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CAMILA; BATLLES VINN (Traductor)
ISBN : 8483468484
568 páginas
Editorial: Debolsillo (01/09/2017)

Calificación promedio : 4.25/5 (sobre 6 calificaciones)
Resumen:
Una de las grandes obras narrativas del siglo XX sobre la relación entre el amor y el arte. Como ya hiciera en El mar, el mar, Iris Murdoch crea en esta novela una de las voces masculinas más persuasivas y seductoras de la literatura del siglo XX. En este caso se trata de Bradley Pearson, un escritor ya mayor que sufre un bloqueo creativo. Rodeado de una telaraña de variopintos y curiosos personajes -su inefable hermano, su ex mujer y un joven y deplorablemente... >Voir plus
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Críticas, Reseñas y Opiniones (3) Añadir una crítica
Kansas
 06 January 2023
"El arte dice la única verdad que en definitiva importa. Es la luz por la cual las cosas humanas pueden ser enmendadas. Y más allá del arte no hay, se lo aseguro a ustedes, nada."

Este es el cuarto libro que leo de Iris Murdoch y exceptuando El Unicornio, que es una rareza, los demás que han caído en mis manos, incluyendo El Príncipe Negro, tienen en común que son mucho más complejos de lo que parecen a simple vista en el sentido de que Iris Murdoch establece una especie de juego o divertimento, no sé si con ella misma o dirigido al lector, profundizando continuamente en el registro de sus personajes. Por ejemplo, en esta novela que nos ocupa, narrada en primera persona, a la larga vamos descubriendo que su protagonista, Bradley, es un narrador que no resulta para nada de fiar, su percepción de lo que nos va contando por muy seguro que se muestre, llegado un punto nos hace desconfiar de que sea veraz. Teniendo en cuenta que la mayor parte de la novela está narrada en primera persona, solo tendremos la perspectiva de Bradley y aunque nos vaya creando alguna duda o desconfianza, es tanta la información que nos va relatando, tan intensas sus reflexiones y cómo ve al resto de los personajes, que apenas seremos conscientes de que esa perspectiva tan cerrada, pudiera ser producto de sus fantasías. La narración en primera persona por Bradley formará parte de la estructura fundamental de la novela, luego tendremos una serie de epílogos narrados por otros personajes, que ampliará nuestra perspectiva de la historia tanto que llegaremos a dudar de ese relato en primera persona de parte de Bradley, pero llegado un punto también desconfiaremos de estos nuevos puntos de vista…, hay tantos giros, tanta fragmentación, tantos intereses ocultos por parte de estos personajes, que el lector se preguntará donde está la verdad de lo que ha leído.

"Pero existe una hostilidad natural, tribal, entre las personas casadas y las solteras. No soporto las exhibiciones, a menudo instintivas, que hacen las personas casadas a fin de insinuar no solo que son más afortunadas, sino en cierto aspecto más morales que tú. "

El Príncipe negro está dividida en dos partes con un ritmo bastante diferenciado entre la primera y la seguna parte.

En la primera parte y como es ya normal en las novelas de Doña Iris, se nos presentan varios personajes que van entrando y saliendo de escena, en un único escenario o dos. Bradley Pearson que ha sido Inspector de Impuestos y está retirado, se considera un escritor mayúsculo obsesionado por retirarse al campo y escribir su obra maestra. Sin embargo desde el momento en que comenzamos la novela, todas las excusas serán válidas para retrasar esa salida al campo y entretenerse en cuestiones domésticas... Por una parte, Arnold Baffin escritor de éxito, su protegido, reclama su atención continuamente. Rachel, la esposa de Arnold, también reclama continuamente la atención de Bradley y le hace ver que se siente atraída por él. Entra también en escena Christian, la ex mujer de Brad de la que huye continuamente, también Frances, su cuñado y finalmente Julian, la hija veinteañera de Arnold y Rachel. Cinco o seis personajes entre los que parece que no ocurre nada, con una trama ausente y sin embargo, personajes, giros, conversaciones y cartas. Bradley se pasa esta primera parte huyendo de algunos personajes y encontrándose con otros; es egocéntrico, algo pedante y en ningún momento parece que se interese por nadie más que por sí mismo.

”Pero no hay lenguaje con el que expresar la verdad sobre nosotros, Julián."

