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ISBN : 8498383102
96 páginas
Editorial: Salamandra (18/11/2010)

Calificación promedio : 3.96/5 (sobre 13 calificaciones)
Resumen:
Cuando publicó Nieve en otoño, su tercera novela después de David Golder y El baile, con apenas veintiocho años, el prestigio de Irène Némirovsky era ya notable, y no sólo en Francia. El New York Times la había bautizado como «la sucesora de Dostoievski» por su capacidad para reflejar las contradicciones de la vida y sus complejidades morales. En este breve relato sobre el exilio y la nostalgia, Némirovsky exhibe una vez más el don de aproximar sus personajes a los ... >Voir plus
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Críticas, Reseñas y Opiniones (8) Ver más Añadir una crítica
Soniagh
 08 March 2023


Nieve en otoño es una historia más de las dificultades de adaptación de los que de forma abrupta se ven obligados a dejarlo todo atrás y emigrar para comenzar lejos de su entorno una nueva vida. Empezar de cero en un medio desconocido y hostil, sin conocer el idioma y enfrentándose a nuevas costumbres siempre resulta complicado, pero se hace imposible cuando eres un anciano y toda tu existencia ha girado en torno a un modo de vida determinado.

Tatiana Ivanovna, es una mujer que desde hace más de cincuenta años trabaja como asistenta en casa de los Karin, una familia adinerada de la Rusia de principios del siglo XX con una vida conservadora, pero cómoda y desahogada. Fue la niñera del padre, testigo de como este se enamoraba de la que más tarde se convirtió en su mujer para finalmente ocuparse de la crianza de los tres hijos del matrimonio. Y ellos son su única familia. Su lealtad y el miedo a enfrentarse sola a una nueva realidad totalmente desconocida para ella, la llevan a seguirles a Paris en su huida tras el triunfo de la Revolución bolchevique que ha arrasado la Rusia de los zares y su confortable modo de vida. al llegar allí comprueban que su antiguo status no les sirve ya de nada, no consigue evitarles las penurias que a menudo sufren los exiliados y tendrán que luchar cada día para adaptarse y así con conseguir salir adelante y sobrevivir. Todos menos Tatiana, que vive junto a ellos en un pisito, anclada en la nostalgia de su adorada Rusia y la añoranza de unas costumbres y un esplendor ya sepultados por la Revolución de Octubre y la modernidad que invade cada rincón de la Ciudad de la Luz.

Una obra sencilla pero muy evocadora y con gran carga emocional, tras cuya lectura resulta imposible no compadecerse y comprender a esta pobre anciana que aferrada a sus recuerdos y las decadentes costumbres y normas de conducta y moralidad que la han acompañado a lo largo de toda su existencia, ve con impotencia desmoronarse los cimientos en que se asentaba su modo de vida, el único que ha conocido allá en su adorada patria, esa que se ha visto obligada a dejar atrás. Una pobre mujer que en el ocaso de sus días se ve abocada a sufrir el tremendo desarraigo que provoca el exilio.

Una lectura muy recomendable de una autora con un estilo narrativo de una calidad sobresaliente.
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marta_lo
 13 April 2023
Estamos ante una breve novela muy interesante sobre el exilio escrita por una mujer que de pequeña tuvo a su vez que exiliarse de Rusia. ¿Quién mejor que ella para captar esos sentimientos encontrados del que quiere salvar su vida y la de su familia pero echa de menos su tierra? O en este caso, su nieve. Porque la nieve es una de las protagonistas de esta historia.

El punto fuerte de esta novela para mí ha sido la protagonista, para nada al uso: una mujer mayor, que ha vivido siempre a la sombra de una familia rica, y que ahora que le fallan sus facultades en los últimos momentos de su vida, es como una molestia para esa familia. Tatiana es una mujer fuerte, valiente, que da todo de ella pero que no recibe demasiado de los demás. Consagra su vida a la familia Karin, pero no encuentra más que reproches. Una mujer mayor no suele ser protagonista en literatura, así que cuando me encuentro alguna me alegro mucho.

La historia aunque breve, transcurre entre Rusia y Francia. Describe muy bien el ambiente de la Rusia aristócrata, tanto en sus mejores momentos en sus palacios como en el exilio en casas humildes. Esa decadencia de las familias rusas más ricas, el cambio de vida radical que viven, es otro punto potente que he visto del libro.

