La hija de la criada

La novela está escrita en primera persona por Ada, la criada de la familia Harrington, quien evoca su vida desde su nacimiento en la mansión de Cradock House hasta su vejez. Su vida está marcada por el sufrimiento y la desgracia pero la historia transmite una visión optimista y esperanzadora al ensalzar el triunfo ante la adversidad, el valor de la amistad y la voluntad de seguir adelante a pesar de todo.
La trama se centra, entre otros, en temas como la amistad, las relaciones paternofiliales, la culpa, el perdón, la música y la segregación racial que supuso el régimen del apartheid en Sudáfrica, marco histórico que envuelve esta historia de tintes de saga familiar. La protagonista es un ser ingenuo y la autora reflexiona a través de su personaje sobre esta problemática de segregación racial desde una perspectiva sencilla a través de los hechos cotidianos de la vida de los personajes.
Además de por la candorosa visión de la protagonista, los pensamientos de su señora los conocemos también a través de escuetos fragmentos de un diario que va escribiendo y que Ada lee a escondidas, diario que para evitar confusión en el lector está redactado en cursiva.
Las escenas dramáticas están descritas de forma sobria huyendo del melodrama de sobremesa, y si bien es algo que me agrada no me ha convencido que ocurran de forma abrupta y que no se indague en sus consecuencias, por lo que situaciones dramáticas que sería lógico sentir de forma angustiosa se perciben, sin embargo, con cierta distancia. Personalmente habría preferido un mayor análisis psicológico de los personajes para que determinadas reacciones no me resultaran extrañas y una indagación más intensa en el régimen del apartheid.
Y es que en ocasiones me ha resultado complicado entender como lógicas las templadas reacciones de la criada ante los infortunios y sus crédulos razonamientos, ya que por muy ingenua y sumisa que se nos muestre, no resulta fácil creer que alguien que posee tal talento y virtuosismo para tocar el piano actúe con tan insólita docilidad ante hechos tremendamente injustos y graves. Lo mismo me ha sucedido con la reacción de la señora de la casa ante un suceso que omitiré y que tampoco se percibe como comprensible ni normal.
El erróneo sentimiento de culpa de la protagonista y su infinita capacidad para aceptar con resignación los golpes que le va asestando la vida, derivado en buena parte de sus firmes creencias religiosas, a veces puede llegar a exasperar, aunque al final del libro la ternura del personaje terminará por conquistar al lector. El amor y el sentimiento de protección que siente hacia su hija Dawn, una mulata que no encuentra sitio en ninguna parte al ser rechazada tanto por los blancos como por los negros, sí logra sin embargo conmover y emocionar al lector; la relación entre ambas está muy lograda y consigue traspasar las páginas de la novela.
Pese a los reparos que he mencionado y que mucho tienen que ver con mis gustos personales, estoy segura de que la novela será del agrado de un buen número de lectores -del mío también lo ha sido aunque no me haya fascinado-, en especial de los que gusten de lecturas con tintes de saga familiar y que deseen acercarse de una manera sencilla a la indecencia que supuso el régimen del apartheid.
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Hoy vengo con “La hija de la criada” que tras cinco años en la estantería esperando su turno, ya le iba tocando.

La verdad es que me ha gustado esta historia que abarca varias décadas de la vida de sus protagonistas y que transcurre en Sudáfrica, a donde en 1919 llega Cathleen procedente de Irlanda para casarse con su prometido al que no ve hace cinco años. Cuando la novela comienza Cathleen ya lleva años viviendo allí. Ha tenido dos hijos con su marido y ha creado unos lazos de amistad tan grandes con Miriam, la criada negra que ya estaba en la casa cuando ella llegó, que siempre ha considerado a Ada, la hija de Miriam, casi como una hija más, a pesar del color de su piel y de que el trato como iguales entre negros y blancos no estaba bien visto.

Ada es la hija que da título a este libro. Si algo demuestra desde niña, es que además de saber cumplir con sus labores ayudando a su madre en el trabajo diario de la casa, también es una niña muy inteligente y Cathleen estará encantada de enseñarle cosas que de otro modo jamás estarían a su alcance (leer, escribir, tocar el piano…) Ada es como una esponja y se siente querida por Cathleen y su hijo Phil, aunque en absoluto por su hija Rosemary, que es altiva, prepotente, muy consciente de su estatus social y del de Ada.

Algo ocurrirá en la casa que hará que Ada se marche y es entonces cuando abrirá los ojos a la realidad. La autora consigue retratar el contraste de la vida que Ada ha llevado hasta ese momento con la de sus nuevas amistades y eso le hará darse cuenta de lo afortunada que había sido. Ahora su vida no será tan fácil, siente que no encaja ni entre los blancos ni entre los negros y tendrá que luchar para salir adelante mientras en Sudáfrica las cosas se van complicando con la llegada del Apartheid.

La verdad es que es una novela muy bonita. Me ha gustado que estuviera narrada en primera persona a través de la voz de Ada ya que nos va mostrando su personalidad curiosa, sus ganas de aprender, aunque al principio me resultaba un personaje demasiado "inocente", pero luego no le queda más remedio que cambiar, sin perder nunca esa bondad innata en ella. También me ha gustado que aparecieran partes del diario de Cathleen, a lo largo de la narración donde nos muestra sus dudas desde que sale de Irlanda y después pensamientos sobre su vida y sus sentimientos hacia su familia y la de Ada.

A lo mejor cuesta creer que en aquella época una persona como Ada, estuviera tan “integrada” en una familia blanca, pero a medida que avanza el libro la historia se hace más real. También es muy bonito “ver” a través de la voz de Ada el desierto del Karoo y conocer un poco más sobre la historia de Cradock, escenario de esta historia que cuenta con su propio episodio negro tras el asesinato de varios activistas que luchaban contra el Apartheid.

En fin, una novela recomendable, que me ha llevado a un escenario que no suelo visitar mucho (literariamente hablando) y me ha dejado buen sabor de boca.


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Me lo prestó una compañera y he de decir que me encantó. Me gustó como se describen los paisajes, la ideosincracia de Sudáfrica en un momento muy convulso. Como la protagonista en un mundo dividido en 2 por las clases sociales y el color de la piel, sigue adelante por intentar ser alguien, como el amor y la lealtad perduran incluso en los peores momentos.
Muy recomendable.