La vida de las mujeres

La vida de las mujeres es una lectura bonita. Es la vida de una niña, de su madre, sus amigas y las vecinas del lugar. Se centra en su vida y aborda temas como el feminismo. Cómo la protagonista, sin embargo, no se adapta a su ritmo de vida con su familia y más de una vez se siente marginada. Eso sí, está desventaja con el resto le permite ver la vida de otra manera y eso es lo mágico del libro. No tiene aspiraciones como el resto de las niñas; casarse, tener hijos.
Es su primera novela que leo. Me ha encantado cómo describe el lugar. Para mí un entorno totalmente rural. Es una novela muy cercana.

De vez en cuando me gusta salir de mi zona de confort. Esto a veces me permite encontrar joyitas que de otra forma no hubiera conocido y otras veces simplemente ratifico que algo no es para mí. Desgraciadamente, en este caso, mi experiencia es del segundo tipo.

No soy una chica de recopilaciones de relatos, alguna vez he encontrado alguna que me ha gustado (sobre todo en fantasía) pero, por lo general, no es un estilo que disfrute. Aquí me animé porque, a pesar de ser relatos, todos compartían personajes y ubicación, entonces me daba la sensación de que se sentiría más como una historia única. Y en este sentido fue un sí pero no. Parece el diario de una niña o adolescente que te va contando diferentes momentos de su vida, pero me he sentido perdida en cuanto a saber cuándo pasaba cada cosa.

Reconozco que no es una lectura que me haya aburrido ni que me haya costado leer, pero sí que era de esas que cuando pensaba en ellas, no me daban unas ganas tremendas de continuarlas. No he terminado de conectar con la historia, ni con Del, la protagonista. Es un libro sobre mujeres pero quitando a del y a su madre tampoco es que conozcamos en profundidad a ninguna más.

Pero no todo ha sido malo: me ha fascinado la pluma de Alice Munro. Tiene una maestría a la hora de describir momentos y situaciones, su narración es de esas que dejan poso. El tabú de la sexualidad, el papel de la mujer en la sociedad, la complejidad de la religión, la vida en pueblos pequeños... Munro aborda los temas que quiere tocar de una forma muy sencilla, pero haciendo que reflexiones sobre ellos aún horas después de haberlos leído.

En general me ha parecido un libro entretenido pero sin más, no es una lectura que vaya a recordar de aquí a unos meses, la verdad. ¿Me alegro de haberlo leído? Pues sí, ya que no está mal probar cosas nuevas de vez en cuando.

Este libro me ha gustado bastante, no solo por el viaje vital que recorre Del, su protagonista, sino también por la profundidad a la que llega con una narración en principio sencilla.

Vayamos por partes. Primero, me gustaría destacar el viaje que del hace sin salir del pueblo donde vive, Jubilee. Va desde su infancia, pasando por la preadolescencia y continuando por su adolescencia hasta el final de esta. Un viaje vital, como digo, que todas hemos tenido, por lo que sabemos que a veces puede resultar difícil descubrir tantas cosas a la vez. Porque del descubre, o mejor dicho, redescubre su propio cuerpo, que comenzó siendo el de una niña y termina siendo el de una mujer, capaz de disfrutar pero también de romperse. Además, está en esa edad en la que se da cuenta de que para encajar a veces hay que hacer ciertos cambios en ti misma, y tomar esta decisión puede ser difícil.

También destacaría la profundidad que mencionaba al principio de la reseña. La novela está escrita con una narración sencilla y alegre, pero llega a una profundidad del alma humana muy llamativa. Es impresionante cómo me he sentido en algunas partes identificada con su protagonista. La historia de las niñas y las mujeres parece ser siempre la misma, como si se tratara de un círculo cerrado del que no salimos nunca.

Es, como digo, un viaje sin salir del pueblo de Jubilee, un lugar algo atrasado de Canadá, donde las tradiciones siguen siendo su actualidad, donde la vida de las mujeres se resume en nacer, crecer, reproducirse y morir, sin vivir experiencias más allá de sus familias. Un pueblo poco avanzado también en cuanto a servicios, que cuenta sorprendentemente con una biblioteca.

Con un futuro tan aciago, cuesta creer que la protagonista quiera vivir en Jubilee, pero es una enamorada de su pueblo, con sus dones y sus limitaciones. No obstante, dentro de los habitantes del pueblo, me ha gustado mucho el personaje de la madre de Del, una mujer libre dentro de sus posibilidades (sin estudios pero con una curiosidad enorme por todo). Uno de mis personajes preferidos, sin duda alguna.

Por último, quiero hablar de los interminables capítulos, o por lo menos a mí se me han hecho muy largos. Me ha parecido que su extensión se extendía tanto que, por mucho que me estuviera gustando el libro, me agobiaba un poco la lectura. Yo soy de esas personas que necesitan dejar la lectura justo al final de un capítulo,y en esta ocasión ha sido prácticamente imposible. Manías lectoras mías.

En resumen, es un libro muy recomendable, interesante y que de verdad merece la pena leer. Volveré a Alice Munro seguro.

