Hierba mora

«[...] que ahora mismo hasta nos parece cosa buena ser hermético, cuando todo el mundo sabe que lo bueno es oxidarse, intercambiar flujos con natura, airearse, dejar salir las miasmas propias, olisquear los olores ajenos, empaparse, gastarse con el uso, arrugarse y... vivir, vivir que son dos días.»

Es ahora, bastantes días después de haber acabado Hierba Mora, cuando agradezco a la Mónica del pasado que pusiera tantas notas, que marcara tanto. Volver a releer ciertos momentos de este libro me ha hecho recordar lo que de alguna manera ya sabía: lo que ha hecho Teresa Moure es una maravilla.

Esta novela, anunciada como la obra más premiada de la literatura gallega, es uno de esos libros que te envuelven, que te arropan de tal forma que una casi no se da cuenta de lo complejo que ha tenido que ser escribirla. Cartas, diarios, recetas, poemas, crónica... Moure ha hecho una auténtica obra de testimonios en la que cada voz es única y distinguible, en la que, se nota, cada palabra ha sido trabajada, cuidada.

La novela está atravesada por la vida de tres mujeres: Christina, la reina de Suecia, Hélène Jans, curandera, e Inés, joven que, siglos más tarde, descubre su conexión con la historia de estas dos mujeres. del S.XVII hasta nuestros días, nos encontramos con una historia de cuidados, sororidad, memoria, legado, en la que se tocan cuestiones tan actuales como lo pueden ser el trato y lugar que se le da al cuerpo de la mujer en la medicina, una historia en la que también está presente la sexualidad, la amistad, el duelo, la muerte, la maternidad.

Si bien es cierto que ahora, con cierta distancia, siento que la última parte de la novela, la ubicada en nuestros días, no tenía la fuerza de la historia de Christina y Hélène, sigo teniendo la sensación de que me ha dado la calma y el calorcito en el corazón que venía buscando desde hace tiempo. de Hélène Jans no se sale.