Mi abuelo: 8

Es la primera vez que leo a Valérie Mréjen, y no será la última. Este estilo honesto en la escritura me conquista. En este libro presenta una colección de recuerdos, sin orden alguno, ni temporal ni temático…una solución ideal para recoger todo lo que se apegó a nuestra memoria y que no somos capaces de hilvanar con una estructura lógica porque existen múltiples lagunas y, en todo caso, lo que resulta patente es que no son importantes ni constituyen impedimento alguno para hacer una radiografía afectiva de nuestra familia.
Los recuerdos recogidos tienen el valor de ser vívidos, pues remiten a lugares concretos, a espacios temporales específicos y contienen detalles aparentemente insignificantes, de esos que quedan claramente fijados en nuestra memoria afectiva. Pero sobre todo, tienen un componente emocional aparentemente “invisible”, y creo que en eso reside el valor del libro.
El contenido enternece la mayor de las veces, a ratos indigna, en otros he estallado de la risa…pero en todo momento me ha trasladado a mis propios recuerdos, que se han ido activando a medida que avanzaba en la lectura.