“La vida de la gente, en Jubilee como en todas partes, era aburrida, simple, asombrosa e insondable…”

Munro lo hace una y otra vez y no sé por qué me sorprendo tanto a estas alturas de nuestra literaria relación (puramente platónica y unidireccional, todo lo demás son fake news): parte de unas vidas normales y sencillas y las torna reveladoras y esenciales haciendo verdad aquella frase de Cioran, que leí recientemente, en la que tan bellamente dice:

“Las experiencias subjetivas más profundas son asimismo las más universales, por la simple razón de que alcanzan el fondo original de la vida.”

Aunque es una novela, la única que ha escrito la autora, tiene la atmosfera y el aroma de sus cuentos y, al igual que en ellos, destaca la significación de los detalles, la precisión de las metáforas, las frases demoledoras con las que retrata a un puñado de personas enmarcadas en los paisajes de un pequeño pueblo de Canadá muy parecido a esa América profunda que nos es ya tan conocida. Un pueblo como en el que vive del Jordan, protagonista y alter ego de la niña que fue Munro, una chiquilla observadora, inteligente y rebelde a la que seguiremos en su tránsito de la infancia a la adolescencia.

“Creo que va a haber un cambio en la vida de las niñas y las mujeres. Sí. Pero depende de nosotras que se produzca. Todo lo que han tenido las mujeres hasta ahora ha sido su relación con los hombres. Eso es todo. No hemos tenido más vida propia, en realidad, que un animal doméstico.”

En la descripción de ese tránsito se hace un retrato certero de su vorágine emocional, sin escatimar crueldades y escatologías varias tan frecuentes en esas edades y que tanto parecen olvidar algunos, en la que se caracteriza su visión de la vida adulta, sus preguntas, sus miedos a aquello que creen estar a punto de descubrir, los problemas con la fe y la religión, tan importante en todo el norte americano donde la gente se define y la definen por la iglesia a la que asiste, la repentina aparición del deseo, la curiosidad por el sexo, lo difícil que es llegar a descubrir quién se es y qué se quiere, la sensación de ser dos personas, la que sufre y la que observaba el sufrimiento. Cuestiones todas ellas siempre difíciles pero que se pueden volver dramáticas en un pequeño pueblo en el que el control social es opresivo, y en el que impera, con más fuerza que una ley o un castigo, el pavor a sobresalir o a ser el hazmerreír, “lo peor que podía pasarte en la vida”.

En este camino, del nos irá presentando a aquellas personas que jugaron un papel relevante en su vida de una u otra forma. Así, conoceremos a su tío Benny y su demencial satisfacción por las derrotas, a su tío Craig con el que, gracias a su juicio grande e impersonal, se sentía más libre que con nadie, a las tías Elspeth y Grace, siempre dispuestas a contar historias del pasado mientras, sentadas en el porche, deshuesaban cerezas o pelaban guisantes, a su prima Mary Agnes, a la que mordió con odio en el brazo y el odio le pareció algo muy deseable, a Fen Dogherty, la inquilina de su madre, y al señor Chamberlain, objetivo ambos de libidinosas murmuraciones, a su tío Bill, el hermano pequeño de su madre, de niño malvado y cruel, ahora un hombre amarillento, a Naomi, su primera gran amiga, y a su madre y su maligno chismorreo, a su hermano Owen, con una predisposición ilimitada a aceptar los retos y las promesas del mundo exterior, a la señorita Farris, de quién la gente se reía por su extravagante forma de intentar cazar a un hombre, al señor Boyce, que no se hacía respetar por lo diferente que era de un profesor corriente, a Jerry Storey, poseedor de un coeficiente intelectual tan prometedor que su madre impediría por todos los medios que se hiciera cargo de ella si se quedaba embarazada, a Garnet French, su primer gran amor, del que las palabras le separaban pero cuyos dedos poco a poco se fueron posando sobre su mano hasta cubrirla por completo con la suya durante una reunión evangélica.

Y, por encima de todas estas personas, conoceremos la difícil relación que mantuvo con su madre, de hecho, la novela me ha parecido una maravillosa forma de pedirle perdón. del odiaba a su madre, tanto como inconscientemente la admiraba, por ese empecinamiento en sobresalir que ella tanto detestaba, por sus excentricidades, por mandar cartas a los periódicos exigiendo que “los profilácticos deberían ser distribuidos por el gobierno de forma gratuita a todas las mujeres del condado”, por su amor al conocimiento, que ella compartía a su pesar…en definitiva, por ser tan diferente a las demás madres y, al mismo tiempo, ser tan inocente y optimista que la obligaba a ella a defenderla y protegerla de todo y de todos. Una situación que la dejaba en una soledad dolorosa frente a sus amigas y su deseado y predecible futuro.

“Odiábamos su inmunidad, su educada falta de curiosidad, lo que fuera que las hacía flotar, caritativas y satisfechas… y las haría seguir flotando hacia las fraternidades universitarias, los compromisos, los matrimonios con médicos u abogados en poblaciones prósperas y lejanas.”

Hay otra persona que resalta extraordinariamente en el relato, aunque en este caso lo sea por su irrelevancia, por ser como un fantasma sin efecto real en la vida de del Jordan: su padre.