Quizá el punto negativo que tiene esta obra para mí es su brevedad. Creo que Irène Némirovsky hubiera hecho mucho más de esta novela, pero en mi opinión se ha quedado en poco. Pienso que hubiera sido capaz de ahondar en esta historia como lo estaba haciendo en Suite francesa antes de morir y dejarla inacabada, pero supongo que esta novela es un poco el germen de aquella.

Una obra breve pero interesante, con una narración que quizá pueda parecer algo simple pero que muestra la belleza y la crueldad que puede haber a lo largo de la vida de una mujer.
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Beatriz_Villarino
 20 October 2018
La historia de Tatiana Ivanova es la historia del pueblo ruso hasta que llega la Revolución de octubre del 17 para delimitar una serie de cambios sociales a los que no todos se amoldan. En realidad Tatiana no tiene historia, es una anciana de 70 años que no tiene nada. Entró a trabajar muy jovencita en casa de la familia aristocrática Alexándrovich y se quedó allí al cuidado de tres generaciones. Su mundo es muy reducido aunque no le ha hecho falta nada más. Por eso, después de cincuenta años, permanece en la mansión, de buen grado, al cuidado de las pertenencias familiares mientras que dos hijos parten al frente y el resto huye a Francia temiendo las represalias de los revolucionarios. Poco a poco, las riquezas se van acabando, la familia ha terminado con las provisiones que se llevó, uno de los hijos muere en la guerra y Tatiana cruza Europa para encontrarse con los que quedan y llevarles unas joyas que guardó personalmente. al llegar a París se da cuenta de que ése no es su sitio. Tatiana anhela el frío y la nieve que no llega en otoño.
No sé si catalogar, Nieve en otoño como un cuento, novela corta o relato; pero eso es lo de menos. Lo que importa es la impresión que permanece en nosotros. al terminar la lectura somos conscientes, no antes, de que no hay grandes descripciones, ni grandes emociones. «Las habitaciones de los chicos estaban en la parte antigua de la casa, un hermoso edificio de noble arquitectura, con un frontón griego adornado de columnas». Precisamente en la ausencia de detalles aparecen las sensaciones divididas de toda una sociedad. El desmoronamiento de la grandeza convive con una sumisión que comienza a dejar de serlo «…los criados recogían los cristales en silencio […] todos repitieron al unísono, como una monótona cantinela aprendida de memoria: —Bueno, pues… adiós, Kiril Nikolaiévich… Adiós, Yuri Nikolaiévich». Pocas palabras bastan, a veces incluso frases sin terminar, para expresar las contradicciones del ser humano «Antaño, cuando se marchaban los barin… Los tiempos han cambiado. Y los hombres también».
Al terminar la lectura somos conscientes de que en realidad hay muy poca acción, prácticamente no pasa nada, si excluimos, claro, el principio y el final. Irene Nemirovsky podría haber incidido en la revolución, en el dolor del pueblo, en la muerte del hijo y la pena de los padres, en la angustia de ver destrozado tu mundo acogedor, en las consecuencias de tener que adaptarse a un medio hostil en el que no somos nada. Pero el movimiento, la intriga, los sucesos no le interesan a la autora. Y ante nosotros se levanta un texto metafórico, en el que destaca la lucha interior del ser humano, de ahí su corta extensión; la protagonista nos descubre, con sus ojos de sirviente, la vida de la clase alta, una vida a la que ella se ha amoldado por rutina, que le ha dado cosas buenas o malas pero que no son suyas realmente, una vida dominada por la lealtad; y con sus ojos de trabajadora, la esperanza del que aspira a algo nuevo ahora, al final de su vida, la necesidad de cambio y libertad. «Durante el día, el aire y la luz lo inundaban todo. Pero cuando llegaba la noche, con su extraño silencio, Tatiana Ivanova se decía “Ya es hora de que vengan otros”». Una libertad que ella, sin embargo, no siente que le pertenece, como tantos otros, considera su felicidad en manos de la religión «Aún creía estar viéndola retirarse a su paso, santiguándose.» y sin embargo la nostalgia de sus raíces y del tiempo perdido la aplasta constantemente, no la deja respirar; tenaz en su búsqueda del frío, no parará hasta encontrarlo.
