Yo antes de ti

Hay libros que te marcan, que te dejan huella sin remedio y que por mucho tiempo que pase, sabes que siempre contarán con un rinconcito en tu corazón. Este es el caso de Yo antes de ti, una novela que me ha hecho sentirme viva, de lo mucho que he sentido gracias a ella. Con deciros que cuando lo leí, estuve unos días sin leer de lo mucho que me hizo pensar y sentir, ya os podéis imaginar lo intenso que es y lo mucho que marca. Pocas veces un libro te deja tan sorprendido y exhausto como para no poder leer nada más en días, y a día d hoy, aún sigo pensando en el final del libro.
Ya os digo que si os esperáis la típica historia de amor preciosa, os digo que no lo es, aunque amor obviamente hay, Esta novela es todo un drama, plasma a la perfección lo que es sentirse inútil, no tener ganas de vivir y dar todo por perdido. Por primera vez he podido meterme en la piel de un tetrapléjico y sentir lo que él siente: las miradas, los comentarios, las dificultades para salir de casa, como la gente te trata con lástima y el echar de menos la vida que llevabas antes. Cuando pasaba alguna de estas cosas, que no son pocas veces, sentía mil agujas clavándose en mi corazón. Muchas personas pasan por estas situaciones, y da pena que la mayoría del mundo los traten como si fueran de otra pasta. Hubo una parte que me impactó en el libro, cuando le dicen a Lou que la entrada de discapacitados es por otra parte. Will señala que a los tetrapléjicos los tratan como si fueran de otra especie, como si no fueran personas normales, sino otra cosa. Y tristemente es verdad. Por lo tanto, Yo antes de ti sirve para concienciarnos sobre estas personas, de los cuidados que necesitan de los sentimientos que tienen. Veréis como una vez terminéis el libro, miraréis el mundo con otros ojos. al menos a mí me ha pasado esto. Tal vez se deba también a que es una lectura que plantea un debate moral muy grande, que nos hace pensar qué es lo mejor para una persona en esas circunstancias. Porque, si nosotros nos encontráramos en la situación de Will, ¿qué haríamos? Lo que a la ligera parece una respuesta bastante fácil, en realidad es bastante complejo, ya que en este caso no podemos diferenciar lo que es mejor.
Will ha sido un personaje del que me he enamorado completamente, pero con el que también me he enfadado mucho. Su sarcasmo y su modo de ver la vida (cuando no está deprimido, me refiero) me ha encandilado. Esa pasión que tiene por el mundo, por hacer cosas nuevas, por animar a Lou a que viva de verdad y arriesgue... Hasta me entraron ganas a mí de hacer cosas, de moverme, de cumplir mis sueños. Porque aunque Will ya piense que su vida no tiene sentido, sí convence a los demás de que busquen el sentido de las suyas. Sin embargo, a veces me ha parecido un personaje egoísta, porque actúa de una manera que da esperanzas, para luego volver a caer en lo mismo, haciendo daño a los que le rodean. Pero por otra parte, también se puede ver desde otro punto de vista, que es que en los momentos en los que es feliz y brilla por sí mismo, transmite esa luz a los que tiene cerca. Sin duda, Will es un chico especial, cosa que vamos descubriendo a lo largo de la novela.
Lou, en cambio, es una chica demasiado conformista. Se conforma con su novio Patrick, el que está obsesionado con las carreras y no le hace ni puñetero caso; se conforma con llevar una vida normalita, trabajando en lo que surja, y se conforma con hacer todo lo que los demás esperan de ella. Cuando conoce a Will, piensa que va a ser un fastidio, sobre todo porque al principio parece que el siente un odio claro por ella. Pero luego, Lou va cambiando. Me ha gustado mucho la evolución que sufre, porque comienza a plantearse lo que quiere hacer con su vida y qué es lo que le importa de verdad. Además, su carácter atolondrado y su extravagancia me ha encantado.
Si los dos protagonistas me encantaron, cada uno con sus virtudes y defectos, los personajes secundarios han sido lo peor de lo peor, excepto Nathan, que es el único que se salva. Tanto la familia de Lou como la de Will me han puesto de los nervios, no he aguantado a ninguno y me daban ganas de tirarlos a todos por un barranco. Qué asco de gente. Y Patrick ya ni os digo. No sé cómo Lou aguantaba con él, yo hace tiempo que lo habría mandado a freír espárragos.
La primera parte del libro te hace empatizar, comprender y consigue arrancarte varias sonrisas. Disfruté mucho de la relación entre Lou y Will, como poco a poco se iban haciendo el uno al otro. Como Lou sabía cuando Will quería comer de una cosa o de otra, cuando algo le dolía o cuando tenía frío. Cuando estaba de mal humor y cuando no. Cuando quería su compañía o, por el contrario, iba a pedirle que saliera de la habitación. Percibí poco a poco cómo se iba formando esa conexión tan especial, como si fueran dos cuerpos que juntos formaban un solo corazón. Yo creo que esa conexión existe de verdad, se puede llegar a conocer y querer tanto a alguien como para sentir lo que el siente. Y encontrar a esa persona es simplemente una maravilla. Además, saboreé cada una de las palabras que el libro nos regala, ya que el ritmo no es ni muy rápido ni muy lento, sino que te permite vivir todo lo que esta lectura nos cuenta.
Si en la primera parte todo son sonrisas y buenas vibraciones, hay un momento del libro en el que la cosa cambia. No sé explicar qué fue lo que me hizo darme cuenta de que las cosas no eran tan bonitas como las imaginaba, pero hay un cambio en la atmósfera que te hace pensar que tal vez no todo salga como lo tenías pensado. Y ahí empieza, esa incertidumbre y malestar que se va extendiendo por todo el cuerpo. Las ganas de morderte las uñas porque no sabes qué esperar del libro, si debes preparar tu corazón para un golpe duro o no. Reconozco que hacía mucho tiempo que un libro me hacía llorar como lo ha hecho este. A medida que nos íbamos acercando al final más lágrimas caían por mis mejillas, de hecho tuve que parar de leer unas cuantas veces porque no veía a través de las lágrimas. Cuando te metes tanto en un libro, cuando sientes que la historia es tuya, te arriesgas a que tu corazón se vea así, es un riesgo que hay que correr. Y yo lo hice, por lo que cuanto más leía más sufría. El dolor de los protagonistas era mi dolor, sentí como si me clavaran un puñal. Si ahora vuelvo a pensar en esas últimas páginas detenidamente, sé que lloraré.
Cuando terminé el libro, me enfadé. Vaya sí me enfadé. No podía parar de llorar y de maldecir, de sentir que la vida no era justa y que la historia era cruel. Que solo había leído este libro para acabar destrozada, con el mundo patas arriba y pensamientos desordenados. Mi primera impresión de la lectura fue que no me había gustado, por todo lo que sufrí. Pero luego, pasadas unas horas, me di cuenta de que probablemente sea de los mejores libros que he leído.
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