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La séptima novela que leo de Murakami, la más corta y creo yo la más potente. Menos de trescientas páginas para una novela es poco para este hombre, ya que el se toma mucho tiempo para desarrollar sus personajes y sobre todo sus mundos. Aquí, Murakami deja de lado la calma de sus otras historias y nos enseña una historia que pasa en una noche, pero que pareciera mucho más tiempo. Mari está sentada en una cafetería a mitad de la noche, está leyendo un libro, no quiere irse a casa, pero la interrumpe un muchacho… Luego en otro lugar, el narrador nos dice que estamos viendo, pero no nos ven a nosotros una habitación con una mujer durmiendo plácidamente. Así comienza esta novela, y todo va transcurriendo en hechos inverosímiles, pero a la vez son tan creíbles porque pasan en esas horas de la noche en donde pocas personas saben que está pasando de verdad. Esta historia me encantó por el trabajo que hace el escritor en desdibujar las líneas de la realidad, llega un punto, en una hora de la madrugada en que ya no podía distinguir que era real y que era lo extraño. Hasta cierto punto sentí una ansiedad al leer como esa línea es tan sutil. Aquí no importa mucho los personajes, aquí lo que importa es como la noche es un mundo extraño, un tiempo aparte y si los personajes solucionaron sus problemas es lo de menos, lo que tendrás en la cabeza es el viaje que te pegaste leyendo este libro. |
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