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Murakami nos presenta, en primer lugar, la historia de Shōzaburō Takitani, padre de Tony Takitani, el protagonista. Nos relata su vida, cómo transcurren los años hasta que llega Tony al mundo y, luego, la relación entre ambos, que se basa en un par de encuentros cada bastante tiempo. Tony ha crecido en soledad, sacándose las castañas del fuego por sí mismo. Nunca necesitó de nadie, ni siquiera de amigos que fueran una buena compañía. Trabajando como ilustrador, se gana la vida hasta que aparece alguien en su vida que le hace replantearse si de verdad es sano estar siempre solo. El amor arrasa con todo y, después de casarse, se da cuenta de que quizás ha idealizado a su enamorada, una chica adicta a la compra de vestidos y zapatos. No quiero hablarles más de la trama pues es tan corto que podría revelar el alma de esta historia. Solo puedo decir que Murakami me ha atrapado con su pluma y me ha llevado en una montaña rusa en la que iba cambiando de opinión todo el rato, sintiéndome un barco a la deriva o su títere. Sin embargo, ¡ME HA ENCANTADO SENTIRME ASÍ! Me gusta que las historias me hagan reflexionar y la soledad es un tema clave del que hay que hablar. Murakami me ha conquistado con este relato corto y lo siguiente que leeré será Tokyo Blues porque muero de ganas de seguir conociendo su pluma y ver si realmente es para mí ♥️ Punto a favor del relato: las maravillosas ilustraciones que tiene. No se lo pierdan; no se van a arrepentir. |
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