Tan cierto como que respiramos, es que seguimos soñando incansablemente con nuestra historia, y en esa historia tenemos dos caras. Somos simultáneamente objeto y sujeto. Somos el todo y la parte, reales y sombras, "narradores" y al tiempo "personajes". A través de los intrincados papeles de nuestras historias es como nos curamos de la soledad que nos provoca ser individuos aislados en este mundo.
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