La tienda de la felicidad

Me gustan las novelas epistolares. No es que haya leído muchas pero las que recuerdo haber leído (“84, Charing Cross” y dos de Daniel Glattauer me gustaron mucho. Por eso me atrajo este libro que, además, tiene un título tan bonito.

Carmelo Durán apenas sale de casa. Allí tiene todo lo que necesita: un ordenador con conexión a internet. Carmelo escribió un libro, libro que llegó a publicarse y que nadie compró. Su hermano, por el contrario, es un escritor de éxito. Y no será porque Carmelo no sepa escribir: al contrario, escribe muy bien y así nos lo demostrará en los correos electrónicos que intercambia con diferentes personas a lo largo de la novela.

La novela es una sucesión de e-mails: correos que escribe Carmelo y correos que recibe. A lo largo de dos meses: del 13 de marzo de 2019 al 20 de mayo del mismo año. Cada día empieza igual: con un correo recibido de una empresa llamada La tienda de la felicidad: un sex shop que cada día le ofrece un producto que le hará feliz. A partir de ahí, recibe correos de personas conocidas: su madre, su hermano y su sobrino y también desconocidas, sobre todo correos spam. Entre los correos que recibe de personas desconocidas, destaca unos de una persona que llegará a conocer: Mari Carmen. Y es que Carmelo apenas sale de casa y casi toda la compra la hace on-line. Y suele comprar en Carrefour. Pero un día le escriben para decirle que cuatro o cinco de los productos que ha pedido no han podido ser incluidos en su pedido. Carmelo contesta quejándose al departamento de atención al cliente y Mari Carmen, de ese departamento, le contesta. Carmelo contesta a su vez y lo hace con un estilo y con un tono que para la mayoría de las personas hubiese supuesto un punto y final. Pero no para Mari Carmen, que no se queda corta a la hora de escribir y, sin tener una lengua tan afilada como la de Carmelo, no se corta. Y así, a lo tonto, empiezan a escribirse casi todos los días y, sin pretenderlo, se hacen amigos.

La historia es sencilla y del estilo de las novelas epistolares que había leído antes y que os he comentado al principio de la reseña. Lo que la hace diferente es el estilo del autor, Rodrigo Muñoz Avia, y el protagonista Carmelo Durán. Carmelo es probablemente demasiado inteligente para este mundo y, por eso, no acaba de encajar. Si lo conociésemos en el mundo real, probablemente le tildaríamos de raro o asocial. Pero en novela es un auténtico primor. Carmelo es un poco gruñón, lo critica todo, protesta si tiene que hacerlo… Con su familia no es mucho mejor: con su madre se escribe a diario pero no va nunca a verla, tampoco ve a su hermano mayor ni habla con él por teléfono; con el único que parece llevarse mejor es con su sobrino, un adolescente. Yo creo que ninguno de ellos sabe bien cómo tratarle. Pero quién si lo sabe, mira tú por dónde, es una desconocida llamada Mari Carmen. Una mujer que suponemos harta de lidiar con las protestas de los consumidores y que habrá oído/leído de todo. Una mujer que tiene una respuesta para todo pero que, sin embargo, entra al trapo a Carmelo. Y sabe cómo contestarle y, aunque “literariamente” no está a su nivel, consigue establecer con él una relación más íntima que cualquier persona que éste conozca en el mundo no virtual.

A través de los diferentes mails iremos conociendo a Carmelo y su vida. Algo de su pasado, algo de su (no) vida profesional, cosas de su familia, cosas de la comunidad en la que vive (los mails con la presidenta no tienen tampoco desperdicio). En todos ellos derrocha una ironía fina y un humor incisivo que da gusto leer.

Sólo tengo que ponerle un “pero” a este libro: lo poco que me ha durado en las manos. Lo empecé una tarde en plan, voy a ver cómo es este libro, y para la noche del día siguiente ya lo había terminado. Y es que el formato tipo carta le da una agilidad tremenda, las páginas vuelan sin que te des cuenta. Además, es que los correos de unos y otros son un vicio, cada uno en su estilo. Los de Carmelo siempre son maravillosos, inteligentes, sardónicos e incisivos. Los de su madre me han encantado (me han recordado un poco a la Amalia de Alejandro Palomas), la subtrama de la comunidad de propietarios no tiene desperdicio. Y lo mejor, asistir a cómo va evolucionando la relación Carmelo-Mari Carmen.

Es un libro muy divertido que me ha sacado una sonrisa en varias ocasiones. Aunque también es triste en ocasiones pues habla de soledad y pasan algunas cosas que no son precisamente felices. Aún así, en líneas generales, lo definiría como un libro positivo y divertido hecho para el disfrute lector.

