Una historia maravillosa y fascinante que, confieso, me ha arrancado algunas lágrimas. Ambientada en la época actual, la trama nos lleva, sin embargo, al pasado a través de continuos flashbacks. La autora la desarrolla con maestría, como si de un puzzle se tratase, en la que nos va introduciendo en un laberinto de pistas e intuiciones hasta llegar a completar la historia al final de la novela. Así, el lector se haya suspendido siempre al borde de un abismo de conocimiento, en el que sabe, pero no del todo; intuye, pero sin seguridades. Y lees, lees porque quieres saber más, porque quieres descubrir los porqués de esta historia. Los protagonistas de esta novela tienen mucho que decir, porque apenas hay personajes secundarios, y los que hay son solo pinceladas y retazos pasajeros en una historia que habla por sí sola. Hay tres narradores principales, dos en el presente y uno en el pasado, la dama victoriana que cultiva flores en un invernadero. Los dos primeros son los verdaderos protagonistas de la historia, y son de esos personajes que te tocan el corazón: Tina y Kenji. Tina es una chica huérfana a la que solo le queda su hermano Guille, que siempre anda metido en líos de los que ella tiene que sacarlo. Es una joven fuerte y decidida, a pesar de que la vida le ha golpeado duramente. Me encanta de ella ese aire de dulzura y tristeza que la envuelve como una segunda piel, y la relación con su hermano. Me ha conquistado el amor mutuo que hay entre ellos, capaz de perdonarse mutuamente los defectos, los errores; capaces de ver más allá de la superficie del otro para mirar en su corazón y buscar su felicidad, aunque no siempre lo consigan. Kenji me ha enamorado. En él se refleja muy bien el exotismo de un país, de una cultura y de un carácter. Su sufrimiento interior, a lo largo de la novela, estremece el alma, por eso, la primera vez que aparece sonriente es como si hubiera salido el sol. Su propia historia, aprendida a retales con la pluma de la autora, conmueve, y terminas deseando que ojalá, esta vez, sí pueda ser feliz. Creo que es un personaje que está muy bien logrado. El estilo ágil de la autora, nos lleva a centrarnos en lo esencial. A veces son trazos rápidos los que nos dibuja, otras usa descripciones que son casi poesía: "Mi hermano es una sonrisa que no ha cambiado con el paso de los años. Es una explosión de pecas que se extienden desde la nariz...", y que nos permiten visualizar a la perfección el encanto de un rostro y el carácter de un personaje. En resumen, esta novela me ha fascinado, por su forma de narrarla, por sus personajes, por la historia tan bonita que encierra, y por la belleza de ese lenguaje de las flores que encabeza cada capítulo. ¡Os recomiendo que no dejéis de leerla, porque estoy segura de que os encantará! + Leer más |