Las historias han cambiado, mi querido muchacho -dice el hombre de traje gris, con un tono de tristeza casi imperceptible-. Ya no hay batallas entre el bien y el mal, ni monstruos a los que ajusticiar, ni doncellas a las que rescatar. En mi experiencia, la mayoría de las doncellas son capaces de rescatarse a sí mismas o, por lo menos, las que valen la pena. Ya no quedan cuentos sencillos sobre búsquedas y bestias, con final feliz. Las búsquedas carecen de un objetivo o camino definido. Las bestias adoptan distintas formas y ya no es fácil reconocer su verdadera identidad. Y los finales felices no existen, ni felices ni de ningún otro tipo. Todo se extiende, se yuxtapone y desdibuja. Tu historia forma parte de la historia de tu hermana y de otras muchas historias. No hay manera de saber a dónde nos conducirán.