Los perros y los lobos

Es un libro sobre las clases sociales; sobre las consecuencias que se tiene al haber nacido en un preciso lugar y momento; en ser hijo de quien es y no de otro; en transitar por aquellos parajes vetados para los demás; en una condena derivada del asociarse con los pares; sobre las oportunidades; sobre la sangre, que, según la autora, siempre llama; sobre el amor y la venganza; sobre los momentos efímeros, cortos y contados, de felicidad; sobre cómo alargar esa felicidad aprendiendo a agradecer lo más básico que se tiene.

Desde el comienzo logró atraer mi atención, pues en la obra se desarrolla una historia sobre unos niños desafortunados que se encuentran condenados por el destino a padecer necesidades. al mismo tiempo, esa historia muestra que la peor condena es aquella que se acepta sin relinchar; la que se asume bajo la premisa que todo ya está escrito; la que se acoge y se interioriza. de qué somos capaces todos los seres humanos? de lo mejor y de lo peor. de hacer realidad aquello que soñamos. Los personajes demuestran que del sueño a la realidad no hace falta sino mover dos músculos.

Hubo momentos que no logro justificar, a pesar de lo anterior. Se trata de una invención, de lo que la autora quiso mostrar, pero, porque no seguir mostrándonos, guiada por ese camino tan interesante, algo que se apegara más a lo cierto y lo real. Era una historia cierta y creíble, hasta cierto punto, pero sentí que, de un momento a otro, yo era el que estaba soñando lo que estaba leyendo al no poderlo creer. Creo firmemente en la lealtad que debe resguardarse entre el escritor y el lector, y, lastimosamente, me fue un poco defraudada.

Ahora, lo bueno y lo malo de los libros es que quedan escritos tal cual para toda la posteridad. Es eso y punto! Después de una historia que me estaba estremeciendo tuve que afrontar un final poco creíble que me acompañará para siempre.

"...Del mismo como que ciertos rostros, ciertas casas desconocidas, despiertan en la memoria un eco a un tiempo melancólico y dulce, como si nos encontráramos con los testigos de una vida anterior."

Este es un libro lleno de nostalgias, de deseos, de pérdidas. Es un libro de una infinita tristeza y, al mismo tiempo, de una belleza literaria única. La narración, el estilo, nos permite no sólo comprender la vida de los personajes, su contexto, en una Europa del Este ya extinta, en un París con tantos significados, sino identificarnos con ellos. ¿Quién no ha sentido una nostalgia pura al recordar su ciudad de origen, los juegos de la infancia, esa admiración hacia una persona en nuestra vida sin una explicación aparente? Para mí, el personaje de Ada es el espíritu de una niñez pura, de los juegos inocentes que no conocen aún de tragedias y de un momento en donde todo es posible.

Creo que como muchos, escuché por primera vez de Irène Némirovsky por la película estrenada hace algunos años, Suite Française. La película me gustó bastante e hizo que me interesara por la autora. Tenía la firme intención de comprar el libro, pero entonces leí que es un escrito inconcluso, probablemente la última obra en la que trabajaba Irène antes de ser deportada y fallecer en Auschwitz. Y la verdad es que, por alguna razón incomprensible, no me gusta leer textos que no fueron terminados por el escritor porque, el quedarme con la historia a medias me causa cierta ansiedad. Pues bien, un buen día encontré en una librería este pequeño libro, Los Perros y Los Lobos y pensé que podría ser una buena introducción a la obra de Némoirovsky. ¡Y qué descubrimiento!

La novela nos narra la vida de tres personajes, desde su infancia hasta el final de su juventud: Ben, Ada y Harry, tres judíos viviendo en una pequeña ciudad perteneciente al imperio ruso pero de diferentes clases sociales. Ada y Ben son primos y viven en la parte "baja" de la ciudad, en donde habitan las familias con escasos recursos, mientras Harry pertenece a las familias pudientes de la ciudad. Sus vidas no podían ser más diferentes y sin embargo, comparten algo -además de ser familiares lejanos (comparten el apellido Sinner)- son judíos. Aquí creo que la autora explora de una manera extraordinaria el sentido de pertenencia, y de hecho, va más allá de la exploración -es una crítica dura, sí, pero inteligente. A través de los ojos de Ada, vemos las diferencias de clase y el rechazo pero que va más allá de la posición social, pues lo que los judíos 'pobres' representaban ante los pudientes era: “…una eterna advertencia, un atroz y vergonzoso recordatorio de lo que habían sido, o de lo que podrían haber sido, pues nadie se atrevía a pensar: ‘De lo que podríamos volver a ser'.