En efecto, Munro lo ha vuelto a hacer y se consolida una vez más en lo más alto de mi lista de autores/as preferido/as.

En esta novela nos encontramos la historia de Della Jordan, narrada en primera persona. La joven nos irá descubriendo sus vivencias y las de su familia en el pequeño pueblo de Jubilee, en Canadá. del es una niña que a partir de la observación y del cuestionamiento de los actos de las personas cercanas irá madurando y haciéndose mujer. A través de sus ojos primero, de la niña, luego de la adolescente y luego de la joven adulta, la autora nos describe su mundo, concretamente el de las mujeres de su entorno, ese entorno rural, con las similitudes y diferencias de sus vecinas.
En este sentido, destaca el personaje de la madre de Del, una mujer culta, atea y atípica que vuelca su ilusión en la venta de enciclopedias, y no encaja para nada en la sociedad en la que le ha tocado vivir. Sirve de contrapunto para tantas otras mujeres que se han acostumbrado a otro modo de ver su futuro, un futuro que pasa irremediablemente por el matrimonio, cuanto antes mejor.

Esta es la primera novela que leo de Alice Munro y me ha encantado el estilo tan natural a la hora de narrar momentos clarificadores e íntimos. Sus descripciones son detalladas y minuciosas, y hay un aura ambigua y enigmática que envuelve todo el libro y lo hace muy especial.

En general, es una novela muy cercana, basada en la cotidianeidad, y que logra transmitir a la perfección una sensación de calidez a través de las palabras de la protagonista.⠀⠀
Enlace: https://www.instagram.com/p/..

La premio Nobel Alice Munro es conocida fundamentalmente por sus relatos, sin embargo en mi primer acercamiento a la autora elegí una de sus pocas novelas, “La vida de las mujeres”, aunque en cierto modo sigue siendo un libro formado por varias historias cortas, protagonizadas, eso sí, por los mismos personajes a lo largo de los años.

“La vida de la gente, en Jubilee como en todas partes, era aburrida, simple, asombrosa e insondable… cuevas profundas cubiertas de linóleo de cocina”, dice la autora en un momento dado. Y así mismo podríamos definir este libro, unas veces emocionante, otras encantador, otras más anodino, se trata al fin y al cabo de una lectura pausada, sin grandes sobresaltos, donde no pasa nada extraordinario.

Aunque reconozco que en ciertos momentos acabé desconectando de lo que se nos estaba narrando, la experiencia lectora se ve compensada por un buen puñado de fragmentos brillantes, varios personajes extraordinarios, y sobre todo la exquisita pluma de Alice Munro.

Iba con ilusión a leer este libro pero creo que no he escogido bien para empezar con la autora. Alice Munro es conocida por ser una extraordinaria cuentista y, sin embargo, yo decidí empezar con una novela ya que suelo disfrutarlas más que los libros de relatos.

Lo cierto es que no sé si soy yo o que la novela no es su fuerte, pero La vida de las mujeres no ha conseguido engancharme. Leía el libro sin interés por lo que ocurría y me costaba volver a él para continuar con su lectura. Me ha resultado aburrido en su mayoría y no ocurría nada en particular que me hiciera disfrutar o ver la grandeza de su narración.

No obstante, me gustaría darle una segunda oportunidad a la autora, esta vez con sus relatos, y así poder comprobar por mí misma si sus cuentos son capaces de cautivarme al contrario que esta novela.

La vida de las mujeres de Jubilee, una localidad canadiense. La vida de una niña, del Jordan, su madre, las amigas y vecinas.

Las creencias religiosas, el despertar sexual, los convencionslismos rancios, en definitiva, el patriarcado.

Una lectura interesante que quizá no he sabido disfrutar del todo. No me ha llegado a calar. Quizá la diferencia cultural o geográfica me haya impedido identificarme con las protagonistas. No obstante, me lo tomo como una introducción a Alice Munro, autora a la que sin duda seguiré explorando.

Con un estilo chejoviano que oculta la profundidad y la historia central, esta novela puede leerse como tal o como un conjunto de relatos individuales. Se centra en la perspectiva de la vida de una adolescente, del Jordan, que retrata sus amistades, la época y la edad, sus relaciones familiares y su consideraciones acerca del futuro. Es grandioso cómo Munro parte de algo tan sencillo para abordar críticamente temas como el feminismo, los estereotipos alrededor de las mujeres y del amor, y cómo la protagonista entra en conflicto con su realidad. del no se amolda a ella, sino que siempre parece marginada, lo que le permite ver la vida de otra manera. Aunque aborda temas relacionados con la adolescencia, el libro bien puede ser disfrutado y resonar bastante en la vida de un adulto.

En un entorno rural canadiense una niña que va convirtiéndose en mujer nos cuenta la vida del pueblo y aprovecha para hablar de los sueños de las mujeres, los roles que se les asignan, la religión, la fe, la sexualidad. Aunque no estoy segura de haber identificado el tema de fondo, quizás porque no lo hay, me pareció una lectura agradable; un viaje donde lo que importa es ese viaje, más que el destino, se trata de disfrutar el recorrido.