Bajo el cielo azul de Lorient

En más de una ocasión he hablado acerca de la necesidad de salir de la zona de confort en lo que a la literatura se refiere y, aunque ya había hecho alguna incursión en el mundo del manga, es un universo en el que aún tengo muchísimo que explorar. Por eso agradezco enormemente a Masa Crítica la oportunidad de conocer una historia tan entrañable como la que se desarrolla en las páginas de “Bajo el cielo azul de Lorient”. Además de las maravillosas ilustraciones a cargo de Yôko Shima (reconozco que ese vestuario y ambientación de una época pasada me han fascinado), la historia desarrollada por Keiko Nagita llega de una manera certera, con un aire de nostalgia y sensibilidad que difícilmente pueden dejar indiferente.

Cuando la pequeña Claudine se establece con su madre en el pueblo de Lorient, creará fascinación entre los niños que la rodean; la sofisticación, encanto y amabilidad de la niña no pueden pasar desapercibidos para nadie. Pronto hará amistad con Louis, Helena y Roger; sin embargo, el secreto que guarda Claudine se irá descubriendo poco a poco junto a la fatalidad que se cierne sobre ella. A partir de este momento, los cuatro jóvenes se verán unidos y separados por un destino que hará que redescubran los poderosos lazos de la amistad y del amor, de las ambiciones, el orgullo y la redención.

Me ha parecido maravilloso todo lo que se crea en torno a este pueblo ficticio del norte de Francia que supone el verdadero punto en común de todos los personajes del manga. La nostalgia y esa manera que tienen los protagonistas de darse cuenta poco a poco de hasta qué punto apreciaban esta región es contagiosa para todo aquél que eche de menos su hogar o lugar de origen. Por otro lado, no he podido evitar que me viniera a la cabeza la archiconocida Scarlett O'Hara a medida que profundizaba en el personaje de Claudine. Si bien me gusta el desarrollo de todos los principales, en este caso me ha encantado la manera en que la joven va venciendo sus fantasmas del pasado y dándose cuenta de lo que realmente le importa en la vida, lecciones que a veces aprendemos demasiado tarde.

Las historias de amor me han parecido realmente emotivas: la entrega de Helena, la ingenuidad de Louis, la perseverancia de Roger y esa ingenuidad de una Claudine que a veces equivoca el lugar donde cree que puede encontrar su felicidad. La amabilidad de unos amigos que te tienden la mano en el peor momento obviando algunas ofensas pasadas, así como el orgullo que puede llevar a rechazar una ayuda bienintencionada, también son temas ampliamente desarrollados en el libro. Reconozco que todos estos ingredientes junto con la calidad de unas ilustraciones que me han transportado aproximadamente a finales del siglo XIX o principios del XX, me han proyectado un mundo cautivador y cargado de una patente melancolía que ya se intuía en la maravillosa imagen de Claudine que conforma la portada del manga.