Muchos de nosotros hemos conocido esta historia a través de su adaptación en la pantalla chica de 2021, es una de las maravillas del internet el otorgarnos la posibilidad de encontrarnos con libros que posiblemente no estén en la biblioteca local. Quedé maravillada con la serie de época, más allá de mi predilección por las producciones españolas, las intrigas, la ambientación, los olores del cazo traspasando el dispositivo, por lo cual no podía quedarme solo con esas impresiones audiovisuales, tenía que leer el papel y hacer mis propias recreaciones mentales. Seguimos los pasos de Clara Belmonte, una muchacha caída en desgracia tras la muerte de su padre en la guerra de sucesión española. Hará uso de su talento en los fogones para ganarse la vida e ingresar al servicio del Duque de Castamar, debiéndose enfrentar al mismo tiempo a su fobia a los espacios abiertos, a los juegos de poder dentro y fuera de la servidumbre, y una sarta de eventos cuya entrada fue un detonante pero venía cultivándose de años atrás. Pueden parecer bastante 768 páginas pero una vez que te sumerges en las tramas, ya está, quedaste prendido y lo sentirás como tomar una limonada. Se mantiene el hilo principal pero los microcomponentes son muy distintos, valorables tanto en la novela como en la adaptación por separado. En la serie de televisión, se da más voz a personajes como Sol Montijos, Enrique de Arcona, Amelia Castro; también se ven aspectos suavizados como el temperamento de Diego (me recordó a Heathcliff en el libro), los choques entre Melquiades y la Dueña, el racismo y la frialdad de la nobleza. Generalmente se prefiere leer el relato antes de ver la adaptación, en este caso creo fue una buena experiencia hacerlo al revés, contribuyó a poder hacer un paralelo y enriquecerme. Los vínculos fluyen de manera muy natural, manteniendo el reparo en la diferencia de clase social que en ese período histórica era muy importante, entonces no es complicado entusiasmarse por encontrar el nuevo libro de cocina que dejó el Señor para Clara, el desmoronamiento de los prejuicios de Amelia respecto a la tez oscura de Gabriel, el desenlace de la animosidad entre el Mayordomo Mayor y Doña Úrsula (muy a lo Downton Abbey). La ambientación es exquisita, te sientes parte de la escena, a veces como una señorita de la Corte, otras como una doncella, se nota la investigación realizada antes de la escritura. Cumple con las típicas intrigas de la corte, amoríos, las dudas que pesan sobre Corona. Deja plasmado bien la mentalidad general respecto a la condición de las personas negras, las mujeres, la homosexualidad, en fin, lo permitido y lo prohibido con rotundidad. Si te gusta la cocina, le agrega un plus a todo el argumento porque te vas a encontrar con platos que ni en tus sueños te los imaginas y terminarás queriendo probarlos. Fernando no exagera con los ingredientes culinarios, le dan su toque a la trama pero no son páginas y páginas de recetas para dormirte, da un enfoque pintoresco, dinámico y en su justa medida. A mi parecer, el único gran fallo es el ataque de ansiedad que le agarró al escritor al momento de desarrollar los motivos de las acciones del Marqués de Soto. No crea ninguna clase de tensión sino en los primeros capítulos te los resume en un par de líneas, creyendo es suficiente motivación para el lector para continuar leyendo. En la serie este punto está mejor tratado. Es una lástima porque le agregaría valor a la obra si no se hubiese dejado tomar por las prisas como no hizo en el resto de las tramas. Es un gran descubrimiento, está más que recomendada “La cocinera de Castamar” a los amantes de las novelas de época, llenas de drama, intrigas, dosis de amor y buenos sabores al paladar que deseen conocer los detalles que solo la lectura puede otorgar. |