En la biblioteca me sentía feliz. Las paredes de páginas impresas, prueba de tantos mundos creado, eran un consuelo para mí.
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En la biblioteca me sentía feliz. Las paredes de páginas impresas, prueba de tantos mundos creado, eran un consuelo para mí.
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La ambición era lo que las alarmaba, porque ser ambicioso era cortejar el fracaso y exponerte al ridículo. Lo peor que podía pasarte en esta vida, según entendí, era ser el hazmerreír.
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Consejos que se daban a las mujeres, a las niñas, consejos que partían de la base de que ser mujer te hacía vulnerable, que era necesario cierto grado de cautela, seria inquietud y autoprotección, mientras que se suponía que los hombres podían salir y vivir toda clase de experiencias, desechar lo que no querían y volver orgullosos. Sin pensarlo siquiera, yo había decidido hacer lo mismo.
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La naturaleza no es más que derroche y crueldad, tal vez no desde el punto de la naturaleza sino del ser humano. La crueldad es la ley de la naturaleza.
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Siempre que la gente te dice que tendrás que afrontar algo algún día y te empuja con toda naturalidad hacia el dolor, la obscenidad o la revelación indeseada que te acecha, en sus voces hay una nota de traición, un frío y mal disimulado júbilo, algo ávido de tu dolor.
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La leyenda de Sleepy Hollow es un relato corto de terror y romanticismo, se desarrolla en los alrededores de...