Creo que Tatiana es una heroína diferente, puede que algo similar a la Benina de Misericordia de Pérez-Galdós. Como ella, es leal hacia sus amos hasta límites insospechados. Como ella también, una mártir que, por creencias religiosas y un amor incondicional, vive en busca de la felicidad de los que están por encima socialmente. Nada se dice de sus sentimientos hacia ella misma como persona, durante los 50 años a cargo de la familia Nikolaiévich, pero al final de su vida está sumida, como el pueblo ruso, en el dolor del que no tiene nada, del que le han quitado incluso sus orígenes:
«—¿Aún te acuerdas de nuestra casa? —le preguntó en voz baja su ama
[…]
—¿Que si me acuerdo […] Podría decir dónde estaba cada cosa […] Recuerdo cada vestido que se ponía, y los trajes de los niños […] El canapé donde estaba sentada cuando yo le bajaba los niños […] los diamantes que adornaban su cabello […] ¡Ay, Dios mío! Luliska no los tendrá así»
No se puede decir más con tan pocas palabras. La protagonista, abanderada del obrero ruso, se enfrenta a una sociedad inmisericorde que avanza sin tener en cuenta las reivindicaciones de libertad, reivindicaciones que a modo de implicaturas aparecen veladas en el texto, probablemente por la condición de judía de la autora.
Creo que Irène Némirovsky estuvo influenciada por Anton Chejov; es cierto que le falta el punto de subversión del autor; también lo es que carece del humor blanco que puebla las páginas del maestro del cuento, pero los temas se basan, como los de Chejov, en los problemas y cambios de una comunidad, así como en el destino del hombre en esa organización. Y si los personajes de Chejov se rebelan en la sociedad de finales del XIX, los de Némirovsky denuncian su nuevo destino, que no consigue sino animalizarlos, dejarlos sin ilusión, hasta degradarlos «respirando con repugnancia el tufo de los fregaderos», «iban y venían como las moscas de otoño», «una muchacha normanda […] robusta como un percherón», «Kiril […] volvía a casa […] con el deseo de yacer inerte sobre aquellos adoquines rosáceos»
Igualmente, la técnica del monólogo interior es una constante en la novela; la protagonista, como los personajes de Chejov, reproduce sus impresiones, asociaciones y pensamientos en un libre fluir que se mezcla con las palabras razonadas del diálogo:
«—Bueno, Yuroska, adiós… Cuídate mucho, hijo. Cómo pasaba el tiempo… de niño, cuando se marchaba al instituto de Moscú […] Ay, mi pequeño Yuroska!»
No es sólo la semejanza con Galdós o con Chejov; la novela mantiene el espíritu del Realismo del XIX, aunque cronológicamente podría incluirse al final de la llamada Edad de Plata Rusa (finales del XIX, principios del XX), cuando las vanguardias llaman a la puerta de la literatura. Pero Nieve en otoño no es modernista ni simbolista. La guerra civil de 1918 es la base del relato, en el que aparece la lucha del hombre entre la atracción que le supone lo nuevo «Nilolai Alexándrovich y su mujer los seguían despacio, penosamente, pero con la misma ansia de libertad y aire» y el apego a lo antiguo «Los padres se quedaban allí, escuchando con aire melancólico la música de las orquestas, recordando las islas y los jardines de Moscú».
Irène Némirovsky no pretende describir la vida cotidiana o las costumbres de la aristocracia rusa y su venida a menos; lo que nuestra autora persigue, y consigue, es hacernos comprender la esencia de la vida a través de la representación de la cotidianeidad; de ahí que la prosa se estilice en cada página hasta volverse lírica «Avivó el paso, deslumbrada por una especie de lluvia de fuego que le salpicaba los párpados […] La anciana se acercó al pretil y miró con fijeza la resplandeciente franja celeste».

