirmation=1
+ Leer más
otros libros clasificados: literatura argentinaVer más
Comprar este libro en papel, epub, pdf en

Amazon ESAgapeaCasa del libro





Test Ver más

Escritores latinoamericanos ¿Quién es el autor?

Como agua para chocolate

Laura Esquivel
Isabel Allende
Gabriela Mistral

15 preguntas
135 lectores participarón
Thèmes : literatura latinoamericanaCrear un test sobre este libro