- En la segunda parte hay ya un cambio de ritmo y casi de escenario. Bradley se enamora y eso le hace suavizarse y crear una empatía hacia los demás que hasta ahora había brillado por su ausencia. Una historia de amor que pasará por todas las etapas por los que puede pasar el amor a la velocidad de la luz. Se podría decir que llegado a este punto, Iris Murdoch ha encontrado la gran temática en torno a la cual girará la novela: el amor en todo el sentido de la palabra.

"-El amor es una suerte de certeza, acaso la única

- Es un estado de ánimo."

El Príncipe Negro es una novela extraña porque el lector va pisando continuamente terreno inseguro. Cuando en un principio parecía ser una novela satírica en torno a los conceptos de arte donde la Murdoch establece la diferencia entre el arte más comercial reflejado en Arnold frente a literatura más pura dura que viene de parte Bradley (aunque en ningún momento veamos a Brad escribiendo ni siquiera sabremos qué libros ha escrito) poco a poco se va convirtiendo en otra cosa y de repente se convierte en una novela romántica en torno al concepto del amor y de sus registros que van desde el amor ideal pasando por los celos y la desconfianza y el abandono.

"Quizá el mundo pueda ser fundamentalmente descrito como un lugar de sufrimiento. El hombre es un animal que sufre, sujeto a persistente angustia, dolor y temor, sujeto a la regla de lo que los budistas llaman dukha, la infinita e insatisfecha ansiedad de un ser que desea apasionadamente bienes ilusorios. Todos sufrimos, pero sufrimos de manera distinta."

Los personajes de Iris Murdoch no dejan de ser caricaturas y no deja títere con cabeza en ese aspecto, creo que no se salva ninguno en el retrato que hace de ellos. Iris Murdoch por otra parte construye una novela cuyo eje central será Hamlet en el sentido de que las pistas y la simbología que pueden dar algo de luz a estos giros continuos, provendrán precisamene de ahí en su reflexión de la homosexualidad, el arte y el amor. Y a pesar del sentido del humor, del ritmo, de los giros continuos, de los enredos que pudiera parecer que estamos dentro de un vaudeville, nada más lejos: la prosa de Iris Murdoch es el punto clave que marcará el ritmo fluido a través de una simbología siempre presente ya sean las marcada por unas botas púrpuras o por una estatua de bronce.

"Soy, lo confieso, un escritor de cartas obsesivo y supersticioso. Cuando me siento preocupado prefiero escribir una larga misiva que hacer una llamada telefónica. Tal vez ello se deba a que atribuyo un poder mágico a las cartas. Expresar algo por carta, pienso a menudo de modo irracional, equivale a hacerlo realidad."

[...]

"Una carta es una barrera, una remisión, un sortilegio contra el mundo, un método casi infalible de actuar a distancia. Es una manera de pedir al tiempo que se detenga."

[...]

"Qué peligrosos instrumentos son las cartas. Una carta puede ser infinitamente releida y reinterpretada, estimula la imaginación y la fantasía, persiste, es un testimonio candente."

Y quizás uno de los puntos clave de esta novela se revele en la simbología de las cartas. En muchos momentos, sus personajes se comunican a través de cartas y puede que sea el único momento durante la novela, en que se expresen con sinceridad, sin subterfugios, usando estas epístolas como el único momento en que se desnuden para revelar ciertos secretos, ciertos secretos que se ven incapaces de desvelar a la luz del día. En definitiva, una novela magnífica de una autora que puede absorber mucho, Doña Iris es intensa como ella sola. Sus personajes pueden resultar caricaturescos e hipermegaexagerados en su comportamiento pero no dejan de ser una herramienta necesaria a través de los cuales la autora reflexione sobre sus cuestiones filosóficas de siempre, sobre el arte sobre todo y en este caso concreto, sobre el amor. al concluir una novela de Iris Murdoch siempre me pregunto si esta mujer, que tantas páginas le dedica al amor en todas sus fases, realmente creía en él o era una gran cínica que abjuraba de él. Sigo sin encontrar la respuesta tras la cuarta de sus novelas leída, pero seguiré leyéndola por si en algún momento Iris Murdoch me lo desvela.

"Es un hecho extraño que las barreras que preservan los grados de intimidad son inmensamente resistentes y, sin embargo, pueden ser vencidas por el más leve roce. El mundo puede cambiar para siempre con solo tomarle a alguien la mano de una determinada manera, con solo mirarle a los ojos de una determinada manera. "


Enlace: https://kansasbooks.blogspot..
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Guille63
 07 March 2023
“Todo cuanto tiene valor es secreto.”

