El baile

Menos de 100 páginas, concretamente 94. Eso es lo único que ha necesitado Irène Némirovsky para crear este tremendo drama domestico protagonizado por los Kampf, una familia que hace poco que se ha enriquecido. Para poder asentar su nueva posición y ser reconocidos socialmente, organizan una fiesta con 200 invitados. La emoción y los nervios llenan todos los rincones de su casa…excepto para la hija de la familia, Antoinette, a quien su madre ha negado de malos modos su petición de acudir al evento. Rabiosa y deseosa de afirmarse como un ser adulto y con personalidad, la joven de catorce años se dejará llevar momentáneamente por sus impulsos. Este acto rebelde marcará el devenir de la fiesta y de la familia.

Hacía muchísimos años que no tenía entre mis manos un trabajo de Irène Némirovsky. de ella solo había leído (hasta ahora) “Suite Francesa”, que me encanto. Así que ya hacía tiempo que tenía muchas ganas de volver a leerla. En esta ocasión nos trae un cuento largo o novela corta muy breve, con un argumento aparentemente aséptico y anodino, pero que fluye estupendamente gracias a la excelente labor de su autora. Némirovsky no necesita mucho para lograr meter al lector de lleno en el sentir y en los pensamientos de sus personajes. Se basta de unos diálogos ágiles y bien articulados, que se convierten en una parte importante de la propia trama, al hacerla avanzar y al introducirnos en el mundo interno y en el contexto anímico de los caracteres. Sus descripciones psicológicas son muy directas y profundamente incisivas. su pluma es muy depurada y elegante, pero sin dejar de ser directa e incisiva en el plano psicológico.Todo en esta historia está muy bien medido, no hay palabra o escena que sobre, cada detalle está ahí por algo. Las cosas más pequeñas, lo que no se dice y lo que se intuye son una parte más de la historia.

El baile de los Kampf y su nueva posición económica y social pueden parecer hechos sin mucha sustancia o interés. Pero son las excusas que utiliza la autora para hacer un retrato amargo y cínico de la sociedad francesa en los tiempos de entreguerras. La escena en el que el matrimonio formado por Rosinne y Alfred hablan de los posibles invitados a su casa no tiene desperdicio: es una muestra de la frivolidad que reina en el París de ese momento, de la importancia que se concede a las apariencias y del interés de los futuros anfitriones en poder demostrar su nuevo estatus: El marido para poder relacionarse con la gente más poderosa y rica; la mujer con el fin de poder ser aceptada por fin, en la clase alta parisina, y descubrir lo que es realmente divertirse y disfrutar del hedonismo, dejando atrás una existencia mediocre y marcada por la pobreza y las relaciones amorosas interesadas, empezar de una vez lo que ella denomina vivir.

Ninguno de ellos tiene en cuenta al tercer elemento de la familia. Antoinette también quiere empezar a vivir e iniciarse en la vida adulta, en la que ella cree que ya tiene derecho a participar. Es una adolescente con todas las de la ley, y Némirovsky plasma eso perfectamente, lo que es estar entre dos mundos y sentir cosas que te superan y los sentimientos a flor de piel; actuar de una forma infantil y simplista, dejándose llevar por los impulsos. Unos impulsos que esconden grandes dosis de ira, envidia y mezquindad, mezclados con los deseos de ser adulta y descubrir lo que es el amor de verdad. Tal y como parece haber encontrado su institutriz inglesa (ya os dije que aquí no sobra absolutamente ningún elemento). Un amor que su madre nunca le ha proporcionado, ya que casi parece que la odia . El suyo es un vinculo que ahora, por los nervios debidos al baile, es más tirante que nunca. La decisión de Antoinette, que debería haberse quedado en una mera anécdota que llevase a una situación absurda y burlesca, dará paso a una tensión que irá creciendo a medida que se vaya sucediendo la novelette, hasta hacerse insoportable. Y que llegara a su climax en un final abruptamente marcado por la violencia verbal y los reproches crueles, que siempre han estado ahí y que ahora encuentran como salir. Y que evidencia como la riqueza material no equivale a la espiritual. Los tres Kampf son,cada uno a su manera, personajes mezquinos, vengativos y descontentos, que quieren más de lo que realmente tienen. Y eso les hace infelices.

El el fondo “El Baile” es la crónica de la relación de una madre y su hija. Una relación más compleja de lo ni ellas mismas ven, marcada por la indiferencia y desprecio de la primera hacia la segunda, y como eso genera una frustración enorme en Antoinette, que la lleva a querer vengarse y fastidiar a su progenitora. Rosine es una mujer con su propio pasado y sus propios deseos, tan centrada en si misma que solo parece acordarse de su hija para quejarse de ella y reprocharle todo lo que hace. Y eso de convertirá en su condena, una que ella se ha auto impuesto. Las últimas líneas de la novela nos dejan entrever que Antoinette ya ha conseguido su objetivo, estar un paso más cerca de la ansiada adultez. Y que la mujer en la que se va a convertir es una que conoce por fin el deseado amor, y que desprecia y desdeña a su madre. Y es que lo que se sigue es la simple ley de la vida. Rosine ansia seguir manteniendo ser joven, ya qué hora siente que gracias a su nueva posición económica va a poder disfrutar de la vida. Una de las razones por las que es que ella le recuerdo que los años van pasando, y que ya no va a poder tener la juventud y las oportunidades que su hija aún tiene por delante. Pero no importa lo que haga, la juventud, con su brillo y con su fuerza emocional y humana, acabará por imponerse, dejando en la oscuridad a aquellos que la precedieron. Todo este retrato resulta más interesante cuando se sabe que tiene un fuerte componente biográfico. La madre de la propia Irène Némirovsky debió de ser muy parecida a la señora Kampf de esta relato, siendo una madre distante y desdeñosa para su hija. En cierto modo, en “El Baile” se percibe toda esa rabia y complejos con los que esa relación marcó a la autora. En la forma en que Antoinette acaba por imponerse a Rosine se nota cierto aire de desquite y jaque mate por parte de Némirovsky hacia su progenitora. Y además, es imposible no empatizar con Antoinette al ver como es despreciada y desconfirmada a lo largo de la obra. Es tratada y vigilada como una niña, e incluso la obligan a llevar ropas más infantiles que las que les corresponden por edad. Y todo eso da una patina de crudeza a esta lectura. Más que la que ya tiene por si misma.

En definitiva, “El Baile” es una novela corta que se lee muy bien y muy rápido.De hecho, en las últimas páginas me la estaba racionando para ver si conseguía que me durase un poco más. Pero no hubo manera, fluye demasiado bien para que no se lea sin que uno se de cuenta. Y además, su calidad literaria es soberbia. de un punto de partida aparentemente ramplón, Irène Némirovsky compone una obra breve pero increíblemente redonda en todos sus sentidos. Aunque su final resulte descorazonador en muchos niveles, te deja con ganas de saber más como van a ir las cosas para los Kampf. Y no porque te caigan bien.

Se va de cabeza a mi estantería de lecturas favoritas del 2022.