Heredera Kitsune

Una bonita historia llena de simbolismo y misterios.

Con una maravillosa ambientación, Natalia nos sumerge en un mundo fronterizo entre lo natural y lo sobrenatural, entre el mundo cotidiano de Londres o Venecia y el submundo de la violencia de las mafias. He disfrutado muchísimo con todas las estupendas descripciones, las justas, que me han hecho volver a viajar a Venecia y a visitar Londres, y me ha traído muchos recuerdos de Japón, una cultura que me apasiona.

La trama se va desarrollando en capítulos breves que te mantienen atrapada entre sus páginas, y si hay algo que quisiera destacar es cómo ha jugado la autora con el ritmo de la narración. El inicio pausado, como si susurrase los secretos que Lena conoce, desvelándolos poco a poco; luego, se incrementa la velocidad al tiempo que los acontecimientos se van precipitando hacia su desenlace, con mucha más acción en las escenas.

Hay una red de personajes, entre principales y secundarios, que van entretejiendo la historia. Unos y otros parecen tener un papel importante, apareciendo en el momento preciso. Tenemos primero a los tres protagonistas: Lena, Dallas y Killian.

Lena es la puerta entre dos mundos, el de las leyendas, lo sobrenatural y los espíritus, y el mundo real, ese al que tanto se esfuerza por pertenecer. No ha tenido una vida fácil y lo sufrido le ha hecho madurar con rapidez. Vive atormentada a causa del don que posee, pero tiene una meta, un objetivo, y vive para ello. Y aunque había renunciado a llevar una vida normal, no puede evitar que el amor la sorprenda, porque el destino ya está escrito de antemano. Es un personaje complejo, que lleva el peso de la historia; sin embargo, en algunos momentos he tenido la sensación de que no avanzaba, de que se quedaba anclada en su negatividad.

Dallas y killian son como los dos platillos de una misma balanza, polos opuestos que atraen a Lena. Sin embargo, a lo largo de la historia vamos viendo que el mal siempre convive con el bien dentro de una misma alma, y que el camino depende de las elecciones que hacemos. Ambos crecen y maduran como personajes y, de algún modo, ambos encuentran la paz al final. Los dos son importantes en la vida de Lena y le ayudarán a cumplir sus sueños. Quizás sea mi impresión, pero el hecho de usar a ambos como protagonistas fuertes, ha hecho que ninguno de ellos termine de destacar de forma primaria.

El estilo de Natalia siempre me ha gustado, porque su escritura no se limita a narrar, te hace sentir, experimentar emociones y sensaciones. Vives la historia y sufres acompañando a los protagonistas. Eso es lo que hace que te pegues a las páginas y no quieras dejar de leer. La documentación que ha llevado a cabo la autora también es digna de mencionar, en especial todo lo tocante a la mitología japonesa. Su manera de incluirla en la historia me ha fascinado.

No puedo dejar de recomendar esta novela a todos los amantes de la cultura japonesa, de la novela romántica y de la fantasía.