Como secretas y misteriosas son para mí las razones por las que Murdoch me gusta tantísimo, igual de insondables que las que me empujan una y otra vez a leer autores como Thomas Bernhard, Robert Walser o, por tocar también lo patrio, Vila-Matas, del cual tomo la idea y pienso que quizás me atraigan porque siempre parece faltarme algo que no alcanzo a ver, que se me escapa, el secreto, un valor que constato pero no concreto.

“Sólo el arte explica, y en sí no puede ser explicado. Nosotros y el arte estamos hechos el uno para el otro, y cuando falla ese vínculo, falla la vida. Sólo esta analogía es válida, sólo este espejo refleja una imagen cabal. Claro está que nosotros tenemos una «mente inconsciente», y de eso trata en parte mi libro. Pero no existe un mapa general de ese continente perdido.”

Bien es verdad que todos escriben sobre una vida que saben sin sentido, mofándose y compadeciéndose del ser humano, y de paso de sí mismos, por no tener más remedio que vivirla trágicamente pues más allá no hay, se lo aseguro a ustedes, nada. Es por ello por lo que todos revisten su escritura de la ironía y el humor que les permite tratar con el absurdo.

“Prácticamente toda la descripción de nuestros actos resulta cómica. Somos infinitamente cómicos para los demás… Dios, si existiera, se reiría de su creación. Sin embargo, también sucede que la vida es horrible, sin sentido metafísico, destrozada por el azar, el dolor y la cercana perspectiva de la muerte. de ello nace la ironía, nuestro necesario y peligroso instrumento.”

Bueno, dejémonos de generalidades y digámoslo ya: esta novela es una de las grandes de Murdoch. Reúne todas sus excelencias, todas sus características maneras e ideas, una ligereza irónica que alterna sabiamente el vodevil con filosóficas lucubraciones sobre lo bueno, lo bello y lo verdadero, que, como el dios cristiano, es uno y trino.

“La belleza está presente cuando la verdad ha descubierto una forma idónea.”

Su narrador y personaje central, Bradley Pearson, es del tipo poco fiable, además de soberbio, pedante y egocéntrico, por lo que será el lector el que tenga que discernir cuánto hay de parodia y cuánto de verdad en todo lo que en la novela reflexiona y cuenta semejante individuo (a lo que también contribuyen los testimonios de otros personajes que como epílogos Murdoch añade a la propia novela cuyo autor es Bradley Pearson). Bradley es mucho menos erudito y profundo de lo que él se cree y con él se ensaña la autora interrumpiendo constantemente su vida (siempre está a punto de partir pero algo se lo impide) y metiéndole en unos líos tremendos y ridículos que cambiarán la idea que de sí mismo tenía y su vida por completo.

“Soy consciente de que la gente suele tener unas ideas generales totalmente distorsionadas de sí misma.”

También hay en la novela otros muchos temas propios de la autora, el arte, la metaficción, la moral, Shakespeare, la amistad, el matrimonio, la lealtad a uno mismo y a los demás, lo difícil que es proteger nuestros frágiles egos y lo que ello nos condiciona, la complejidad del comportamiento humano, su ridiculez, su imprevisibilidad, lo mucho que puede cambiar la vida en un instante (de los sorprendentes giros argumentales, tan típicos de la autora, aquí estarán más que sobrados)…

“Sé que la vida humana es horrible. Sé que en nada se parece al arte. No tengo religión, excepto mi propia tarea de existir. Las religiones convencionales son cosa de sueños. A escasos milímetros hay siempre un mundo de temor y de espanto. Todo hombre, hasta el más grande, puede ser destruido en un momento y no tener dónde refugiarse.”

Pero por encima de todo, “El príncipe negro” es “Una celebración del amor”, así reza su subtítulo, aunque realmente debería ser algo así como “Auge y caída de esa terrible enfermedad llamada amor”.

“Nunca me había entregado, Francis, nunca me había puesto en juego de un modo absoluto. Me he pasado la vida siendo un hombre tímido y apocado. Ahora sé lo que significa estar más allá del alcance del temor. Ahora me encuentro donde mora la grandeza. Me he entregado. Y, con todo, es como estar bajo una disciplina. No tengo elección. Amo, venero y seré recompensado.”