Enlace: http://elblogaurisecular.blo..
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entresomnis
 14 February 2024
La melancolía llena las páginas de esta novela corta protagonizada por Tatiana Ivánovna, una vieja niñera al servicio de una familia aristocrática rusa.

Una zona rural cerca de Moscú llena el paisaje del blanco de la nieve, las elegantes cenas de los Karín y la tristeza de la despedida de los hijos que deben marcharse a la guerra.

En pocas páginas y con gran sencillez observaremos cómo la revolución bolchevique de 1917 provocó la decadencia de la aristocracia y los llevó hacia el exilio, perdiendo todas sus posesiones y riquezas hasta encontrar un nuevo hogar donde empezar de nuevo. Y a su lado Tatiana, velando por la familia hasta el final, incondicional, demostrando gran valentía y cariño al seguirlos.

París será la tierra de acogida. Un lugar lleno de esperanza y nuevas oportunidades. Pero también será el sitio desde el que añorar los recuerdos de la tierra natal esperando la nieve que no llega, el frío que se hace esperar. Una tierra en la que se verán obligados a adaptarse para seguir adelante.

Una historia llena de belleza, delicadeza y nostalgia, con un estilo que envuelve al lector y le hace sentir cerca de Tatiana, sintiendo la tristeza y el desasosiego del peso del pasado. Una historia de supervivencia y sufrimiento.

Otro pequeño placer que he disfrutado de principio a fin, de una autora que cuanto más la leo más me gusta.
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Alsondeunlibro
 09 February 2022
Una historia breve de nostalgia y añoranza hacia la tierra natal, narrada a través de la mirada de la anciana niñera de una familia aristocrática de Moscú.
No quería terminar el año sin leer a Irène Némirovsky y creo que esta novela corta ha sido una muy buena opción para descubrir su estilo y la delicadeza y sensibilidad con la que describe hechos acontecidos en períodos trágicos y oscuros, llenos de desesperación y tristeza.
Desde las primeras páginas conseguí conectar enseguida con Tatiana Ivanovna, la protagonista que narra en primera persona las situaciones que vivió en compañía de sus señores, los Karin, con los que finalmente se reúne en el exilio. A través de un estilo sencillo y centrado en los detalles, la autora construye una historia que muestra la complejidad y las contradicciones que se vivían en una sociedad marcada por la desgracia y la desigualdad.
A principios del siglo XX, la mayor parte de la población rusa era rural, existía una pequeña élite bien posicionada, y la desigualdad y concentración extrema del poder (y los recursos económicos) eran las notas predominantes en el imperio de la Rusia zarista. La situación de malestar estalló con la revolución bolchevique de 1917, y muchas familias se vieron obligadas a huir lejos.
Nieve en otoño” es una historia de supervivencia, de sufrimiento y búsqueda de un hogar lejos del propio, en un mundo distinto, al que es necesario adaptarse y desde el que seguir hacia delante. Irène ha conseguido conmoverme y agitar sentimientos contradictorios en mi interior. Por un lado, me he imaginado cómo serían el desasosiego y la profunda melancolía que debieron de sentir todas las personas que eran despojadas de sus recuerdos, sus paisajes, amaneceres, y sus seres queridos. Por otra parte, la esperanza, la fuerza y la valentía para lanzarse hacia lo desconocido, hacia nuevos lugares, atardeceres distintos y sitios en los que la nieve no llega hasta el fin del otoño...
Esta lectura, a pesar de su brevedad, me ha dejado con la sensación de haber acompañado intensamente a Tatiana durante su vida. Una vida que un día se paró y que la obligó a asentarse en un lugar desde el que empezar de cero, desde el que anhelar y recordar su verdadero origen, su verdadera esencia.
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Citas y frases (4) Añadir cita
SoniaghSoniagh08 March 2023
Cuando los hijos crecen, sólo puedes cruzarte de brazos y dejar que la vida proceda. Pero a fe que sigues preocupándote, bregando, discurriendo...
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marta_lomarta_lo13 April 2023
Empezaba a gustarles aquella ciudad y sus habitantes. En las calles, en cuanto el sol asomaba, se olvidaba uno de todas las penas y el alma se aligeraba, sin saber por qué.
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DianeNosprakaDianeNospraka22 September 2022
Un olor a flores y pimienta colmaba el límpido aire de mayo. La gente caminaba sin prisas, se paraba en los escaparates, reía y alzaba la voz; las luces, la música de los cafés, todo se les antojaba un extraño sueño.
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lecturasdeunaislalecturasdeunaisla23 October 2023
Era mejor callar. Sin embargo, ¿ante quién podía llorar libremente si no era ante ella?
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Vidéo de Irène Némirovsky
Irène Némirovsky: Marginalidad y creatividad novelística en tiempo de guerra | Sesión 2 | El ensimismamiento y la toma profunda de conciencia: El vino de la soledad | Francisco Prieto
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