Conclusión final

He disfrutado muchísimo con esta peculiar novela escrita a golpe de mails. Una novela con un protagonista fantástico y con un toque de humor irónico que os aseguro que os hará pasar un buen rato.
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"La tienda de la felicidad" escrita por Rodrigo Muñoz Avia, es una novela epistolar actual, donde la carta convencional ha sido sustituida por el correo electrónico.
El protagonista principal, Carmelo, es un tipo con una personalidad aplastante. Es asocial, o mejor dicho, con una sociabilidad selectiva. Es sarcástico e irónico.
Y ha hecho de la soledad su compañera y forma de vida. Hasta tal punto, que su único medio de comunicación con el mundo que le rodea es el correo electrónico. Ni siquiera el teléfono convencional, ni el móvil, ni mucho menos las redes sociales. Solo se comunica a través del correo.
Así nos metemos de lleno en los pormenores que rodean a este extravagante ser, conocemos sus relaciones familiares, personales, laborales, debilidades y costumbres, gustos... todo ello a través de una pantalla.
Ha perfilado un personaje extraordinario. Para mí Carmelo es lo mejor de toda la obra.
Hasta que Mari Carmen aparece en escena y se convierte en el punto de inflexión de la vida de Carmelo y la pone patas arriba.
Cuando vi esta obra, irremediablemente me recordó a "Contra el viento del norte" de Daniel Glattauer, y que me impactó por su originalidad, frescura y contenido. Así que no dudé en leer esta historia.
En esta ocasión, el autor no solo nos muestra la relación virtual entre dos personas y la incertidumbre que les genera el hecho de poder conocerse físicamente, sino que a través de la cibercorrespondencia nos hacemos una idea de cómo es la vida "real" de ambos.
La soledad que sufren de alguna manera todos y cada uno de los personajes que aparecen es tremenda.
Una lectura que aparentemente es superficial, y con la que te puedes echar una carcajada de vez en cuando con nuestro Carmelo, pero que si se lee entre líneas, no hay tanta felicidad ni es tan frívola como puede parecer de antemano.

Un libro que me ha entretenido mucho, ideal para empezar el nuevo año. Narrado de forma epistolar pero "en moderno", es decir, todo a través de correos electrónicos porque nuestro protagonista, Carmelo, es todo un personaje que no usa el teléfono porque no le da la gana. Los correos que recibe este hombre son de lo más variopintos, desde datos de su pedido a Carrefour o a "la tienda de la felicidad" hasta a su madre, hermano o los que recibe de spam de chicas rusas guapas que quieren a un español, ja, ja, ja.
Una historia con toques de humor, también algunos de drama, pero pocos, en definitiva una novela epistolar bastante graciosa, buscaré más cosas del autor porque me ha gustado su forma de escribir y, su protagonista, Carmelo.

Carmelo Durán vive solo, no sale a menudo y le encanta pasar los días delante del ordenador, comprobando el correo electrónico, comprando online en el supermercado y discutiendo con sus interlocutores cibernéticos, entre los que se encuentran su hermano Elisendo, su vecina Pilar o la encargada de atención al cliente de Carrefour Online. Mari Carmen, dicha encargada, se pondrá en contacto con él, desde su correo personal, después de un error en su último pedido y, desde ese instante, la vida de Carmelo será muy distinta durante unos meses. ⠀
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Mientras lidia con las quejas de los vecinos, con los emails de su madre y con los de spam, ofertas y personajes singulares, Carmelo nos muestra ese humor ácido tan característico, regalándonos risas desde la primera página y nos ofrece una entrada en primera fila para vislumbrar sus peripecias diarias, y cómo se desenvuelve en ese mundo de Internet, que le dará más de un quebradero de cabeza. ⠀
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Carmelo es todo un personaje, con un carácter insólito y con el don de la palabra. Su forma de expresarse a través de los cientos de emails que comparte es peculiar y en ellos descubrimos a una persona auténtica, que se muestra tal cual es, con su fragilidad y sus frustraciones, y que se ilusionará con Mari Carmen, a la que corteja y encandila con su verborrea. ⠀
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La tienda de la felicidad es una novela epistolar que me ha FASCINADO. Me ha resultado adictiva, divertida, emotiva en algunos momentos y loca en otros. Carmelo es un personaje que me ha robado el corazón, y me ha hecho reír de lo lindo con su comportamiento, que a veces puede resultar incluso infantil. ⠀
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Soy fan absoluta de las novelas epistolares, y les invito a que se sumerjan en la vida de Carmelo, disfrutando de sus conversaciones con otros personajes, además de conocer la vida de un hombre de 54 años que ha escrito un libro que no le quieren publicar, que descubre en Mari Carmen a alguien con quien puede ser él mismo y que vive la vida a su manera, sin intentar contentar a los demás. ⠀

¿Es posible escribir un libro sólo en formato e-mail? El autor ha demostrado que sí. En todo el libro sólo vemos la bandeja de entrada y de salida del correo electrónico de Carmelo Durán, incluidos spam y correos publicitarios. Y a través de estos correos conocemos o podemos entrever quién es Carmelo.

Es meritorio y da miedo comprobar cómo a través de nuestro correo electrónico se puede ver nuestra personalidad. Y es que a través de su mail, vemos a Carmelo como una persona egocéntrica, rara, puntillosa, con un sentido del humor un tanto ácido (cuánto menos) y que parece sólo se relaciona con el mundo exterior a través de este medio.

Si bien reconozco el mérito de lograr esto, y el autor lo logra con creces, personalmente la lectura me ha resultado un tanto.... No se qué palabra utilizar; aburrida no es la palabra, pero no se me ocurre cual otra utilizar. No he conseguido conectar con el libro; tal vez no era el momento apropiado.