![]() |
En el centro del círculo de tiza que sus edecanes trazaban dondequiera que el llegara, y en el cual solo él podía entrar, decidía con órdenes breves e inapelables el destino del mundo.
|
![]() |
En el centro del círculo de tiza que sus edecanes trazaban dondequiera que el llegara, y en el cual solo él podía entrar, decidía con órdenes breves e inapelables el destino del mundo.
|
![]() |
Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.
|
![]() |
—No nos iremos —dijo—. Aquí nos quedamos, porque aquí hemos tenido un hijo. —Todavía no tenemos un muerto —dijo él—. Uno no es de ninguna parte mientras no tenga un muerto bajo la tierra. Úrsula replicó, con una suave firmeza: —Si es necesario que yo me muera para que se queden aquí, me muero. |
![]() |
Según él mismo le contó a José Arcadio Buendía mientras lo ayudaba a montar el laboratorio, la muerte lo seguía a todas partes, husmeándole los pantalones, pero sin decidirse a darle el zarpazo final. Era un fugitivo de cuantas plagas y catástrofes habían flagelado al género humano. Sobrevivió a la pelagra en Persia, al escorbuto en el archipiélago de Malasia, a la lepra en Alejandría, al beriberi en el Japón, a la peste bubónica en Madagascar, al terremoto de Sicilia y a un naufragio multitudinario en el estrecho de Magallanes. Aquel ser prodigioso que decía poseer las claves de Nostradamus, era un hombre lúgubre, envuelto en un aura triste, con una mirada asiática que parecía conocer el otro lado de las cosas. Usaba un sombrero grande y negro, como las alas extendidas de un cuervo, y un chaleco de terciopelo patinado por el verdín de los siglos. Pero a pesar de su inmensa sabiduría y de su ámbito misterioso tenía un peso humano, una condición terrestre que lo mantenía enredado en los minúsculos problemas de la vida cotidiana. Se quejaba de dolencias de viejo, sufría por los más insignificantes percances económicos y había dejado de reír desde hacía mucho tiempo, porque el escorbuto le había arrancado los dientes.
+ Leer más |
![]() |
Uno no se muere cuando debe, sino cuando puede.
|
![]() |
Úrsula tuvo que hacer un grande esfuerzo para cumplir su promesa de morirse cuando escampara.
|
![]() |
Úrsula comprendió entonces que no lo tendría en casa por mucho tiempo. "Si no es la guerra --pensó-- solo puede ser la muerte". Fue una suposición tan nítida, tan convincente, que la identificó como un presagio.
|
![]() |
Úrsula preguntó por dónde se habían ido los gitanos. Siguió preguntando en el camino que le indicaron, y creyendo que todavía tenía tiempo de alcanzarlos, siguió alejándose de la aldea, hasta que tuvo conciencia de estar tan lejos que ya no quiso regresar.
|
![]() |
La reconoció en el acto, y no habia nada pavoroso en la muerte, porque era una mujer vestida de azul con el cabello largo, de aspecto un poco anticuado, y con un cierto parecido a Pilar Ternera en la época en que las yudaba en los oficios de cocina.
|
![]() |
El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad.
|
¿Con qué frase empieza esta novela?