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No entendía cómo se llegaba al extremo de hacer una guerra por cosas que no podían tocarse con las manos
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No entendía cómo se llegaba al extremo de hacer una guerra por cosas que no podían tocarse con las manos
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Sin embargo, antes de llegar al verso final ya había comprendido que no saldría jamás de ese cuarto, pues estaba previsto que la ciudad de los espejos (o los espejismos) sería arrasada por el viento y desterrada de la memoria de los hombres en el instante en que Aureliano Babilonia acabara de descifrar los pergaminos, y que todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y para siempre porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra. |
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'Los años de ahora ya no vienen como los de antes', solía decir, sintiendo que la realidad cotidiana se le escapaba de las manos.
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En Macondo no ha pasado nada, ni está pasando ni pasará nunca. Este es un pueblo feliz.
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El mundo se redujo a la superfice de su piel.
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Pero la india les explicó que lo más temible de la enfermedad del insomnio no era la imposibilidad de dormir, pues el cuerpo no sentía cansancio alguno, sino su inexorable evolución hacia una manifestación más crítica: el olvido.
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Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.
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"Y que en cualquier lugar en que estuvieran, recordaran siempre que el pasado era mentira, que la memoria no tenìa caminos de regreso, que toda primavera antigua era irrecuperable, y que el amor mas desatinado y tenaz era de todos modos una verdad efìmera".
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"El mundo habrá terminado de joderse el día en que los hombres viajen en primera clase y la literatura en el vagón de carga"
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El llanto más antiguo de la historia del hombre es el llanto de amor.
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