La línea entre el amor y la adoración es como un salto hacia atrás en el tiempo: no te das cuenta de cuando pasó. Ahora estás aquí y, al cruzar, tu alma ya no te pertenece.
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La línea entre el amor y la adoración es como un salto hacia atrás en el tiempo: no te das cuenta de cuando pasó. Ahora estás aquí y, al cruzar, tu alma ya no te pertenece.
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No quiere saber, pero sí que quiere. Estar ciega y sorda de repente y, a la vez, conocerlo todo. Cavar un pequeño agujero de sol que ilumine todo eso que, sospecha, esconde el cementerio de árboles muertos.
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Olvidó lo que sentía cuando aún la trataban como a una persona.
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Bárbara sabe que ahí está el gran secreto que mantiene unida a su familia: sugiere, no ordena. Nunca ordena. Pero sabe de confidencias y susurros. Conoce el misterio de hacer creer a los demás que todo eso que se les ocurre no ha salido de una mente ajena.
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Él es imprescindible, él provee y soluciona. Sin su mano, su familia se va a hacer puñetas.
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¿Por qué no podía ser como las demás mujeres y limitarse a encajar en el lugar que le correspondía? Acepta quién y qué eres. Acepta tu posición y tu lugar en el mundo.
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Ser hoja y ser rama, ser flor y ser hierba. Y seguir recordando, sin oír, sin ver, sin hablar, solo meciéndose al viento para siempre.
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Es guapa, ¿verdad? La mujer sentada en la butaca Chester, a esa me refiero. No, la otra no. La que aún se mueve.
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—Lo había olvidado. Lo había olvidado… Olvidó lo que se sentía cuando aún la trataban como a una persona. |
Puede que todos los que están en esta casa tengan su trocito reservado en la tarta de la culpabilidad. La vida no es tan sencilla como una partida de Cluedo; la Señorita Amapola con el candelabro en el garaje no suele ser la única responsable de todas las calamidades.
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Es un cuerpo creado a partir de la unión de distintas partes de cadáveres diseccionados, escrito por Mary Shelley a partir del reto literario de Lord Byron.