Sin embargo, Ada no vive o se atormenta por los rechazos, sino al contrario -en una ciudad triste, con un padre distante, una tía autoritaria, la amenaza de los progroms y los ataques, ella va descubriendo un mundo de posibilidades, de ensueños, de deseos. No todos se cumplen, pero finalmente, esos años formativos le dan lo que será su razón de ser, su esperanza y su guía -la imagen de Harry. Muchos años después, Harry y Ada se encontrarán en París, aun y cuando ambos se casaron -Ada con su primo Ben, y él con una mujer francesa, y, sin malicia, sin pasiones de ningún tipo, comenzarán una relación. Más que un deseo físico, la relación de ambos se basa en la añoranza, en aquellas cosas que solo dos espíritus a fines logran entender. Habrá que señalar que se reencuentran porque un día Harry ve en una librería unos cuadros que le recuerdan a su ciudad natal, y que fueron pintados por Ada.

No es una pasión desbordada, sino una afinidad, una paz entre ambos basada en los recuerdos, en el pasado, en su alejamiento a su condición de judíos -que no rechazan pero no viven de manera ortodoxa. Ada deseó tanto la oportunidad de estar con Harry, conocerlo, que cuando lo logra es como un sueño cumplido -llena de satisfacción, de una alegría que, sea lo que pase después, no podrá disminuirse. Ada de hecho, reconoce ante Harry, que si de pronto terminara, sería feliz por siempre.

Lo único que no comprendí en la historia -o no me pareció cuadrar- fue la actitud de algunos personajes, por ejemplo Ben (quien no ama a Ada, pero es un hombre taciturno, rudo, y deja que ella lo deje por Harry), y de la esposa de Harry, así como de la tía Rhaissa, quien tenía sueños de grandeza para su hija Lilla y al final termina dejándola bailar en un cabaret. Siento que en estos personajes hay una especie de incongruencia; sin embargo, en el ambiente de la novela reina el tema de la desilusión, de la aceptación de la desesperanza sin tintes amargos, sino como un curso natural de la vida.

En definitiva, uno de mis libros favoritos en lo que va del año y una excelente introducción a la autora, de quién planeo leer más.

Bajo el título Los perros y los lobos, nos presenta Irene Nemirovsky una pintura muy acertada de este pueblo a través de una historia de amor.

"Para los judíos que en ella vivían, la ciudad ucraniana, cuna de la familia Sinner, estaba dividida en tres sectores distintos. Como en los retablos antiguos, se veían los réprobos abajo, atrapados entre las tinieblas y las llamas del infierno, la gente común en el centro del cuadro, iluminados por una luz suave y pálida y, arriba, la morada de los elegidos."

La novela, relativamente corta, aborda una historia de amor que surge entre el mundo de los judíos ricos, los de arriba y los que se encuentran en una clase que media entre ellos y los más pobres. En ésta última capa social se integra la protagonista, Ada, en la que podemos distinguir algunas características de la autora. Ada, huérfana de madre, vive con su padre en el barrio judío habitado por los comerciantes mediadores entre los ricos y los pobres. Consciente de que en casa falta una mujer, el padre de Ada contrae matrimonio con Rhaissa, su cuñada, que llega a la familia acompañada por sus dos hijos: Lilla, el objeto de orgullo de la madre por su belleza y su esperanza de poder ascender a la clase social más alta, y Ben, descuidado por su madre, ambicioso y lleno de deseo de conseguir dinero y poder en cuanto llegue a la edad adulta.
Los deseos de Ada son distintos: ella aspira a dibujar, a ver la belleza y disfrutar de las cosas hermosas. Dotada de un carácter voluntarioso, se empeña en sus objetivos, observa lo que le rodea con avidez y lo plasma en unos dibujos que son testimonio de su incipiente talento. En una de sus excursiones, llega hasta el barrio aristocrático y descubre la figura de un niño, que destaca por su hermosura, y que resulta ser un pariente lejano de la familia de Ada.
Esta se siente inmediatamente atraída por él y desde entonces su corazón no deja de soñar en un futuro a su lado. Mientras tanto, los judíos son objeto de persecución en Rusia. Y llega el pogromo. Debido al peligro de ser linchados por los cosacos, Ben y Ada, huyen y terminan en el barrio de los judíos ricos. En él se dirigen a la casa de Harry, el niño al que Ada había entregado su corazón y piden ayuda a sus parientes. Éstos recuerdan a sus parientes pobres y les ayudan en sus negocios.
Cuando la situación económica de la familia de Ada se complica, la acción de la novela se trasladará a París, donde se ha instalado también la familia de Harry, según la costumbre de la aristocracia judía del momento. A partir de este instante se desarrollará la trama amorosa de la obra en la que Ada ocupara en centro de un triángulo amoroso.
La obra de Irene Nemirovsky destaca en primer lugar por el excelente retrato que realiza de la sociedad judía, sus ambiciones y forma de pensar. Por otro lado, es llamativo cómo la autora retrata a sus personajes: el superviviente nato en Ben, la figura de la amante apasionada y fiel en Ada, quien también es retratada como una artista, y el mimado y aristócrata Harry, que siempre ha tenido todo al alcance de su mano.
Perros y lobos, ricos y pobres: todos hombres, pero unos viviendo como humanos y otros en condiciones auténticamente salvajes, así son los judíos que aparecen en esta obra transida de pasión y de dominio de la palabra.