Murdoch resalta en la novela como el amor nos cambia la vida, nuestra percepción de nosotros mismos, del mundo, de nosotros en el mundo; lo demencial que es que una única persona atraiga toda nuestra atención en detrimento de todo y de todos, teniendo en cuenta que “Lo que ese ser amado «es» o «es realmente» importa un comino”. El amor nos hace únicos, nos sentimos privilegiados y llenos de gratitud, tan a gusto con nosotros mismos que casi ni necesitamos la presencia de la persona amada… hasta que empezamos a necesitarla, y el deseo nos desborda, el eros, ese príncipe negro (aunque a tal título nobiliario también son candidatos Hamlet y Julian vestida provocativamente de dicho personaje).

“El primer día Julian había estado en todas partes. El segundo había estado, sí, en alguna parte, vagamente localizada, todavía no terriblemente requerida, pero necesitada. Ella había estado, ese segundo día, ausente. Eso fue lo que inspiró el pequeño anhelo de una estrategia, un pequeño y ambicioso deseo de trazar planes. El futuro, previamente borrado por un exceso de luz, reapareció.”

De pronto aparece el miedo, descubrimos el temor de perderlo todo, de que ese amor nuestro, que era el auténtico fin del universo, desaparezca… el horror. Y ya, si tenemos la suerte de que el amor no nos ha conducido a la persona equivocada, lo que supondría una serie de molestos problemas, ¿cuánto dura?, ¿en qué se convierte pasado un tiempo?, ¿eso en lo que se convierte es suficiente o necesitamos volver a sentir el amor para darnos sentido?, ¿compensa que pongamos nuestra vida patas arriba?, ¿tenemos elección?

“El arte dice la única verdad que en definitiva importa. Es la luz por la cual las cosas humanas pueden ser enmendadas. Y más allá del arte no hay, se lo aseguro a ustedes, nada.”
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Noni
 01 May 2022
Bien es sabido que de la obra de Shakespeare no se valora tanto su técnica como la belleza con que describe las pasiones humanas en toda su extensión. Si hay un escritor que describa con conocimiento de causa sobre ellas, éste es sin duda El Bardo.
Del insigne autor (también de Platón y Sócrates) se habla continuamente en esta novela donde las pasiones, todas ellas, nublan la conciencia humana hasta el punto de hacer perecer, a veces literalmente, otras de manera simbólica, las vidas de sus protagonistas. Odio, envidia, celos, miedo, amor, piedad, llevados al extremo, si es que en algún momento pueden no habitar ahí, se dan cita en un espacio corto de tiempo engendrando una historia, quizá un sueño, finalmente una tragicomedia al más puro estilo griego, digna igualmente del mejor de los dramas de Shakespeare.
Todo comienza cuando Bradley Pearson, escritor de escaso éxito, acude a la casa de Arnold Baffin, escritor de rotundo éxito y amigo del primero, tras una implorante llamada telefónica de éste que dice haber matado a su mujer, Rachel. al mismo tiempo, y antes de que pueda abandonar la casa, llama a la puerta el hermano, Francis Marloe, de su ex-mujer, Christian, para anunciarle que ésta ha vuelto. A partir de este momento el escritor, que tenía previsto dejar Londres buscando la creatividad que le ha abandonado, se ve envuelto en una desdichada toma de decisiones, descubriendo sentimientos que creía olvidados, enredado en pasiones propias y ajenas. Hilarante, trágica, desmesurada, cómica, profunda, romántica y cínica, los personajes que crea Murdoch son siempre fieles retratos del alma humana: el artista sobrevalorado, la amante despechada, el amigo envidioso, el solitario empedernido, la hermana superficial y débil, el marido engreído y machista, la joven soñadora... Todos ellos componen un microcosmos en el que viven, sufren, aman, delinquen, y mueren. La vida, con mayúsculas, a través de las minúsculas vidas de unos cuantos personajes abocados a un final sorprendente.
De principio a fin una novela mayúscula, otra más de esta mujer por la que siento una profunda admiración.
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Citas y frases (2) Añadir cita
NoniNoni01 May 2022
El matrimonio es una curiosa institución, como ya he observado. No alcanzo a comprender cómo puede ser así. A mi entender, las personas que alardean de un matrimonio feliz son por lo general personas que se engañan a sí mismas, cuando no unas auténticas embusteras. El alma humana no está estructurada para una proximidad continua, y la consecuencia de esta forzada vecindad suele ser una espantosa soledad que las reglas del juego prohíben mitigar.
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NoniNoni01 May 2022
A menudo nos identificamos con lo que, de no hacerlo así, resultaría una amenaza.
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