Los perros y los lobos de Irène Némirovsky es una novela situada en la Europa de inicios del siglo XX. Ada es huérfana de madre y vive al lado de su padre Israel Sinner, un intermediario judío quien siempre lleva a su hija a completar sus compras y ventas de los productos de la época tales como azúcar y trigo. Su rutina cambia cuando Rhaissa, esposa de su hermano, queda viuda y es cuando Israel cuidará de ella y sus hijos, Ben y Lilla. Rhaissa aspira a un mejor nivel de vida y pone sus esperanzas en la belleza de su hija. Por otro lado, Ada conoce a Harry Sinner, pariente muy lejano quien vive en la parte alta de la ciudad, donde solamente habitan las clases privilegiadas. Una noche, en medio de disturbios, Ada y Ben huyen y encuentran la residencia de la familia de Harry. A partir de ahí, su situación financiera cambia lo que le permite a la tía Rhaissa preparar a sus hijos en clases de francés. Madame Mimi es la profesora francesa e invita a los niños a una fiesta en casa de sus lejanos y acomodados parientes. Harry mira a Ada y solamente la recuerda como la niña sucia quien entró una noche buscando ayuda y la rechaza como amiga. Madame Mimi convence a Rhaissa de viajar y establecerse en París para que los niños tengan un mejor futuro. Los primeros dos años les va muy bien; desafortunadamente, Israel desaparece y con él, el envío de remesas para gastos de Ada. Rhaissa comienza a trabajar como costurera mientras que Lilla como actriz de mala fama; Ada se enfoca más en la pintura y Ben comienza a trabajar siendo ambos muy jóvenes. Ben propone matrimonio a Ada para dejar el hogar y los malos tratos de Rhaissa. Ada se dedica a pintar sus recuerdos y personas no felices. Un día observa a Harry y su esposa en una librería de segunda y se entera que la esposa de Harry se niega a comprar un costoso volumen antiguo; Ada lo compra y se lo deja a Harry de manera anónima; de igual manera, ella ha dejado dos de sus pinturas en la librería y al paso de dos años, Harry las mira y recuerda su infancia en algún lugar como en un sueño. de esta manera, él busca y encuentra a Ada a quien la introduce como pintora en la alta sociedad; desafortunadamente, Ben, el marido de Ada, también toma parte de los negocios de la familia de Harry. Todos estos hechos los llevarán a un desenlace inesperado e inimaginable. Como siempre, recomiendo ampliamente a Némirovsky, esta historia mantiene al lector en suspenso hasta la última página.

Esta escritora me tiene enamorada. Hace tiempo leí "Suite Francesa" después de tenerlo mucho tiempo en la estantería sin atreverme a abordarlo. Era un libro de estos que te compras un poco por instinto, pero que luego dejas dormir en la pila de libros pendientes porque siempre te apetece algún otro antes que ese. Tal vez simplemente estaba escogiendo el momento de leerlo de forma insconciente, y seguramente encontré el momento justo. "Suite Francesa" me encantó, me dejó con un estupendo sabor de boca (a pesar de las historias tan duras que contaba).

Hace unos pocos días estaba haciendo fila para subir a un avión y vi que me quedaban apenas una hojas para terminar "La casa de Riverton", fui corriendo al Relay del aeropuerto a ver qué podía coger, sin apenas tiempo para estudiar lo que había. Entre toda la basurilla que vendían, vislumbré el nombre de Irène Némirovsky y sin tan siquiera leer la contraportada, lo cogí y pagué sin dudarlo.

Y gran acierto. Ambientada en el París de los Años 20, Ada Sinner, que ha compartido infancia con sus primos Lilla y Ben, con quien después se casará (esto lo dice la contraportada, no es ningún spolier) lucha por salir adelante en la vida con lo poco que esta le ha ofrecido. La autora nos presenta a una protagonista con mala suerte en la vida, algo que acepta estoicamente y con lo que ha aprendido a convivir. Ada se conforma con poder soñar. Y su sueño principal es su amor de infancia, Harry, primo lejano suyo, tan parecido a Ada y sus primos como diferentes (tal y como son de parecidos y diferentes los perros y los lobos, de ahí el título de la novela). Pertenecientes a una misma raza, la judía, pero también a diferentes estratos sociales (los ricos y los pobres), la novela acaba poniendo de relevancia que lo común se impone.

Irène retrata de una forma admirable el amor, la pasión, la soledad, los sueños. Admiro su capacidad para encontrar las palabras exactas para describir los estados emocionales, de una forma sencilla, clara y sin atisbo de duda. Encuentra el ritmo perfecto para relatar, no se detiene en detalles irrelevantes, pero consigue que el lector se haga a la idea de forma unívoca del ambiente y la situación que describe. Consigue también tocar una fibra sensible tanto por la propia historia como por el tono en el que la narra.

Me quedo con ganas de leer más sobre esta autora. Y suerte que tengo, que aún me quedan un montón de libros suyos por delante.